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La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis (2018)

En esta sección incluimos artículos relevantes del ámbito académico con el objetivo de conocer la información o los argumentos que plantean en sus estudios, aunque Europa Laica no comparta las tesis que en los mismos se exponen. 


CONTENIDO

Palabras preliminares
Prólogo
Atisbos entre religión y política, Ariel Corpus
I. Ensayos y ponencias
Monólogo en voz alta sobre la historia de las relaciones Iglesia-Estado en México o el que se mueva sí sale en la foto.
Sobre dos datos estadísticos al vuelo o de por qué vivimos en otro país desde un 1 de enero inolvidable.
Política y nuevo régimen constitucional de las iglesias. Mentalidades, discursos, acciones.
Las elecciones de 2006 en México: una perspectiva protestante.
Juárez y el liberalismo en la historia de México.
Candidatos presidenciales y religión.
¿López Obrador: ¿un presidente evangélico en México?.
Minorías religiosas y laicismo: el caso de los protestantismos mexicanos.
Fe evangélica, bicentenario de la independencia y laicidad en México.
100 años de revolución en México: herencias y esperanzas fallidas.
Protestantismo y laicidad en México: herencia, mentalidad, política.
Protestantismo y guadalupanismo en México.
La beatificación de Wojtyla y los vaivenes religiosos de Calderón.
¿Pluralidad política u oportunismo de los evangélicos ante las elecciones?.
Calvinismo y federalismo en México: una modernidad periférica.
Laicidad: tolerancia y minorías.
Iglesias evangélicas y reconocimiento legal de los matrimonios igualitarios: un recuento cronológico.
Las iglesias evangélicas y el voto en el Estado de México.
Aarón Sáenz Garza: el protestante que pudo ser presidente de México.
Religión y elecciones 2018: “El punto de inflexión” de Morena y Encuentro Social.
Derechos humanos y Estado laico: nuevos rumbos para el debate.
Reacomodos coyunturales de los evangélicos en México: Elecciones y políticas públicas.25 años de observaciones y críticas.
II. Notas y artículos
Vicente Fox y las iglesias.
El escritor Carlos Monsiváis defiende el laicismo ante el presidente Fox.
Se espera determinación de la Suprema Corte sobre la matanza de Acteal.
Nuevos embates contra el Estado Laico en México.
Se consuma la ‘contrarreforma guadalupana’” en la Cámara de Diputados.
Aumentan las protestas contra los cambios al artículo 24 constitucional.
Senado ratifica Estado laico y establece libertad religiosa.
Finaliza sexenio cuestionado de principio a fin.
Iglesias y reforma energética en México).
Peña Nieto en el Vaticano: nuevas reflexiones.
Encuentro Social: primer partido evangélico con registro.
Lanza Encuentro Social primer anuncio televisivo.
Consigue registro el PES, partido de inspiración evangélica.
Hugo Éric Flores habla de Dios en la Cámara de Diputados.
Encuentro Social, nuevamente cuestionado.
III. Dos entrevistas
Emma Islas, “La iglesia no acepta que el modelo familiar cambió”.
Patricia Gutiérrez-Otero, El PES: protestantismo y política.
Procedencia de los textos

