Representantes del Ejército y el Ayuntamiento en los actos de culto previos, y en la procesión
La Virgen del Rosario Coronada recorrió ayer sábado las calles del barrio del Realejo. La procesión de la copatrona de Granada fue seguida por numeroso público en todo su itinerario. El cortejo contó con el acompañamiento de numerosas hermandades.
Se ponían punto y final a los cultos del mes de octubre en el templo de Santo Domingo, en honor a Nuestra Señora del Rosario, con la salida procesional de la copatrona de Granada. Volvió a ser la de ayer una jornada intensa, que se iniciaba con la celebración solemne de la eucaristía a las doce del mediodía. En la misma, participó la hermandad patronal de Nuestra Señora de las Angustias. Fue precisamente el párroco del templo basilical de la Carrera el que predicó en esta eucaristía que sirvió también para que la Archicofradía del Rosario impusiera su medalla a los nuevos hermanos de la corporación.
El buen tiempo acompañó, ya por la tarde, la salida procesional de la Virgen del Rosario, que se presentaba en la calle de modo similar a como este año ya lo hizo en la jornada de la Magna Mariana. Se abría el cortejo con la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, de la hermandad de Semana Santa del Rosario, seguida de las representaciones de numerosas hermandades de la ciudad, tanto de penitencia como de gloria. También participaron representaciones de la Base Aérea de Armilla y del Madoc, así como del Ayutnamiento de la ciudad y de la Asociación de Vecinos del Realejo.
El paso procesional, bellamente exornado, estuvo acompañado por la Agrupación Juvenil "Virgen de la Cabeza", de Churriana de la Vega. El paso, llevado un año más a costal, estuvo mandado por Alberto Ortega.
También, dentro de los cultos celebrados a la copatrona, el pasado viernes acudía una representación del Ayuntamiento de Granada, con el teniente de alcalde Juan Antonio Mérida al frente, a los cultos al a Virgen del Rosario. De este modo se renovaba el Voto de la Ciudad realizado a la Virgen del Rosario en cumplimiento del cese de peste de 1679.
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