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La yihad iraquí resiste en sus bastiones la embestida del ejército

Los enfrentamientos violentos con tintes sectarios entre la minoría suní y la dominante comunidad chií ya eran una tónica habitual

El Ejército de Irak y las fuerzas tribales aliadas han ganado terreno en la ciudad de Ramadi, capital de la provincia iraquí de Anbar, ante el avance de los combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), pero han retrocedido en Faluya, donde los milicianos islamistas vinculados a Al Qaeda se mantienen fuertes en sus posiciones.

Mientras, las autoridades de la provincia iraquí de Anbar han desplegado varios contingentes de tropas este domingo en las fronteras con Siria y Jordania para detener la entrada de milicianos vinculados a Al Qaeda en la zona, donde se cumplen una semana de combates entre  el Ejército y los yyihadistas de ISIL. En las últimas horas se habría intensificado la llegada dde miliciano a la provincia después de que perdieran varias de sus bases establecidas en Siria.

Diputados iraquíes acusan a las autoridades de Anbar de conspiraciónLa aviación iraquí ha ejecutado una ofensiva aérea sobre Ramadi, próxima a la frontera con Siria, durante la noche del domingo para tratar de forzar el repliegue del ISIL, según ha informado el diario británico The Guardian. En esa ciudad, donde se han producido los bombardeos más intensos de la jornada, las fuerzas militares y de las tribus locales han conseguido avances, según fuentes tribales y de las fuerzas de seguridad citadas por el periódico estadounidense The New York Times. Como resultado, han muerto 35 insurgentes y decenas de civiles, según la cadena estatal.

No obstante, el ISIL parece mantener el control sobre gran parte de Faluya, tomada que tomó el viernes, después de que algunos combatientes tribales desertaran y cambiaran al bando de los milicianos islamistas, de acuerdo con estas mismas fuentes. Los enfrentamientos armados se concentran en las afueras de la ciudad, donde la situación reviste más peligrosidad para Bagdad debido a la compleja red de apoyos tejidos entre las diversas tribus locales y el Gobierno iraquí.

El primer ministro de Irak, el chií Nuri al Maliki, ha destituido este domingo al comandante de la Policía de la provincia de Anbar, el general de división Hadi Rizayij, por "fracasar en la gestión de la seguridad de la provincia", a raíz de la ola de violencia que ha acabado con la toma de la ciudad de Faluya por parte de milicianos del ISIS.  Ensu lugar han nombrado a otro general de división, Ismael al Mahalawi, que tendrá que lidiar con una confusa situación en las ciudades de Faluya y Ramadi, la capital de la provincia, donde prosigue la ofensiva del Ejército para aplacar el avance de los combatientes del ISIS.

Irán: "Si los iraquíes necesitan equipamiento y asesoramiento, les ayudaremos"

Diputados iraquíes han criticado en las últimas horas al gobierno local y algunas legisladoras como Liqa Wardy, de la coalición Lista de Iraquiya, el principal partido del Parlamento de Irak, han acusado a las autoridades de Anbar de "conspiración". En concreto, ha recriminado al gobierno y a la Policía de Anbar que no cooperara con los líderes tribales y los clérigos de Faluya para evitar que se propagase la insurrección y no garantizar la seguridad de los civiles.

Entre tanto, este conflicto ha repercutido en toda región e Irán se ha apresurado a mover ficha, puesto que ISIL también combate contra su aliado, el Gobierno de Bashar al Asad, en la vecina Siria. El Gobierno iraní está listo para ayudar con equipamiento militar y asesoramiento al de Irak si lo requiere para aplacar el avance de los yihadistas, según ha declarado este domingo el número dos del Ejército iraní, el general Mohamad Hejazi. "Nada se ha discutido sobre una operación conjunta contra los terroristas musulmanes impuros, pero si los iraquíes necesitan equipamiento y asesoramiento, les ayudaremos", ha vicecomandante del Ejército de Irán, que ha asegurado que no han recibido una petición oficial. 

