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Las trabas de la Iglesia convierten el derecho de apostatar en una odisea

Ingresar en la Iglesia católica a través del bautismo es muy fácil, pero las cosas se complican cuando lo que se quiere es abandonar el cristianismo. Las quejas de los ateos que inician un proceso de apostasía son constantes por las dificultades y obstáculos que encuentran en su camino y las nulas facilidades que ofrecen los distintos arzobispados. Sin embargo, aunque el proceso es difícil y largo, conseguir el objetivo no es imposible, tal y como se cuenta en el blog Sal de la Iglesia.

Javier Domínguez ha tardado tres meses en darse de baja en los libros de registro de la Iglesia pero, como cuenta en su blog, tras mucho batallar, lo ha conseguido: ya no pertenece a la Iglesia “como un fiel más”, ni consta “en los libros como un ‘Cristiano’”, con lo que ha dejado de ser “a efectos legales” un “miembro de la Iglesia”.

Meses de duración
En algunos casos excepcionales, como ocurre en el municipio madrileño de Rivas o en Asturias, hay un apoyo institucional para marcar los pasos hacia la apostasía. Sin embargo lo más habitual es que el proceso se alargue durante meses y que, en muchas ocasiones, ni siquiera sea posible desaparecer de los libros de bautismo.

Parroquias y arzobispados
Domínguez narra en su blog cómo durante tres meses tuvo que vérselas con varias parroquias y arzobispados, y cómo no todos reaccionaron del mismo modo: mientras que en la parroquia donde fue bautizado, en Navarra, el párroco le facilitó los trámites, los Arzobispados de Navarra y Madrid le cerraron las puertas y trataron de convencerle para que cambiase de opinión.

"Derecho de cancelación"
Este apóstata madrileño envió cartas de “Derecho de cancelación” a la parroquia donde fue bautizado y a la más cercana a su actual domicilio, y también a los arzobispados de Navarra y Madrid. Para recibir respuesta de este último tuvo que esperar un mes y medio, solo para conseguir más indicaciones a seguir.

Fuera de los libros de la Iglesia
Después de completar todo el proceso, Domínguez asegura en su blog que no tuvo ninguna respuesta. Fue él mismo quien tuvo que ponerse en contacto con el Arzobispado madrileño, dos meses después, para comprobar que “había apostatado correctamente” y que su nombre “ya no constaba en los libros” de bautismo de la Iglesia. Pese a que el proceso fue largo, este blogger consiguió finalmente su objetivo, algo que no todos lo que se proponen llegan a lograr debido a las trabas que pone la iglesia.

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