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La república islámica de Imbaba expulsa a los barbudos

El odio contra la Hermandad se extiende por este distrito cairota El barrio albergó en los 90 un experimento islamista abortado

Un marasmo de medios de transporte se desliza por las callejuelas polvorientas del barrio cairota de Imbaba. Burros cargados de hortalizas, motocicletas con familias numerosas a bordo y ruidosos cochecitos de tres ruedas cruzan sin orden el vecindario. Abd, un conductor cincuentón vestido de galabiya (túnica), sorbe un vaso de té mientras observa la procesión sentado en un café y comenta las noticias. "Los Hermanos Musulmanes son los mayores terroristas del mundo", musita.

Imbaba no es un barrio obrero cualquiera. En los años 90 su caótica geografía fue convertida por un jeque en la bautizada como 'República Islámica de Imbaba'. La declaración concedió a los islamistas una fugaz experiencia en el poder. La violencia de esta última semana ha avivado en vecinos como Abd el recuerdo de aquel gobierno y la posterior represión policial que desarticuló el ensayo. "Estamos ante la misma situación. Los barbudos impusieron el terror en los noventa y ahora, cuando están por medio los Hermanos, siempre surgen los problemas", relata.

El distrito que hace veinte años se rindió al rigor fundamentalista y votó islamista en las elecciones parlamentarias de 2011 ha cambiado de bando. Tanto las acometidas policiales, con el desalojo de las acampadas y la detención de los principales líderes de la Hermandad, como la propaganda de los medios públicos han calado entre sus habitantes. "Los Hermanos han matado a sus propios camaradas, han repartido dinero por participar en las sentadas y han usado a niños como escudos humanos", despotrica el conductor sin salirse del redil oficialista.

El hombre aún recuerda al jeque Gaber y su séquito de barbudos que durante seis semanas de 1992 aplicaron una puritana lectura de la 'sharia' (ley islámica). Patrullaron el vecindario hasta limpiarlo de prostitutas y traficantes de droga, impusieron el velo, quemaron las tiendas de alquiler de vídeos occidentales, prohibieron las populares romerías ("muled") que retan la ortodoxia religiosa y obligaron a los cristianos a pagar un impuesto.

El destronado Hosni Mubarak liquidó el pulso en diciembre de aquel con el despliegue de unos 14.000 agentes de la temida Seguridad del Estado. Prometió aplacar las angustias de sus ciudadanos con ayudas económicas pero no lo cumplió. Imbaba resulta una ciudad poco propia para la esperanza. Las penurias no han variado. "No tengo dinero para alimentar a mi mujer y mis siete hijos", se queja Ibrahim, que según el día mercadea con dátiles o perfumes.

'Islamistas escondidos'

"Lo importante es que los Hermanos han sido liquidados, son peores que los caníbales y no saben de religión", agrega. El sol del mediodía aprieta y el comerciante busca refugio en el portal de un bloque de pisos cercano. "Los islamistas del barrio están escondidos y los hay que se han afeitado la barba por miedo a las detenciones".

El mensaje catódico vuelve ardua la tarea de localizar a las huestes de Mursi entre tantos partidarios del ejército. En una esquina, el vendedor de pan subvencionado declara sus simpatías por el presidente depuesto. "Soy muy pesimista. Los canales están atacando a la Hermandad y el pueblo está dividido", apunta. Los transeúntes no parecen estar de acuerdo e insisten en contar variopintas teorías sobre la cofradía: Hay quien sostiene que el líder de Al Qaeda Ayman al Zawahiri visitó el Sinaí durante la presidencia de Mursi y otro que acusa al ex mandatario de regalar varias ciudades fronterizas a Sudán o enviar el combustible a la franja palestina de Gaza.

Ni siquiera el barbudo Handim justifica la prolongada resistencia de la Hermandad y sus huestes. "La única cosa que hizo bien Al Sisi (comandante en jefe de las fuerzas armadas) fue echar a Mursi", dice el joven con su mujer oculta bajo un niqab poco antes de arrancar la motocicleta. "Ahora mismo no apoyo a ningún partido político. El islam nos prohíbe matar a musulmanes y cristianos y ambos bandos han hecho uso de la violencia", explica quien se reconoce salafista (ultraconservador).

La fobia a los Hermanos, que justifica incluso el baño de sangre, ha arruinado de momento la labor de caridad que desde hace décadas mantiene el grupo. Una ayuda vital en un barrio asolado por el analfabetismo, el desempleo juvenil, la ausencia se servicios públicos y el estado comatoso de la economía por la inestabilidad política.

Imbaba barrio cairota Egipto 2013

Una calle del barrio de Inbaba. | EL MUNDO

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