Divisiones en las tribus locales

Mientras que unos se han unido a las fuerzas de seguridad y al Ejército iraquí para repeler el avance del ISIL, milicianos tribales, como muchos otros, han decidido colaborar con los insurgentes pese a la poca simpatía que gozan los combatientes afines a Al Qaeda en la zona para luchar contra el Ejecutivo.

Ramadi y Faluya se han convertido en los epicentros de las tensiones políticas y religiosas

La comunidad suní de la provincia de Anbar ha acusado al Gobierno del primer ministro chií, Nuri al Maliki, de discriminarles. El repunte de las tensiones se produjo hace una semana, con la detención violenta de un diputado suní y uno de los líderes de las manifestaciones opositoras, y el desalojo de un campamento de protesta erigido el pasado lunes.

Ramadi y Faluya se han convertido en los epicentros de estas tensiones políticas que, en los últimos días, han degenerado en protestas violentas y enfrentamientos. Sin embargo, desde hace meses, en la zona comenzaron a germinar bases del ISIL, pero Bagdad carecía de medios para aplacar dicho avance.

El Gobierno prepara una gran ofensiva

Ahora, el Gobierno iraquí parece dispuesto a ejecutar una gran ofensiva contra los milicianos islamistas para recobrar el control absoluto de éstas dos ciudades que, en el caso de Faluya, se encuentra a apenas 70 kilómetros de la capital. El Ejército iraquí ha asegurado que está desplazando a esa ciudad armas avanzadas que Estados Unidos suministró a Irak el pasado mes a petición de Al Maliki, que ha intentado trazar alianzas con las tribus locales, cuyo apoyo está dividido entre el ISIL y el Gobierno, según The Guardian.

El Ejército iraquí está desplazando a Faluya armas avanzadas facilitadas por Estados Unidos

Entre otros movimientos, las autoridades de Anbar han desplegado varios contingentes en las fronteras iraquíes con Siria y Jordania para evitar que continúe el flujo de entrada de milicianos islamistas a la provincia.

Por su parte, los líderes tribales y los clérigos de Faluya se han reunido este domingo a última hora para trazar un plan para garantizar la seguridad en las zonas donde han recuperado el control.  Han acordado el despliegue de patrullas conformadas por fuerzas tribales y policiales, y que los soldados iraquíes se mantengan en sus bases, apostadas a las afueras de la ciudad, y no entren en la ciudad.

Este último aspecto permaneció en vigor hasta hace ocho meses, cuando ambos colectivos lo revocaron ante el rebrote de la violencia. El Ejército solo entrará en la ciudad si es estrictamente necesario y a petición del gobierno local de Faluya, según ha informado la agencia estatal de noticias iraquí, NINA.

Ayuda humanitaria

La ONG Media Luna iraquí enviará ayuda humanitaria, principalmente comida y material sanitario, para la población civil de las áreas más golpeadas por los combates en los últimos días entre el Ejército, las fuerzas tribales y el ISIL, según ha anunciado el vicesecretario general de la organización, Mohamed al Jozai, en un comunicado. "Hay ayuda adicional que puede ser transferida a Anbar cuando sea necesario, tanto ayuda alimentaria como sanitaria", afirma Al Jozai, según la cadena estatal, Al Iraquiya

La salida de las tropas estadounidenses del país y el conflicto en Siria, con fuertes connotaciones sectarias, ha exacerbado las tensiones entre la comunidad suní y el Ejecutivo del primer ministro chií, que tienen como puntos de fricción un sistema judicial que discrimina sistemáticamente a los suníes y la exclusión de esta comunidad de los altos cargos de la Administración iraquí.

No en vano, los enfrentamientos violentos con tintes sectarios entre la minoría suní y la dominante comunidad chií ya eran una tónica habitual, reminiscencia de los años de guerra en Irak tras la ocupación estadounidense -especialmente entre los años 2006 y 2007-. Los levantamientos populares contra el Gobierno, asimismo, encontraron su germen en la ola de levantamientos de 2011 en Oriente Próximo y el norte de África, conocida como la 'Primavera Árabe', que empujó a los suníes a revelarse pacíficamente contra Al Maliki.

milicianos Irak 2013

Un miliciano vigila las calles de Ramadi.- Ali al-Mashhadani (REUTERS)

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