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La ONU condena la «difamación de religiones» por presión del islam

COMENTARIO: Nuevamente lo religioso adquiere preeminencia sobre otras convicciones, incluso distorsionando un derecho de la persona para adjudicarlo a las religiones. Y lo más curioso es que desde ámbitso cristianos se critica esta resolución por cuanto puede amparar leyes de países islámicos, que se utilizan contra los cristianos.


En un ejercicio de «corrección política», el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas -constituido por 47 estados miembros de la ONU- ha aprobado una resolución en la que denuncia el «aumento de los estereotipos negativos raciales y religiosos en el mundo y condena toda incitación al odio religioso», un modo apenas solapado de repudiar las críticas al islam en los medios occidentales.
El texto aprobado en Ginebra fue presentado conjuntamente por Egipto y Estados Unidos. Desde su discurso en El Cairo, programado para atraerse la simpatía del mundo árabe, el hoy Nobel de la Paz Barack Obama ha multiplicado sus gestos en favor del islam, presentado por el presidente norteamericano como «una religión de tolerancia».
Numerosos países de Europa e Iberoamérica expresaron sus reservas sobre la resolución adoptada en Ginebra, por considerar que vuelve a recaer en el concepto de «difamación de religiones» que ya adoptó el Consejo el pasado mes de marzo, también por presión de los países musulmanes que lo integran.
No hay base jurídica
En nombre de la Unión Europea, el embajador francés Jean-Baptiste Mattéi señaló en Ginebra que se había alcanzado un difícil acuerdo en torno al texto. «El derecho internacional no protege ni debe proteger las religiones», dijo. Más explícito fue el representante chileno en el Consejo, que habló en nombre de sus colegas iberoamericanos. «El concepto de difamación se refiere a la protección de la reputación de personas y no de religiones», advirtió.
Pero el representante de Pakistán, portavoz de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) -el mayor grupo de presión musulmana-, se lamentó de que en el texto aprobado por el Consejo de la ONU no se utilice expresamente el término «difamación de religiones», aunque se felicitó de que se camine «en esa dirección».
«La Organización de la Conferencia Islámica se creó y actúa como una ONU musulmana -comenta a ABC Jean-Pierre Filiu, experto en «yihadismo» en el Instituto de Estudios Políticos de París- y está movilizada contra la islamofobia; la proposición de criminalizar la difamación de religiones pertenece a esa campaña, aunque eso suponga limitar las libertades».
La violenta campaña de protestas que vivió el mundo árabe tras el escándalo de las «caricaturas danesas», a finales del 2005, ha sido sustituida por una ofensiva diplomática dirigida a imponer una legislación internacional que limite la libertad de prensa.
Para ese propósito, el foro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU es un ariete excelente. Remozado en el 2006, el Consejo se sintió prestigiado el pasado mes de marzo cuando Estados Unidos maniobró para obtener uno de sus 47 escaños. La Administración Obama anunció entonces su intención de usarlo para encabezar una cruzada por los derechos humanos en el mundo. Pero el primer texto que apadrina es precisamente el que, en el fondo, pretende sólo repudiar los estereotipos contra los musulmanes.
«Es increíble que para su estreno en el Consejo, EE.UU. haya elegido un tema tan polémico», señaló un diplomático europeo a France Presse.
«Naciones Unidas se ha quedado presa del choque de civilizaciones -comenta el catedrático de Derecho Eclesiástico de la Complutense Rafael Palomino-; por un lado, un occidente permisivo y celoso de las libertades conquistadas; por otro, el mundo islámico, tremendamente sensibilizado ante cualquier trivialización o ataque contra la religión, sea éste de la naturaleza que sea».
En un comunicado dado a conocer el mes pasado, la Asociación por la Libertad Religiosa (IRLA), con sede en Washington, denunció los intentos del Consejo de la ONU, por considerar que «otorgan a los estados un instrumento para intervenir en materia religiosa». Lo demuestra, entre otros casos, la Ley de la Blasfemia vigente en Pakistán, que ha llevado a centenares de cristianos a la cárcel y a la muerte por su presunta difamación del Corán.
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