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La lucha de prolaicos y religiosos, origen de las crisis en Turquía

El proceso de prohibición que logró evitar el partido gobernante en Turquía es el último episodio de una larga lucha de influencias y de poder entre los prolaicos más radicales, herederos de la ideología 'kemalista', y los conservadores religiosos, destacan los analistas.

Seis de los once jueces de la Corte Constitucional turca votaron por la ilegalización del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), pero la mayoría cualificada necesaria era de siete votos.

"La tensión entre laicismo e islam es una historia muy antigua que se remonta, sin duda, a la fundación de la República, en 1923", subraya Rusen Cakir, editorialista del periódico Vatan.

"En el proceso lanzado por la Corte Constitucional, todo era legal, pero el problema es que concierne a un partido en el poder (que ganó las elecciones) con 47% de los votos", según Cakir.

"El laicismo está instrumentalizado, se trata de una lucha entre las nuevas élites, que tomaron el poder político y económico y no quieren compartirlo con las antiguas (élites), que no quieren abandonar el poder".

Los dos campos son difíciles de definir.

Los prolaicos vienen del ejército, siempre vigilante del 'kemalismo', de Kemal Ataturk, fundador de la República sobre las ruinas del imperio otomano. El ejército interpreta de manera estricta la separación entre Estado y religión.

El aparato judicial es su apoyo seguro.

"Los prolaicos no se resumen a una minoría elitista que se aferra al poder", señala Nuray Mert, politóloga y columnista para el periódico Radikal.

"El laicismo tiene raíces más profundas y una base social que incluye las clases medias urbanas, o incluso los alevíes (una secta heterodoxa musulmana) que también perciben el islam conservador como una amenaza", añade.

Al otro lado, los recién llegados al poder, entre las manos del Partido de la Justicia y el nuevo AKP, surgido del movimiento islamista, que se niegan no obstante a ser etiquetados como tales. Incluye a las masas rurales de Anatolia pero también a una parte importante de las ciudades, donde el AKP es en muchos lugares el primer partido, como Estambul o Ankara.

La clave está en el poder político pero también en el económico.

Mehmet Altan, profesor de Economía en la Universidad de Bahçesehir en Estambul, destaca la buena posición económica de los recién llegados.

"En la Cámara de Industria de Estambul, los últimos cincuenta inscritos vienen todos de Anatolia. También están en la Tusiad (organización patronal). La liberalización de los años 1980 bajo el presidente Turgut Ozal les permitió acumular el capital gracias a la apertura al exterior y a las exportaciones", precisa.

"La circulación de este capital cambia la cultura de Estambul y de Turquía, es la llegada de los conservadores musulmanes, que tienen otra forma de vivir", explica Altan.

Según la politóloga Mert, la crisis comenzó con la elección del presidente Abdulá Gul, del AKP, en 2007.

"Para los prolaicos, esto quiere decir que en los próximos años, Gul va a poder escoger a sus conocidos para nombrarlos en la Corte Constitucional. Es la última etapa de su pérdida del poder", concluye.

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