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La sanidad de Gran Bretaña destina 45 millones de euros cada año para sufragar al personal religioso

Los laicos piden que sean las iglesias las que asuman los gastos

Si alguien cae enfermo y termina en la habitación de un hospital, ¿qué prefiere?: ¿contar con un equipo suficientemente dotado de enfermeros y limpiadores o con los servicios espirituales de un capellán? Tony, un enfermo septuagenario con cáncer de piel, que ha pasado por varias hospitalizaciones, desea que "las salas sean un poco más limpias", pero reconoce que "los capellanes son importantes para mucha gente, sobre todo cuando ven el final cerca".

Los británicos se hacen estos días la pregunta porque se ha desvelado que la sanidad pública, siempre necesitada de fondos, destina 45 millones de euros al año para la nómina del personal religioso. La Sociedad Secular Nacional (NSS) ha echado cuentas y con ese dinero se podría pagar el sueldo de 1.300 ATS (Asistentes Técnicos Sanitarios) y más de 2.500 empleados de la limpieza.

"Creo que si a una persona se le da a elegir, elegiría a enfermeros y limpiadores, porque es un servicio que está al limite de sus fuerzas. Esa situación va a agravarse con la recesión económica y es importante que se hagan ahorros, en los puestos adecuados", dice Terry Sanderson, presidente del grupo secular.

Actualmente hay unos 400 capellanes en el Reino Unido con dedicación exclusiva y otros 3.000 más que trabajan para el sistema sanitario a tiempo parcial. Al salario, de unos 50.000 euros anuales, hay que sumar las contribuciones a la Seguridad Social, pensiones, costes de administración, entrenamiento y el mantenimiento de las capillas y salas de oración. Sanderson ha enviado los datos al secretario de Estado para la Sanidad, Ben Bradshaw, pidiendo la revisión de la forma en que se costean las prestaciones religiosas en los hospitales públicos. La diversidad de grupos étnicos y credos en el Reino Unido de hoy en día dispara aún más el presupuesto.

Cualquier hospital de una gran ciudad británica tiene como mínimo una capilla para los cristianos, una sala de oración para los musulmanes y otro habitáculo especial para la meditación espiritual de quienes profesan algún otro credo. En zonas como Leicester, en el centro de Inglaterra, donde hay una amplia comunidad de origen asiático, los hospitales cuentan con capellanes hindús, budistas y sijs.

Dedicación
La misión de los capellanes es visitar a los enfermos, confortar a las familias, administrar los sacramentos y aconsejar sobre problemas éticos. "Es un trabajo muy exigente, que a menudo se desarrolla en circunstancias difíciles. Los pacientes, los familiares y los empleados aprecian su buen hacer y su dedicación", señalan los responsables del la red sanitaria pública. En el bando secular no se discute ninguna de estas apreciaciones, ni se pide la prohibición de los religiosos en los hospitales. Lo que, en cambio, reclaman es que las respectivas iglesias corran con los gastos de sus hombres. Sanderson sugiere que sea la parroquia, mezquita o sinagoga local la que se ocupe del alma de los enfermos de su zona. "Mucha gente que va al hospital viene de un barrio próximo y sería mejor si su propio vicario, pastor, rabino o imán fuera a verle", sugiere. Para atender a los enfermos no creyentes, los seculares tienen a algunos de sus miembros trabajando sin cobrar.

"Hay demanda"
Paul Manson, un cura católico que trabaja en un hospital de Londres, defiende la exclusividad de su tarea porque "todos estamos muy ocupados". "No estamos allí –añade– tratando de encontrar algo que hacer. Estamos allí porque hay una demanda", afirma. La Iglesia de Inglaterra apuesta porque las cosas se queden como están. "Desde hace tiempo, tanto el personal médico como las iglesias han reconocido que el cuidado espiritual es una parte intrínseca del cuidado de la gente en el hospital", indica un portavoz anglicano. "La seguridad social paga a los capellanes — añade– porque considera sus servicios como parte de sus obligaciones en el cuidado de los pacientes, no porque las iglesias les fuercen a ello".

Nick Fennemore, que está a cargo de los servicios de capellanía de los hospitales de la ciudad de Postsmouth, cree que "hay un malentendido sobre nuestro trabajo. La gente piensa que solo nos encargamos de la muerte, pero eso es solo una parte de nuestro trabajo. Estamos allí día y noche".

Allan Hayes, de la Sociedad Secular Nacional, en Leicester, propone un debate público sobre la manera de pagar a los religiosos en los hospitales. "Es un asunto serio y necesita ser discutido", afirma.

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