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Libertad, libertad

La capacidad de cinismo del ser humano suele ser directamente proporcional al desahogo, a la falta de respeto y solidaridad con la que consigue expresarse en el día a día. Y, lo peor, es inversamente proporcional a la capacidad de aplicar lo reclamado.
La palabra “libertad”, que sirvió para exigir que los presos políticos franquistas fueran excarcelados, o para que la sociedad española pudiera tener diversidad de opiniones sin ser reprimida por ello, hoy se emplea para todo lo contrario. Es decir, bajo la expresión “libertad”, lo que en realidad se oculta es la imposición de una idea o una creencia.
Me acogeré a dos situaciones, muy cercanas en cuanto a la afinidad de sus protagonistas, y muy candentes en la actualidad.
El PP, siguiendo las instrucciones de la jerarquía de la iglesia católica, y sus creencias propias, impone en los colegios públicos y concertados la asignatura de religión, hasta el punto de darle valor académico. Con ello intentan frenar la caída en picado del alumnado de esa asignatura. Según datos del Ministerio de Educación y Ciencia (http://www.mecd.gob.es/dms/mecd/servicios-al-ciudadano-mecd/estadisticas/educacion/indicadores-publicaciones-sintesis/cifras-educacion-espana/2015/E4.pdf), la asistencia en colegios públicos a religión responde a la siguiente tabla, hasta 2013, que es el último año del que ofrecen datos:
Curso 2001/2002Curso 2012/2013
Primaria       71% Primaria      64%
Secundaria   52% Secundaria  38%
Bachillerato  38% Bachillerato 21%
Según datos de la propia conferencia episcopal, 8 de cada 10 institutos vascos (https://laicismo.org/2015/ocho-de-cada-10-institutos-vascos-no-han-sacado-grupo-de-religion-por-falta-de-alumnado/134709) no tienen grupos de religión este curso. A ello se suman los institutos de Asturias, Cataluña, Valencia, Galicia y Navarra, donde un número de centros que no determinan no tienen ningún alumnado para su materia (https://laicismo.org/2015/los-obispos-estan-preocupados-porque-en-seis-comunidades-hay-centros-que-no-dan-religion-por-falta-de-demanda/126150)
Esta situación se da a pesar de que no dar religión es una auténtica carrera de todo tipo de obstáculos. Y que, al darle la LOMCE valor académico a una asignatura “maría”, garantizan que el profesorado (elegido por los obispos, no por oposición pública) pondrá notas altas. Gracias a esto, hay centros en los que se ha detectado este curso un leve repunte de alumnado deseoso de subir su expediente académico, aunque reconozcan que es un suplicio asistir a estas clases.
Volviendo al tema de la “libertad”, la inclusión de esta materia en el currículo escolar supone la discriminación del alumnado en función de su libertad de conciencia y de creencias. Se fuerza, de esta manera, a una situación que no tendría que darse: la segregación y el “señalamiento” en función de algo tan privado como es la opción religiosa. Sin embargo, el obispado, los padres y madres que lo apoyan y el PP (y el PSOE en gran medida también, mírese Andalucía si no) exigen la religión en las escuelas en base “a la libertad”, cuando, como aquí se demuestra, lo que hay es una imposición en un estado aconfesional, con tretas académicas, con elección de profesorado a dedo, en vez de que, en base a su aspecto personal y privado, la religión se practique en horarios fuera de lo lectivo y en locales propios de cada agrupación. Eso sí sería libertad. La falta de ella sería que no se le permitiera a cada cual ejercer ese derecho en su tiempo privado.
El segundo caso está aún “en el horno”. Tema maltrato animal. Toros. El pasado 27 de enero, en Córdoba, algún torero y su familia (no llegaban a una docena) acudieron al Pleno de la Diputación en el que Ganemos Córdoba presentaba la misma moción que presentó en el Ayuntamiento. Esta moción pedía retirar el apoyo con dinero público a los espectáculos donde se maltrate a los animales. Los taurinos, al no salir aprobada la moción gritaron de alegría: “Libertad, libertad”.
Sin entrar en valoraciones de lo que rodea al mundo de la tauromaquia, su ideología, su historia, sus principios, creo que se necesita ser desahogado, como decía al principio, para gritar esa palabra en estas circunstancias. La petición de Ganemos era de lo más normal: ni un euro público que apoye a espectáculos en los que los animales son denigrados, bien en su entrenamiento y vida diaria (circos, mayoría de zoológicos, …) bien porque se les agreda, humille o mate públicamente como forma de diversión en base a los más bajos instintos del ser humano.
