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La Semana Santa sigue marcando la duración de los trimestres y las vacaciones en los colegios

El sistema depende de las fiestas religiosas para fijar los periodos de vacaciones, a excepción de Cantabria, que ha implantado una propuesta rompedora
Docentes y educadores defienden el modelo cántabro, de un parón de una semana cada dos meses sin atender al calendario religioso, pero a las familias les plantea problemas de conciliación
Las comunidades tienen un margen de maniobra que ha hecho que este curso la mayoría fijen el parón la semana próxima y no la de jueves y viernes santo

España aún está lejos de revolucionar el calendario escolar. Nuestro sistema sigue dependiendo de las fiestas religiosas para decretar los periodos vacacionales, que se dividen en tres bloques que definen los tres trimestres académicos: Navidad, Semana Santa y verano. A excepción de Cantabria, todas las comunidades autónomas siguen fijándolo de esta manera, aunque con un pequeño margen de maniobra.

Este margen ha hecho que este curso una mayoría de autonomías haya colocado el parón escolar de Semana Santa una semana después de la que se corresponde con jueves y viernes santo. Media España no ha tenido vacaciones estos días pasados: vendrán la semana próxima, con el consiguiente quebranto que eso supone para los padres, pero para sonrisa de los maestros, que disponen de un calendario más racional.

Este año la luna y el calendario judío han sido benévolos con las escuelas. La Semana Santa ha caído relativamente pronto y eso ha facilitado las cosas. El año que esta festividad se celebra en marzo, las aguas bajan más tranquilas en los colegios. Las consejerías de Educación de las diferentes comunidades autónomas pueden hacer coincidir el parón entre el segundo y el tercer trimestre escolar con la Semana Santa y todos están (un poco más) contentos.

Los trimestres son más iguales entre sí, los alumnos no se cansan tanto como cuando aún después de la segunda evaluación tienen que seguir yendo un par de semanas a clase,  como ocurrió el año pasado, cuando fueron especialmente visibles los efectos de esperar a la Semana Santa. Pero, pese a ese margen, las comunidades autónomas siguen condicionando las vacaciones a la festividad religiosa.

Alberto Arriazu, presidente de Fedadi, la asociación de directivos de instituto de España, califica de “alucinante” que la Luna “nos condicione el calendario”, sostiene en alusión a que la Semana Santa se fija a partir del día de la Resurrección, que es el domingo siguiente a la luna llena del mes de Nisán, el primero del calendario judío. En román paladino, puede caer entre el 22 de marzo y el 25 de abril, con los desajustes que eso provoca.

El modelo rompedor de Cantabria

Pedagógicamente, dicen los defensores del cambio, además del “disparate” que en su opinión supone que las vacaciones bailen hasta en un mes en función de la luna, el modelo óptimo es  el que se ha implantado en Cantabria, que ha roto con el esquema tradicional y ha implantado un modelo parecido al francés.

Esto consiste, básicamente, en obviar todas las festividades religiosas a la hora de confeccionar el calendario y establecer cinco bimestres separados entre sí por una semana de descanso y vacaciones para todos, alumnos y profesores. De esta manera, el primer descanso cae a finales de octubre, el segundo en Navidad, el tercero a finales de febrero y el último a finales de abril-principios de mayo.

Maestros y educadores alaban este modelo. En Madrid, los sindicatos llegaron a pedírselo a la Consejería de Educación, pero el consejero lo rechazó el año pasado porque “las familias no lo quieren”, según afirmó.

Efectivamente, para padres y madres encontrarse con un hijo en casa una semana cualquiera del año no es la mejor perspectiva. “La conciliación se hace complicada”, conviene Leticia Cardenal, presidenta de Ceapa, la asociación laica de Ampas de España, y también madre cántabra. “Cuando cambió el calendario, el consejero se comprometió a que los centros abrirían y tendrían actividades, pero la realidad es otra”, lamenta Cardenal.

¿Le gustaría volver al antiguo calendario? “Tampoco. Pero si es algo tan importante, pedimos que lo valoren todos. Que alguien nos explique por qué es pedagógicamente tan bueno”, pide. ¿El descanso de los chicos tras el esfuerzo del trimestre y la evaluación no es suficiente argumento? “No vale porque no es tal. Les acaban llenando la semana de vacaciones de tareas”, replica. “Y al final los padres nos vemos con el problema de la conciliación y con el problema de los deberes”, remata. Que, por cierto, es otro de los frentes abiertos por la Ceapa,  en campaña contra los deberes.

Ocho de 17

Aprovechando este margen de maniobra con el que cuentan las comunidades autónomas, este 2018 solo en ocho de las 17 autonomías los escolares han tenido toda la Semana Santa de vacaciones, como venía siendo habitual. Son Andalucía, Madrid, Galicia, Cataluña, Castilla La Mancha, Extremadura, Canarias y Murcia las regiones que han optado por el calendario tradicional.

Sin embargo, en Castilla y León, Asturias, Navarra, Aragón, La Rioja, Valencia y las Islas Baleares solo han sido festivos el jueves y el viernes santo, y la semana de vacaciones queda aparcada hasta la siguiente, la primera de abril. Las consejerías de Educación achacan este cambio a cuestiones de duración de los trimestres.

“Cuando la Semana Santa es muy tarde, queda un segundo trimestre muy largo, y entonces lo cambiamos”, explican fuentes de la Consejería de Educación de Castilla y León, una de las comunidades que ha modificado su calendario. “Pero tampoco es excepcional”, matiza la portavoz. “Ya lo veníamos haciendo, lo que ocurre es que los dos años anteriores sí coincidió Semana Santa con las vacaciones y no hubo problemas”.

¿Eso quiere decir que este año sí ha habido quejas? “Las cofradías y las hermandades piden todos los años que coincidan las festividades con Semana Santa” y cuando no ocurre, protestan, responde. No pasará muchas veces más. “Hay una voluntad tanto de las Cortes, como del Gobierno autonómico de que a partir del próximo curso vuelvan a coincidir”, señala la portavoz, que esgrime la “fuerte tradición” en la región para justificar esta futura medida.

Una decisión que parece contradecir las palabras del consejero de Educación de la región del pasado mes de mayo, cuando afirmó que “los argumentos religiosos en un estado aconfesional son atendibles, pero no podemos poner el calendario escolar en función de criterios religiosos o antirreligiosos”, afirmó Fernando Rey.

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