PALABRAS PRELIMINARES
No cabe duda que dar seguimiento a los temas de cierto interés obliga a poner en práctica el rigor metodológico,personal, un buen manejo de fuentes y hasta una toma de postura clara. La presente recopilación de textos intenta ofrecer un panorama de tres décadas de análisis puntual de las relaciones entre política y religión en México desde un punto de vista heterodoxo, es decir, con énfasis protestante. Para tal seguimiento se han sumado la afición propiciada por el ambiente eclesial, la formación académica y el curso de mismos acontecimientos en su aparatosa y contradictoria sucesión, y que en ocasiones ha chocado frontalmente con la orientación de quien escribe, educado en un ámbito de profundo respeto y práctica de la laicidad. No se oculta en absoluto que, al acometer este tipo de análisis, se mezclan continuamente las revisiones históricas, el enfoque sociológico y la perspectiva teológica, no siempre en ese orden, pues al contrario de lo que algunos otros puntos de vista promueven, semejante combinación de elementos es la que le ha permitido al autor plantear horizontes de juicio que, de otra manera, le hubieran resultado muy difíciles.
Es verdad que tomar el pulso a las diversas situaciones en las que convergen la política y la religión produce múltiples decepciones, pues los momentos en que se abordan son extremadamente cambiantes. Para la población protestante/evangélica de México (y de buena parte de América Latina) ha resultado escandaloso, por decir lo menos, el viraje ideológico que ha colocado a estas comunidades en la extrema derecha del espectro político,sobre todo si se discute a la luz del pasado liberal de las mismas. Para los evangélicos mexicanos, sin ser un dogma ni mucho menos, la figura de Benito Juárez y lo que él ha representado (los logros del liberalismo del siglo XIX en materia de separación de la Iglesia y el Estado, la legalización de la laicidad y la libertad de cultos,particularmente), durante mucho tiempo fue un aspecto intocable de la identidad religiosa heterodoxa y abiertamente disidente del catolicismo predominante. Ello en la búsqueda de valores cristianos que, sin imponerse al resto de la sociedad de manera autoritaria, permitiese abrir, literalmente, las conciencias a otras posibilidades de vida más acordes con una sana experiencia de la secularización, proceso histórico irreversible en la vida del país.
Pero, oh sorpresa, al decaer esta corriente ideológica como razón de ser de los gobiernos posrevolucionarios que ejercieron el poder durante buena parte del siglo XX (desde fines de los años 20 hasta 2000, aproximadamente), he aquí que el protestantismo se sintió huérfano y encontró en los postulados de la derecha una nueva manera de ser y de pensar. Esta ingrata contradicción, que ya no alcanzó a ver suficientemente Carlos Monsiváis (1938-2010), para quien el pensamiento ultra-católico impuesto desde las cúpulas episcopales católicas había experimentado varias derrotas históricas y culturales, se ha vuelto una feroz realidad en los años del siglo XXI que ya han transcurrido. Hoy es posible hallar varias expresiones políticas de ese conservadurismo en el ambiente evangélico que, envalentonado por las reformas constitucionales de 1992-1993, considera que ha llegado el momento de acceder al poder, así sea con las banderas menos esperadas. Es lo que se aprecia en estas fechas, a las puertas de las elecciones presidenciales de 2018, en las que mediante alianzas que en otros tiempos hubieran sido vergonzantes, un instituto político que triunfalista, pero falsa y abusivamente, se arroga la representación evangélica, participa en el proceso con la esperanza de conformar una bancada con suficiente peso, a imagen y semejanza de lo que ha acontecido en otros países latinoamericanos, con resultados en general bastante lamentables.
Otro tema central que ha ocasionado la redacción de este material lo constituyen las reiteradas violaciones al carácter laico del Estado establecido por la Constitución mexicana por parte de algunos gobernantes de todos los niveles, quienes en el afán de legitimar su actuación y congraciarse con sus electores, no han dudado en pasar por alto lo que la ley los obliga a cumplir irrestrictamente. Los dirigentes religiosos (sobre todo católico-romanos), a su vez, también han cometido estos delitos y se han sumado a la ya larga cadena de irregularidades en este sentido. Acaso el instante más grotesco fue la flagrante transgresión de Vicente Fox Quesada cuando besó el anillo papal siendo presidente de la República en 2002, con el insulso propósito de “dar a conocer su fe”, como si nadie en todo el país supiera acerca de su obvia filiación religiosa. Su burda expresión de fervor quedó como una advertencia de hasta dónde puede llegar la falta de respeto a la laicidad del Estado.
Las repetidas advertencias de los expertos acerca del comportamiento social de las nuevas jerarquías evangélicas (“amorfas”, como las definía en otro tiempo el profesor Jean-Pierre Bastian) se han vuelto realidad en la arena política transformada por el descrédito de los partidos políticos tradicionales que ha empujado hacia la conformación de conglomerados sociales movidos por las creencias religiosas, más que por las ideologías. El posible ascenso al poder presidencial de un líder que las ha manejado de acuerdo con sus intereses es una prueba clara del impacto tan fuerte que tiene ahora los “evangelismos políticos”, como los han denominado otros analistas.En la fuerza electoral de estos movimientos subyace un conjunto de prácticas comunitarias que fueron menospreciadas en décadas anteriores.
De modo que las preocupaciones acumuladas, la ansiedad por no dejar escapar los instantes cuestionables y la urgencia por que el análisis atrape algunas de esas circunstancias son lo que está detrás de estos ejercicios que ha parecido necesario recuperar con el propósito de contar con un panorama personal, visible, de la evolución de estos acontecimientos. Tal vez sea útil apreciarlos desde esa visión, más allá de su imposible objetividad, pero con la posibilidad de que articulen un discurso más o menos coherente y unitario. Es una lucha contra el paso delos años, que en ocasiones se “come” a los esfuerzos por mostrar fotografías de los hechos, dada su rapidez y fugacidad. Si se ha logrado algo resistir, en alguna medida, ese veloz transcurso mediante estos pequeños trazos,es posible darse por satisfecho. Quizá no sea así, y únicamente estos ensayos, ponencias, artículos, notas periodísticas y entrevistas sólo dejen constancia del testimonio de las acciones de los actores implicados, además de las variadas formas en que ha sucedido el pasado reciente mexicano. Ojalá este libro encuentre un lugar entre otros estudios similares que, desde otros horizontes de análisis, apuntan a la comprensión de las mismas realidades.


