En estos días se discute a nivel social la necesidad o no de separar a la Iglesia Católica del Estado. Es una discusión que se viene dando a todo nivel, sobretodo por estar atravesando una importante crisis económica y a su vez, adjudicarle a la Iglesia Católica unos 13 millones de euros que mes a mes le entregará el estado durante este año. A muchos les parece muy bien, ya que dicha iglesia colabora en la atención de algunos hospitales y colegios, mientra que a otros les parece muy mal argumentando que si ese dinero se destina directamente a hospitales y colegios, se maneja de un modo mucho más eficiente, sin esa innecesaria intermediación religiosa, que no se entiende muy bien a que se debe.
Pero veamos que ocurre en un estado laico, cosa que da mucho miedo a algunos católicos, Pongamos un ejemplo concreto, el de Uruguay, un pequeño país que ha separado la iglesia del estado hace más de 100 años.
Existe un pleno respeto a la Iglesia Católica, idéntico al de las demás religiones. No se enseña ninguna religión en escuelas públicas, pero en iglesias y templo existe total libertad de hacerlo. No hay religiosas atendiendo en los hospitales, solo personal capacitado. Tampoco hay signos de ninguna religión dentro de cada hospital.
No se les designa dinero ni ventajas a las iglesias. Existen innumerables colegios católicos, que son de pago. Claro que si quieren becar niños, pueden hacerlo en plena libertad, asumiendo ellos el costo de esas decisiones.
Es muy poco frecuente que una autoridad religiosa salga a hacer declaraciones públicas sobre un tema de interés general, pero pueden hacerlo. Por ejemplo, es común que salgan curas a hablar en contra de la homosexualidad. Se les respeta el derecho a él, como a cualquiera.
Deberíamos tener muy en cuenta estos ejemplos.
