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La ola antiburka desborda a las cúpulas de los partidos

El PSC y CiU admiten que el tacticismo se impone por motivos electorales locales El Govern y grupos de inmigrantes temen que los musulmanes sean estigmatizados

Pocas veces la unidad interna en las cúpulas de los partidos y entre estas y sus dirigentes municipales se ha hecho añicos en tan poco tiempo. En 16 días la prohibición del burka ha pasado de ser una decisión unilateral de socialistas y CiU en Lleida contra el criterio de sus direcciones en Barcelona, a extenderse a una decena de ayuntamientos y forzar a los dos principales partidos a abrir la puerta a una regulación global.

La prohibición en la capital catalana ha hecho crecer la ola antiburka hasta unas magnitudes que destacados dirigentes del PSC califican en privado de muy preocupantes. «Estamos construyendo la casa por el tejado», afirman. Otros responsables socialistas no esconden que la presión ejercida por el PP en este debate, impulsando mociones prohibicionistas en todas las administraciones, ha movido al partido a evitar que los populares se apropien de esta bandera en solitario.

UN PROBLEMA QUE NO LO ES / Estos dirigentes admiten que las medidas tomadas en varios municipios tienen, por tanto, una motivación táctica y no tendrán efectos prácticos porque regulan «un problema que no es un problema». Un extremo que notorios conocedores de la inmigración musulmana, que representa a 400.000 ciudadanos en Catalu-nya, no comparten. Es más, avisan de que esta oleada reguladora puede alimentar el rechazo de esta comunidad hacia la sociedad de acogida.

También en CiU el desajuste interno es considerable. No en vano ha sido, junto al PP, uno de los principales impulsores de mociones contra el velo integral al mismo tiempo que el responsable de inmigración de Convergència, Àngel Colom, insistía en que este no es un debate prioritario y el diputado de CiU en el Congreso Carles Campuzano se desmarcaba públicamente del camino seguido por sus compañeros en Lleida, El Vendrell y Reus, entre otras ciudades. «Hiyab sí, burka no» es el resumen que un destacado dirigente de CDC formulaba hace unos días para explicitar que la táctica del partido consiste en trazar una frontera entre la aceptación del velo que no cubre el rostro, el hiyab, y el rechazo del integral. Quizá por ello CiU ha pasado en pocos días de proponer que se posponga el debate hasta después de las elecciones catalanas para evitar su uso partidista –según dijo Felip Puig– a anunciar ayer mismo que llevará la prohibición en el programa de estos comicios.

LA POSICIÓN REPUBLICANA / Tampoco ERC puede presumir de posición coherente. Sus responsables en El Vendrell se sumaron a la propuesta prohibicionista; sus ediles de Lleida se abstuvieron; el líder del partido, Joan Puigcercós, ha apuntado que el Govern «algún día» debería regular este asunto, y el responsable de Immigració de la Generalitat, el republicano Oriol Amorós, opina que el veto puede ser contraproducente.

Fuentes del Govern relacionan las prisas de algunos ayuntamientos por subirse a la ola contra el niqab con la presencia en esos municipios de la xenófoba Plataforma per Catalunya. Es el caso de El Vendrell, Cunit y Vic. Este último podría seguir el viraje de Tarragona y Barcelona, que han pasado de rechazar la restricción a impulsarla para evitar que el PP se lleve el protagonismo. Solo el PP e ICV, cada uno en un extremo, se mantienen coherentes.

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