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Lento pero seguro: así es el proceso de islamización de Turquía

Aunque el Partido de la Justicia y el Desarrollo llegó al poder en Turquía haciendo alarde de su enfoque pragmático y económico, poco a poco el país ha dado un giro hacia la islamización.

Los pueblos que viven entre el Este y el Oeste, como el turco, están acostumbrados a la dualidad de su conciencia que se revela en que, a pesar de los elementos democráticos implantados en Turquía por el Gobierno de Kemal Ataturk, los ciudadanos turcos siguen prefiriendo tener líderes fuertes que instituciones sólidas, afirma Vladímir Avatkov, profesor de la Academia diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

Tras el colapso del Imperio otomano y hasta el inicio del siglo XXI, Turquía se desarrolló dentro del modelo laico occidental, debido, en parte, a un cuerpo de generales con una clara orientación hacia EEUU, recoge el artículo de análisis de Avatkov, publicado por el portal ruso Lenta.

Una población conservadora y de mayoría musulmana —el 95%— no participaba en el proceso político controlado por personas proccidentales que no querían que Turquía  regresara al pasado.

Los políticos, que tras llegar al poder de manera democrática, empezaban a utilizar la retórica islámica, enseguida eran eliminados de la arena pública por medio de rebeliones militares. Aunque las intentonas golpistas no tenían nada que ver con la democracia, gracias a ellas el régimen laico seguía prevaleciendo en el país otomano, escribe el autor del artículo.

Es por esto que los fundadores del Partido de la Justicia y el Desarrollo tomaron en cuenta los errores de sus predecesores. Durante los primeros años de su Gobierno, los nuevos líderes se abstuvieron de utilizar un discurso islámico y hacían énfasis en los problemas económicos. Eso les permitió evitar la persecución.

El politólogo destaca que la islamización de Turquía es un proceso bastante natural que no contradice a los principios de la democracia laica. Además “la islamización al estilo turco no es un proceso radical, sino progresivo”. Por ejemplo, la islamización de los países de Oriente Próximo, que sobrevivieron la primavera árabe, transcurrió mucho más violentamente que la de Turquía, opina el experto.

Poco a poco, la retórica de la elite gobernante de Turquía está cambiando. Anteriormente, los políticos ni siquiera podían pronunciar lemas islámicos en mítines. Gracias a la eliminación de los militares del espacio político, que se produjo en 2016 tras la fracasada intentona golpista, los políticos turcos pasaron a las declaraciones directas.

Además, la islamización de Turquía se debe, en parte, a factores externos. Uno de ellos es el flujo de migrantes de los países fronterizos. Los desplazados no solamente buscan refugio sino traen consigo sus normas y costumbres. Esmirna, la llamada capital de la Turquía laica es el ejemplo más evidente. Regiones enteras de migrantes rodean a esta —la segunda más grande— ciudad portuaria del país otomano.

Turquía sigue aplicando una política que persigue desgastar al electorado de la oposición. Para eso, Ankara ofrece la ciudadanía a los migrantes de los países árabes acostumbrados al estilo de vida conservador y que están listos para apoyar a los políticos que apelan al islam, resume Avatkov.

No obstante, la islamización no significa la radicalización, ya que no se debe igualar la islamización con el extremismo.

El islam es la religión que confiesa la mayor parte de la población turca. No hay nada sorprendente en que los fieles y los ciudadanos conservadores quieran ver ante el volante del país otomano a sus partidarios. Al llegar al poder, estos adeptos aportan elementos del islam en Turquía.

El 16 de abril, más del 51% de los turcos avaló una reforma que implica introducir enmiendas a la Constitución del país para otorgar  amplios poderes ejecutivos al presidente. Una vez introducidas, Erdogan podrá declarar estado de excepción, designar vicepresidentes, ministros y otros altos cargos, así como promulgar decretos con fuerza de ley que entrarán en vigor de forma automática.

Asimismo, las nuevas enmiendas prohibirán a los militares participar en el proceso político. Aunque el referéndum es una medida democrática, condujo al fortalecimiento de las fuerzas autoritarias.

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