Es difícil querer hacer ver que en esos casos no se maltrata a los animales. Cuando a un animal se le atan dos palos ardiendo junto a los ojos (el fuego es algo que causa pavor en un animal) lo cogen con una cuerda, lo rodean de varios cientos de energúmenos que, además, lo linchan hasta la muerte, ¡ya me dirán como llamar a eso! Cuando cogen a otro animal, lo suben a la torre de una iglesia (¿no está por allí nunca el cura para impedirlo?) y lo lanzan al vacío para ver cómo revienta en el suelo, ustedes mismos lo calificarán. O como llamar cuando cogen a un toro, que llega del campo, lo meten en un circo romano salvo que con toros en el que lo amedrentan, le clavan con saña una pica, a continuación, le clavan banderillas, y, ya, sin fuerza, es burlado y, finalmente, y si tiene suerte, matado de una estocada en el corazón. Porque, puede pasar (en la gran mayoría de las ocasiones) que necesite de más de una, o de ser apuntillado con un verduguillo en la nuca. Incluso, como era el caso del afamado torero cordobés que estaba ese día en el pleno de la Diputación de Córdoba, que algunas veces necesita una escopeta para acabar con “su enemigo” (permítanme la exageración cordobesa, pero saben que lo expresa con bastante exactitud) Nótese, en todo caso, que la moción de Ganemos Córdoba sólo contemplaba no usar dinero público para estos espectáculos, no su prohibición. Dinero que se usa para comprar abonos con los que los señores y señoras concejales asisten a las corridas “de gañote” con sus familias. Puede entenderse, pues, que otro ex torero, sea concejal del PP en el Ayuntamiento de Córdoba.
También he acudido a fuentes del gobierno para ver la evolución de la “fiesta nacional” en los últimos años. Y dice la “Estadística de Asuntos Taurinos”, elaborada por la Subdirección General de Estadística y Estudios, Secretaría General Técnica, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que en 2007 el número total de festejos taurinos (incluyendo todas sus diferentes variedades) fue de 3.651, habiendo caído en todos estos años hasta 1.868 en 2014, último año ofrecido. Recomiendo su lectura (http://www.mecd.gob.es/servicios-al-ciudadano-mecd/dms/mecd/servicios-al-ciudadano-mecd/estadisticas/cultura/principales-estadisticas/Estadistica_de_Asuntos_Taurinos_2010-2014_Sintesis_de_Resultados.pdf) para comprobar la caída en casi un 50% de los festejos en sólo 7 años, teniendo más énfasis en las corridas que en otro tipo de festejos. Todo ello a pesar de la obscenidad de millones que aportan las administraciones públicas a mantener esta sinrazón: en Andalucía, según PACMA, se dedican más de 20 millones de euros públicos a los festejos taurinos. Y en Madrid, según la misma fuente, la Comunidad va a dedicar en 2015 un millón y medio de euros y los ayuntamientos de esa comunidad, otros dos millones más (http://pacma.es/wp-content/uploads/2015/08/estudio-estadisticas-taurinas-2003-2013.pdf)
En ambas circunstancias se apela a menudo, aparte de a la “libertad”, a “la tradición”. Se dice: “es que la iglesia siempre ha estado en todo”, “en España la iglesia siempre ha mandado”, o lo que ya atenta a cualquier libertad real: “es que el Señor tiene que estar presente en todas las personas desde chiquititos”. Y en el caso del maltrato animal: “es que es una tradición cultural” o “es una forma de ingresos económicos y da trabajo a un montón de gente”, o “es que si no hubiera corridas no existirían los toros”. Sólo sería cuestión de dedicar las subvenciones que reciben los ganaderos de toros bravos, 470 millones de euros de la Política Agraria Común desde 2014 a 2020, para mantener esa raza. Por cierto, esos ganaderos no se caracterizan por crear puestos de trabajo, con lo que la riqueza que genera se la embolsan ellos mismos en grandes cantidades. Pero, ante estas afirmaciones, solo me cabe preguntar: ¿Debería haberse mantenido el circo romano por la tradición cultural que suponía y el negocio que con el trato de esclavos que algunos hacían? Como era tradición en España, ¿se tenía que haber mantenido que las mujeres tuvieran que llevar autorización de sus maridos para sacar dinero del banco? ¿O deberían seguir ejerciendo la tradición española de que se dediquen a sus casas, a la iglesia y a adorar a sus maridos? ¿Debería, por tradición, mantenerse que las personas negras en EE.UU. no pudieran sentarse en los autobuses? Reconozco que me da miedo hacer las preguntas, al pensar en que tuviera que oír las respuestas de algunos.
Estos sectores de la sociedad, que reclaman esa falsa libertad para imponer una creencia o una forma de diversión con el dinero de todos y pese a ser una minoría, no son, por otro lado, los que se caracterizan por solidarizarse con los problemas acuciantes que tiene la mayoría de la sociedad. Entre esa mayoría, hay mucha gente que les sigue, ya sea a la curia eclesiástica, ya sea a los toreros. Sin embargo, ¿por qué aún no hemos visto a nadie de estos dos colectivos acudir a ningún pleno municipal, de diputación o de parlamento alguno a protestar por los desahucios, por los recortes en sanidad o educación, por el paro, por la falta de prestaciones sociales, por el maltrato a los inmigrantes, …?  ¡Sí, ya sé! Como antes, tampoco debería haberme hecho esta pregunta.
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