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La sotana como trinchera · por Agustín Martínez

​Descargo de responsabilidad

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Qué alivio saber que, después de siglos de discreta neutralidad, la Iglesia española ha decidido por fin hablar alto y claro… sobre política. No habló durante 40 años de dictadura, claro. Entonces estaba ocupada bendiciendo fusiles, santificando a Franco y rezando por la salvación del alma nacional. Pero ahora, ante el intolerable escándalo de unas elecciones legales, un gobierno legítimo y un Parlamento que legisla, la Iglesia ha dicho: ¡basta! Ha llegado la hora de exigir elecciones anticipadas. ¡Milagro en el episcopado! Hay que reconocerlo: su sentido del timing es celestial. ¿Dónde estaban los obispos cuando las cunetas se llenaban de cadáveres y las aulas de crucifijos? Silencio piadoso. ¿Y cuando se censuraban libros, encarcelaban opositores o se prohibía el divorcio? ¿Donde cuando miles e niños y adolescentes han sido abusados por componentes de su plantilla? ¿Donde cuando algún Gobierno aprobó los brutales recortes económicos que arruinaron a miles de familias? Rezando por la unidad de España. Pero ahora, con un gobierno progresista, plural y algo tibio con los privilegios clericales, se desata el apocalipsis moral. Y como Dios no castiga pero vigila, el PP andaluz ha acudido en auxilio del Altísimo, firmando su propio Concordato infantil. Porque si hay algo que España necesitaba urgentemente, era hora y media de religión semanal obligatoria para niños de 3 a 6 años. A esa edad, cuando aún no saben atarse los zapatos, lo esencial es que aprendan que Eva salió de una costilla y que el pecado es hereditario. Educación para la fe, claro que sí. Neuroplasticidad al servicio del dogma. Así, mientras Finlandia enseña pensamiento crítico desde preescolar, nosotros enseñamos catecismo. Una hora y media a la semana para formar no ciudadanos, sino fieles; no mentes libres, sino almas dóciles. Que nadie se atreva a llamarlo adoctrinamiento: es ‘identidad cultural’. Como si la libertad de conciencia se aprendiera recitando los diez mandamientos entre canciones sobre el Arca de Noé. No sé el tiempo que le quedará a este Gobierno, pero seguro que el suficiente para denunciar el concordato y acabar con los privilegios económicos, fiscales y educativos de una iglesia que no acaba de entender que su reino no es de este mundo. Qué reconfortante ver que, cuando el incienso falla, siempre queda la presión política. Amén.

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