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Las caricaturas de Mahoma

«Nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, burlarse o ridiculizar todas las creencias, todas las religiones, todas las ideologías, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos».

  En el número 1 de Trasversales, aparecido a finales de enero de 2006, se cita, al presentar el proyecto de la revista, a Raoul Vaneigem que en uno de los artículos publicados dice lo siguiente: “Nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, burlarse o ridiculizar todas las creencias, todas las religiones, todas las ideologías, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos”.
Creo que es una reflexión oportuna ante lo que está pasando.
Las caricaturas de Mahoma han generado una exaltación de creyentes islamistas que quieren imponer a los demás “su derecho” a que no se represente ni se bromee con su profeta. Los demócratas del mundo entero estaríamos perdidos si aceptáramos el envite y “su derecho” a prohibirnos cualquier cosa.
Por otra parte, resulta imposible. Yo no conseguiré jamás tomarme en serio a Mahoma. Ni tampoco a Cristo resucitado, ni a la virgen María, ni al espíritu santo,  ni los OVNIS, ni los zombis, ni los fantasmas… Tampoco a Superman.
Puedo respetar a quienes crean en cualquier ser imaginario, o en la revelaciones de cualquier profeta o médium, pero la distancia que hay entre respetarles como personas, reconociendo su derecho a creer en lo que quieran, y tener la obligación de respetar sus creencias es enorme. Yo no les pido que compartan las mías ni que las respeten. Les exijo que me dejen en paz para pensar y opinar lo que me de la gana.
La situación es grave. El crecimiento  de los movimientos islamistas radicales es un fenómeno de extrema peligrosidad. Al Qaeda y sus repugnantes métodos criminales son sólo la punta del iceberg de un camino catastrófico que se ha puesto en marcha en el mundo de raíces islámicas. La ceguera de los dirigentes occidentales, y errores terribles como la guerra de Irak y el apoyo a Sharon de los últimos años, sólo facilitan el camino del islamismo político antidemocrático.
Hace unos días el triunfo de Hamas produjo un estremecimiento. Con independencia de los indeterminados efectos que pueda producir en Palestina y respecto al conflicto de Oriente Medio, lo más grave, y lo que menos se ha recalcado, es que se trata de un nuevo éxito de un movimiento integrista, primo hermano de las fuerzas totalitarias que se están desarrollando desde Marruecos a Filipinas.
El asunto de las caricaturas de Mahoma no es una broma. Que en 2006 eso movilice a tantos fanáticos no es ninguna broma. Y el integrismo islámico tampoco lo es. Se trata de uno de los peores enemigos de los derechos humanos, de la dignidad de la mujer y de la libertad individual.

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