PRÓLOGO: ATISBOS ENTRE RELIGIÓN Y POLÍTICA. Por Ariel Corpus
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México

     La construcción del México moderno se ha desarrollado en una constante dialéctica entre lo político y lo religioso,sobre todo en la búsqueda por democratizar el primero y la reticencia del segundo por deslindarse de la vida pública. Lo anterior, se comprende ya que parten de dos enfoques distintos de legitimidad que están en franca competencia por la regulación de un orden social; es decir, del modo en que se establece o conforma la sociedad. En este devenir han existido episodios ríspidos desde los primeros intentos por separar ambas esferas a tal grado que se ha llegado a serios conflictos bélicos internos que, aunque pareciera que se han superado, han dejado hoy resabios que se nos presentan con nuevos matices.
En este intersticio entre la religión y la política, han tenido cabida diversos actores. Sin duda, la Iglesia católica,sobre todo la jerarquía eclesial, ha jugado distintos papeles, algunas veces desde la confrontación y en otras en alianza con el poder político. Muchos políticos no se han quedado atrás al pasar por alto la separación de poderes.Ejemplos hay muchos: desde un presidente que besa el anillo del Papa hasta una alcaldesa que entrega las llaves dela ciudad a Jesucristo. Tales anécdotas del folclor mexicano parecían lejanas décadas atrás, donde la relación aludida se desarrollaba en algún recoveco, en una curva no visible de las negociaciones.
Lo anterior, vuelve a situar lo religioso en el centro del análisis social para comprender la manera en que los propios actores van tejiendo estos vínculos. En este sentido, hay una preocupación latente por la correspondencia acaecida entre ellos, ya que la distancia que se había establecido fruto de las luchas liberales decimonónicas hoy parece más estrecha, ya que desde el gobierno del panista Vicente Fox la utilización de los símbolos religiosos ha sido una constante tanto en campañas electorales como en la actuación del servicio público. En este contexto, no sólo la Iglesia católica se ha visto implicada. Dentro de los nuevos actores que han irrumpido en el escenario sobresalen los evangélicos, principalmente pentecostales, quienes al despertar del letargo social en que se habían mantenido después de los gobiernos revolucionarios, han buscado ser agentes de negociación con el poder político.
Los evangélicos mexicanos han tenido un proceso de conformación muy largo. A finales del siglo XIX la adaptación de estas iglesias tuvo lugar a la par del liberalismo juarista, encontraron en esta postura política un modelo de participación política al lado de causas que buscaban reducir la actuación y privilegios del catolicismo cupular. Muchos de ellos venían de la milicia al participar en la guerra de Reforma, y algunos más se sumaron en alguna delas trincheras revolucionarias. Fueron, además, defensores de la libertad de cultos y el Estado laico, que les daba legalidad y protección en suelo patrio. Esta postura contradice muchos de los aspectos que hoy tienen los evangélicos,que, con excepción de un reducido grupo de iglesias, buscan incidir en el ámbito de las decisiones de carácter público fraguando alianzas con sectores conservadores a partir de la conformación de agrupaciones, confraternidades,organizaciones y partidos políticos, con lo que olvidan su historia como minoría religiosa y asumen una postura victimizadora hacia otros sectores, también, minoritarios. De lo expuesto hasta aquí, el presente libro de Leopoldo Cervantes-Ortiz nos brinda un amplio panorama que a lo largo de tres décadas ha observado, reflexionado yanalizado. Se vuelve, así, un ávido lector de la coyuntura político religiosa. Con su estilo narrativo e incisiva crítica,aborda una serie de temáticas que están atravesando el debate en cuestión, y ofrece a quien da lectura elementos para construir una opinión más acertada de lo que sucede en esta relación. De lo señalado, consideraré algunos elementos que me parecen son transversales al escrutinio que ha desarrollado Cervantes-Ortiz desde hace 30 años.
En su búsqueda constante de fuentes, así como el conocimiento que tiene de los actores políticos y religiosos,nos da la pauta para observar cómo éstos han evolucionado (o se han modificado) en tres décadas. Lo anterior es sumamente útil ya que entiende a diversos personajes e instituciones en una visión más amplia al mero momento que se nos presentan en la coyuntura. Así, se pueden notar las constancias o los cambios, y la manera en que han constituido sus agendas desde tiempo atrás, o bien sus intervenciones en momentos claves de la discusión política.
