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La razón del islam

Leída completa en elmundo.es, la lección que el profesor Ratzinger pronunció en la universidad alemana de Ratisbona no puede engañar a nadie. Ratzinger no es un relativista. Es más: ha hecho de la lucha contra el relativismo uno de los ejes de su acción intelectual, política y religiosa. Ratzinger exhibe claramente en su lección de Ratisbona una de sus creencias medulares: no todas las religiones valen lo mismo.

Y désele al verbo valer la interpretación más vulgar posible: cuanto más vulgar, más cerca estará uno del pensamiento de Ratzinger. No es posible argumentar que el párrafo sobre Mahoma y la espada está fuera de contexto: el profesor sostiene a lo largo de toda la lección que, descontado un leve instante previo en la Historia, cuando Mahoma era perseguido («Ninguna coacción en las cosas de la fe», sura 2, 256), el islam no renuncia a la violencia para extender la fe y, en consecuencia, se muestra como una doctrina refractaria a la razón. Más precisamente: una doctrina donde la voluntad de Dios no está vinculada a ninguna categoría humana, sean la razón, la verdad o el bien. Sería inútil discutir aquí la plausibilidad del empeño de Ratzinger en identificar Logos (Razón y Palabra) y Dios. Tampoco es posible dirimir si hay un Islam razonable. Aunque en este punto pueden ser instructivas las palabras del arabista Malek Chebel, en Le Monde, que acaba de publicar, precisamente, L'Islam et la raison: «1492 es el fracaso del proyecto de un islam racional. En ese año los islamistas salen de la Historia y entran en ella los cristianos». Lo indiscutible, sin embargo, es el alcance de la lección de Ratzinger. A su antirrelativismo cognitivo y religioso se une su desprecio por el relativismo cultural, perceptible cuando alude a Europa, cuya superioridad ética y técnica están basadas, según el profesor, en el diálogo entre la fe bíblica y el pensamiento griego.

Aunque Ratzinger pide a los científicos un pensamiento crítico no sólo basado en la verificación, es obvio que su discurso presenta una tentadora prueba empírica en las reacciones que ha suscitado. Cuando Al Qaeda amenaza a los cristianos con la guerra santa (uno entre muchos ejemplos posibles de la cólera), está poniendo una poderosa nota a pie de página a las tesis de Ratzinger. Y también, por cierto, a algunos emblemas de nuestro tiempo: sean la Alianza de Civilizaciones o las causas (causas justas, queremos decir) del terrorismo islamista.

(Coda: «Los cristianos creen que uno es tres y tres son uno; que uno de los tres es el padre, el otro el hijo, y el tercero el espíritu; que el padre es el hijo y que no es el hijo; que un hombre es Dios y que no es Dios; que el Mesías es Dios enteramente y que, sin embargo, no es el mismo que Dios». Ibn Hazm de Córdoba, polemista incansable, en www.webislam.com/numeros/2002/186/temas/ibn_hazm_polemista.htm

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