Comentario ante la noticia de que en 2011 el Encuentro de la Juventud Católica se celebrará en Madrid.
Queridos/as amigos/as,
Como sabrán, y si no les doy aquí la noticia, ¡¡nos ha tocado el gordo!!. La gracia, (menuda gracia) en palabras del Cardenal Rouco, se ha derramado sobre España, a través del Papa, que graciosamente ha elegido Madrid, capital, como escenario de su Tour anual “Jornada Mundial de la Juventud 2011″.
Así pues, podemos prepararnos para el espectáculo. Millares de jovenzuelos mezcla de boyscouts y “amoalauras”, acopañados de monjitas y guías espirituales, guitarra en ristre, clamando como grupies desaforadas, en la primera línea de un concierto Pop. Sólo que en este caso el artista no se trata de un adolescente de mirada dulce y voz desgarrada que canta poesía y mueve las caderas, sino de un anciano de voz oxidada que a duras penas levanta la mirada y que cantar sólo canta misa, de la más antigua, en latín.
¿Dónde residen las claves del exitoso de este espectáculo anual con el que ni soñaría el mejor manager rockero? No nos engañemos, poco queda al azar. La potente máquina de promoción, viene apuntalada por el generoso eco que le otorgan los medios, habitualmente más comprometidos en la divulgación, cuando se trata de las actividades vaticanas, que de la mera información. La organización cuenta, además, con numerosos, innumerables, “club de fans” fuertemente financiados y repartidos a lo ancho y largo de todo el planeta que llevan “nombres de guerra” tan significativos como “los kikos”, “los legionarios”, etc, y que están perfectamente comprometidos en su labor de llenar el aforo en cada actuación de su estrella favorita. Como no podía ser menos, por último, los poderes públicos y más particularmente los representantes políticos, no escatimarán “colaboraciones” que irán mucho más allá de las que podrían considerarse suficientes para garantizar el éxito del programa.
Tanto dará que ellos mismo sean más o menos fans de este curioso ídolo de los jóvenes, ¿qué político renunciaría a beneficiarse de tal baño de multitudes si además intenta con ello contentar a unos promotores tan dados, bajo la amenaza ruidosa del fervor más fanático, a acaparar la agenda “cultural” de la “república” y sus fondos. Gracias a todo ello, las entradas serán gratuitas. Qué digo gratuitas, serán subvencionadas e incluirán transporte, bocadillo, banderola y fotocopias con las letras menos conocidas del autor de la banda.
Estemos atentos una vez más y preparados para ser tachados paradójicamente de extremistas e intolerantes, cuando solicitemos a los poderes públicos la mesura en el gasto, la distancia necesaria para ejercer su cargo de representación sin ofender las convicciones de sus representados y, si fuera posible, al menos, el mero y estricto cumplimiento de la ley en el espíritu de una Constitución que dice pretender la mejor convivencia entre todos.
Por lo demás, que ustedes lo pasen bien.