Dentro de estos actores, enarbola una dura crítica al espectro evangélico, sobre todo a varios personajes caracterizados por su pragmatismo político que se asumen hoy como representantes de un “pueblo evangélico”. Empero, como gran conocedor de la historia del protestantismo en México, Cervantes-Ortiz hace un extrañamiento de la manera en que el protestantismo liberal ha perdido su base ideológica y ha encontrado en las lecturas fundamentalistas nichos ideológicos para asentarse en el presente.
Lo señalado arriba no debe tomarse a la ligera, ya que los actores evangélicos quienes se posicionaron como defensores de la libertad religiosa y el Estado laico, hoy pueden llegar a tener una amplia responsabilidad en caso de llegar a fracturar estos elementos que fueron pauta para su desarrollo. En este sentido, el triunfalismo evangélico -como lo ha llamado en distintas ocasiones el autor de este libro- y lo acrítico que son frente a los problemas fundamentales del país, limitan el desarrollo de posturas progresistas, y se vuelven hacia aquello que tanto llegaron a criticar décadas atrás cuando reclamaban al Estado mexicano una política sin privilegios para la Iglesia católica.
Teniendo en cuenta lo dicho, otro de los aspectos que atraviesa la discusión y el análisis de Cervantes-Ortiz tiene que ver con la actuación de estos sectores que se han sumado al catolicismo conservador para frenar una serie de derechos obtenidos por sectores subalternos. Por ello, el autor sigue las pugnas en temas como el matrimonio igualitario, la interrupción legal del embarazo, la tolerancia religiosa, las elecciones políticas, la formación de un partido confesional y una amplia miscelánea de temas que permiten dar cuenta del modo en que se ha venido constituyendo una tendencia conservadora al interior de las iglesias con eco en algunas posturas políticas.
De lo último es notorio su interés en evidenciar como los sexenios panistas fueron mermando la separación de esferas. El ya mencionado Fox en el despliegue del estandarte guadalupano, la sumisión mostrada ante Juan Pablo II y en la decisión de otorgarle la Secretaría de Gobernación a Carlos Abascal, que en vida fue un fiero opositora los derechos sexuales y reproductivos. También en la figura de Felipe Calderón, donde Cervantes-Ortiz indaga sus nexos con Casa sobre la Roca, iglesia de corte neo-pentecostal pastoreada por Alejando Orozco y su esposa “Rosi”.
Pero también, enfatiza bastante en la cercanía de los evangélicos con el poder, en particular del Partido Encuentro Social (PES) que a escasos días de las elecciones presidenciales del 2018 comparte la coalición con el candidato puntero en las encuestas. Cabe recordar que el mismo PES estuvo un año antes en alianza con el PRI, PV y PANAL en el Estado de México.
De estas relaciones, problemáticas o fenómenos que están pasando en el escenario político religioso actuales necesario tomar algunas posturas. La primera tiene que ver con observar críticamente lo que se ha dado por llamar fundamentalismos religiosos, mismos que transitan de las lecturas conservadoras de sus textos bíblicos a lo que llaman una “fe activa”, y que se han articulado con lo político en agendas muy específicas que refieren a la moralidad sexual y que conglomeran diversos grupos religiosos que anteriormente parecían distanciados, como los católicos y evangélicos, resultando de ello una especie de ecumenismo de derecha, mismo que suele ser muy beligerante. De estos resulta necesario analizar su desarrollo, nexos y actuación en el próximo sexenio. Pero también, el trasfondo delos conceptos (como libertad religiosa, derechos humanos de los ministros, laicidad positiva, etc.) que enmarcan en una narrativa que pretende modificar lo sustancial de la laicidad. La segunda, tiene que ver con la necesaria consolidación del Estado laico, también presente en las discusiones de este libro. La laicidad es uno de los aspectos más importantes para la vida nacional. La ruptura que propició las Leyes de Reforma en el siglo XIX ha dado la pauta para una sociedad plural que da cabida y garantía a diversas expresiones de fe. En su fundamento, se trata de un marco idóneo que pondera la no preferencia del Estado sobre alguna religión en menoscabo de otras. Empero, no se queda sólo en la oportunidad de profesar la fe de preferencia, también en no hacerlo sí así los individuos lo consideran.Aún más, es gracias a este marco normativo que se han ganado diversas luchas a favor de los derechos humanos.
Centrar la mirada en este intersticio es un ejercicio destacable que por tres décadas ha efectuado Leopoldo Cervantes-Ortiz. Su análisis puede entenderse también como una compilación para entender el devenir de lo político y religioso, y del cual pareciera que, ante el avance del proceso secularizador, las posturas de estos dos campos en lugar de distanciarse, se estrechan.
Sirvan las presentes líneas para propiciar nuevas rutas de reflexión y temas por escudriñar. Que contribuyan así al conocimiento que el ser humano debe tener de sí mismo. Maestro, enhorabuena por estas tres décadas.

……………….

Leopoldo Cervantes-Ortiz

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