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La violencia religiosa y la crisis económica atenazan a Nigeria

Nigeria parece adentrarse en su peor crisis desde la guerra civil que sufrió a finales de los años sesenta. Si hace unos días la violencia religiosa dejó decenas de muertos en el norte del país, hoy los sindicatos han convocado una huelga general indefinida y miles de personas han protestado en las principales ciudades contra el Gobierno y la subida del precio de la gasolina.

Más de 10.000 personas han marchado por las calles de Lagos, la capital económica de Nigeria, entre el humo de neumáticos quemados. Había manifestantes que llevaban carteles con una imagen del presidente, Goodluck Jonathan, con cuernos de diablo y colmillos y poniendo gasolina en una estación de servicio.

Las fuerzas de seguridad han respondido con dureza y ha habido al menos un muerto en Lagos y dos en Kano, la segunda mayor ciudad del país, donde la policía ha disparado directamente sobre la gente, según los propios manifestantes.

 Jonathan retiró la subvención gubernamental a la gasolina desde el 1 de enero y su precio ha pasado de unos 35 céntimos de euro por litro a cerca de 75. Esta subida ha aumentado el coste de los alimentos y el transporte y ha sido la chispa que ha hecho explotar a la gente. En Nigeria, la mayoría de la población vive con menos de 1,5 euros al día y muchos hogares carecen de electricidad y agua corriente.

 Y eso a pesar de que el país es muy rico en petróleo y produce unos 2,5 millones de barriles diarios, pero la ausencia de refinerías hace que Nigeria exporte todo el crudo y tenga que importar gasolina y otros productos refinados.

 El presidente defendió su decisión con la promesa de que los entre 6 y 8 millones de dólares que se ahorrará el Gobierno se invertirán en las pobres carreteras y otras infraestructuras necesitadas por el país.

 Hay economistas que consideran que el subsidio favorece sobre todo a las clases media y rica, muy minoritarias, además de generar corrupción y suponer el desvío de fondos públicos hacia un cártel de importadores de gasolina.

 Pero esta subvención que mantenía la gasolina barata era, a ojos de la mayoría de la población, una de las pocas ventajas del hecho de vivir en un país productor de crudo.

 "La decisión del presidente Jonathan de eliminar la subvención a los combustibles en este momento ha sido desacertada", han señalado Chinua Achebe y otros 36 escritores nigerianos en un comunicado enviado hoy. "Ha forzado a muchos ciudadanos nigerianos a percibir a sus dirigentes como insensibles y desdeñosos hacia el sentir de su pueblo".

 Aunque la subida de los precios ha sido el detonante, los manifestantes también han protestado contra la corrupción en el Gobierno y contra la escasa respuesta de las autoridades a la ola de violencia religiosa que afecta al norte del país.

 Cerca de 40 personas murieron la semana pasada a manos de grupos armados, presumiblemente pertenecientes a la secta islamista Boko Haram, que entraron en iglesias en varias ciudades del norte y dispararon a los feligreses a quemarropa.

 Este mismo grupo ya se declaró responsable de una cadena de atentados que entre el 24 y el 25 de diciembre causaron la muerte a 49 personas. En todo 2011, Boko Haram acabó con la vida de más de 500 personas en Nigeria.

 El 1 de enero, una de sus facciones dio un ultimátum de tres días a los cristianos para que abandonaran el norte del país. Esta parte de Nigeria, más pobre, es de mayoría musulmana y se siente discriminada por el sur, principalmente cristiano.

 Miles de personas en el noreste han dejado sus casas en los últimos días y, según algunas informaciones, hay también musulmanes que están huyendo de algunas partes del sur por temor a represalias.

 "Tenemos el legítimo derecho de defendernos y haremos lo que haga falta", dijo el sábado el pastor Ayo Oritsejafor, presidente de la Asociación Cristiana de Nigeria. Oritsejafor añadió que las matanzas de Boko Haram sugieren "una limpieza étnica y religiosa sistemática".

 El presidente Jonathan aseguró ayer que Boko Haram tiene simpatizantes entre el Gobierno y miembros del parlamento y del estamento judicial. "La situación es incluso peor que durante la guerra civil", dijo refiriéndose a la guerra de Biafra, que entre 1967 y 1970 causó entre uno y tres millones de muertes en Nigeria.

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