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La Semana Santa que no va a misa

Ritos. Los cofrades reivindican su espacio en una celebración que va más allá de lo católico, apostólico y romano

La voz oficial de la Semana Santa convoca manifestaciones contra la Ley del Aborto, justifica el veto que aún mantienen algunas hermandades a las mujeres, se escandaliza con los matrimonios homosexuales, y considera que la fiesta es sólo para católicos, apostólicos y romanos. La realidad de esa misma Semana Santa dice otra cosa.

Ana Rosa Vega, 24 años, nazarena de La Bofetá, en Sevilla: "Yo no abortaría, pero creo que es necesaria esa ley para que la mujer que lo haga no sea condenada como el que mata a alguien a puñaladas". Rafaela Vázquez, 43 años, costalera de la Virgen de la Encarnación, en Córdoba: "Yo no me conformo con planchar las túnicas como quieren muchos".

Francisco Rastrero, 24 años, hermano de la Esperanza de Triana y de La Paz, en Sevilla: "Prometí no pisar una misa desde que un cura la usó para hacer apología contra los homosexuales". Salvador Henares, 21 años, costalero del Nazareno, en Torreperogil (Jaén): "Ni soy católico ni me hacen gracia las cosas de la Iglesia, pero me gustan las procesiones, me emocionan".

"Si la religión fuera lo único, a todos los católicos les gustaría y no es así"

Es el discurso extraoficial, el que apenas se oye ni sale en titulares de prensa, aunque impidió, por ejemplo, que prosperara la iniciativa de los lazos blancos promovida por la jerarquía eclesiástica contra la Ley del Aborto.

¿Por qué, si son mayoría, predomina la voz ultraconservadora? "La Iglesia oficial pretende hoy monopolizar la Semana Santa, intenta inculcar que la única dimensión verdadera es la religiosa según su propia definición de lo religioso y se embarcó hace años en una especie de operación rescate cuando se dio cuenta de que la celebración no estaba atada al nacionalcatolicismo y sigue siendo un fenómeno de masas", explica Isidoro Moreno, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Sevilla.

"A esa visión unidimensional, cuando no integrista, le interesa facilitar altavoces a la gente que en las cofradías se sitúa ideológicamente en ella o no se atreve a disentir en público", añade.

La alternativa a la voz de la jerarquía impidió el boicot a la Ley del Aborto

Fenómeno multidimensional

Moreno entiende la Semana Santa como un caleidoscopio, un fenómeno multidimensional en el que tiene cabida la religión, pero también lo social, lo cultural, lo identitario, lo económico, lo emocional "Quienes son incapaces de quitarse las gafas de un solo color, quienes practican un dogmatismo fundamentalista, sea el católico-apostólico-romano, el marxista reduccionista o cualquier otro, no entienden nada; es un mito que haya que ser conservador", sostiene.

De hecho, el primer alcalde republicano de Sevilla, Rodrigo Fernández y García de la Villa, fue el máximo dirigente de Los Negritos. "Si la única dimensión fuera la religiosa, a todos los católicos practicantes les gustaría la Semana Santa y no es así", insiste.

Como ejemplo del creciente intento controlador de la Iglesia, Moreno recuerda que hasta hace poco no era necesaria la partida de bautismo para entrar en una hermandad. Ahora, además, para pertenecer a la dirección, los candidatos deben certificar que tienen una situación conyugal "normal". Es decir, no pueden estar divorciados ni casados por lo civil. Y mucho menos con una persona del mismo sexo.

"Los hermanos mayores actúan como un lobby", explica un sociólogo

Presencia de homosexuales

El colectivo homosexual, muy presente en las hermandades, ha comenzado a ser incómodo para ese discurso oficial cuando la ley los ha reconocido. Los diseñadores Victorio & Lucchino, vestidores de un paso de San Esteban, fueron cesados de su cargo tras contraer matrimonio.

"Una cosa es la moralidad y otra saltarse las leyes aprobadas en el Parlamento", afirma Luis Borrego, un rockero de 21 años que no cree en Dios pero que no se pierde una procesión. "O la Iglesia se moderniza o se quedará sin gente", añade Ana Rosa Vega, que se considera católica.

Nono, de 23 años, es drag-queen y activista de la LGTB: "Me crié sujetando los alfileres a mi abuela mientras ella vestía a la virgen, luego lo empecé a hacer yo, hasta que he desistido este año porque no estaba siendo coherente con mis ideas".

Jesús Casado, amante de la Semana Santa y presidente de la asociación LGTB Somos, la más representativa de Sevilla en los noventa, habla sin tapujos: "Alrededor de cada imagen, hay un elevado porcentaje de gays". Y nada impide, sostiene, que "la vivencia laica coexista con la oficial".

"O la Iglesia cambia o se quedará sin gente", dice una chica católica

El discurso oficial, sin embargo, se empeña en lo contrario, como exaltó el pregonero de Sevilla el pasado año, Enrique Henares. "Se ha llamado matrimonio a lo que natural y jurídicamente nunca lo será (…), el aborto se facilita como una costumbre social (…), se persigue el desalojo de los católicos de la sociedad y de la cosa pública". La mayoría de los cofrades ni lo oyeron.

El de este año, por el contrario, estuvo a punto de ser boicoteado después de que su autor, Antonio García Barbeito, dijera en una entrevista a El Correo de Andalucía que él no era cofrade, que no iba a misa y que su religión era el Sevilla F.C.

Hasta el propio Barbeito, que cargó las tintas contra el mensajero injustamente, sucumbió al discurso oficial que intentó evitar y, según fuentes conocedoras del caso, tuvo que rendir cuentas hasta al arzobispo. En casos como este, Jesús Casado afirma sentirse "socialmente responsable de no haber hecho nada" contra esa oficialidad.

El poder de las juntas

"Una cosa es la moralidad y otra saltarse las leyes", afirma otro cofrade

¿Y si son tan pocos, por qué tienen tanto poder? Responde Moreno: "El conjunto de los hermanos mayores se ha convertido en un lobby porque lo han potenciado los ayuntamientos, sobre todo desde los gobiernos que dicen ser de izquierdas. Que el presidente del Consejo de Hermandades sea una autoridad en la ciudad no tiene sentido". Este periódico intentó, sin éxito, contactar con el presidente del Consejo, Adolfo Arenas. Tampoco fue muy coherente que la edil de Fiestas Mayores de Sevilla, Rosamar Prieto (PSOE), calificara el sermón de Henares como el pregón del pueblo.

El fenómeno ha sido usado también en beneficio de intereses personales, explica Moreno en su libro La semana Santa de Sevilla (Sílex).

El mismo Lopera, presidente del Betis, intentó ser primero hermano mayor del Gran Poder. Según Moreno, en las juntas abundan hoy "personas de clase media no muy destacadas en su ámbito profesional y social que pretenden llenar ese déficit de autorrealización con el cargo cofradiero". Para no pocos cobra más importancia el traje de chaqueta que la túnica de nazareno.

El pregón de este año en Sevilla estuvo a punto de ser boicoteado

José Díaz, un capataz cesado tras admitir a costaleras en una hermandad de gloria, dijo en unas jornadas recientes sobre mujer y ritos religiosos: "En las hermandades, es donde menos hermandad hay". Moreno finaliza la radiografía: "Considerar que la Semana Santa son las cofradías y que estas son las juntas de gobierno, es un error". Apenas vota un 30%. La Semana Santa no vive sólo en las iglesias. La Semana Santa está en la calle.

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