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La ley religiosa judía amenaza a las mujeres israelíes

La mayoría de los niños israelíes aprenden en las escuelas financiadas por el Estado que las mujeres existen para uso de los hombres. Ese concepto modela su mundo.

Muchos de los que protestan en contra de silenciar el canto de las mujeres laicas actúan hipócritamente. Israel envía a la mayoría de los alumnos identificados como judíos- de primer grado a escuelas estatales que son escuelas religiosas. Tanto si son parte del sistema de escuelas públicas como si están dirigidas por los ultraortodoxos, estas escuelas, a pesar de que reciben subsidios del Estado, son responsables de segregación sexual inconstitucional.

No estamos simplemente hablando de silenciar el canto de las mujeres. Toda la verdad se pone de manifiesto en las dos historias de la creación que aparecen en el Génesis. En la primera Dios crea a la vez a la mujer y al hombre. En la segunda Dios crea al hombre primero y después a la mujer a partir de una costilla del hombre.

Hay una explicación canónica ortodoxa de esta contradicción: Dios creó a la mujer y al hombre juntos, pero el hombre quería gobernar a la mujer. Ella no quería gobernar, sino únicamente ser independiente. Así que el hombre abusó de ella hasta que Dios le dio alas y voló lejos. Se llamaba Lilith. Fue la primera Eva, y la primera feminista, la versión femenina de Satanás.

Dios comprendió su error. La segunda Eva, la mujer de nuestro mundo, nació de una costilla del hombre para que pudiera ser un órgano entre sus órganos. Es por eso que nuestros sabios, como Maimónides, Najmánides y otros líderes rabínicos, la denominaron “una cola” -ya que las mujeres deben saber que existen para servir a los hombres en tanto el "uso" y el "sexo"-. Esto es lo que la mayoría de los niños israelíes aprenden en las escuelas, financiadas por el Estado, que modelan su mundo.

Y eso no es todo. Este país se rindió desde el principio, al decidir que el matrimonio en Israel sólo es jurídicamente válido si lo llevan a cabo las autoridades religiosas ortodoxas, en el que el padre de una mujer la vende a un nuevo dueño, que pasa a ser su marido. La misma transacción que la gente utiliza para comprar ovejas y corderos.

La religión existe dentro de la dialéctica del precepto y la realidad. El judaísmo, así como el cristianismo y el Islam, se llenaron de restricciones basadas en la tradición aceptada y la respuesta de cada religión a la persecución. Sin embargo, uno de los fundamentos de la orientación rabínica es que un rabino debe aconsejar a los otros que se adhieran a un precepto dado si él cree que le escucharán, pero no debería hacerlo si piensa que no lo seguirán. En otras palabras, la medida en la cual se hace pública la constricción depende de la evaluación de cuantos le presten atención.

La moderación religiosa depende, pues, del muro de hierro de la realidad. Cuando los niños empujan contra la pared y se dan cuenta de que se mantendrá intacta, la estabilidad del muro les enseña los límites. Pero, ¿qué pasa si se mueve la pared? Es razonable esperar que el niño se vuelva loco. Eso es lo que sucede con la religión, cuando el principio de la realidad se retira; las restricciones no tienen límites.

Los no-judíos, desde el punto de vista de la ley religiosa judía o Halajá, no pueden ser ciudadanos de la Tierra Santa. Y la prohibición con respecto a las voces de las mujeres no se aplica sólo al canto, de acuerdo con el fallecido jefe sefardí Rabino Mordejai Eliahu, quien dijo que los hombres no deberían escuchar nada de lo que las mujeres dicen que vaya más allá de los asuntos cotidianos.

El diputado Yaakov Katz de la Unión Nacional, que está estrechamente identificada con mencionado rabino Eliahu, está detrás de la llamada "Ley Grunis", que busca allanar el camino hacia la Corte Suprema de Justicia a Asher Dan Grunis quien, de esta manera, se convertirá en presidente del tribunal y, en última instancia, a eliminar lo que Katz concibe como la "banda de miserables" de la Corte Suprema de Justicia y convertir a Israel en una teocracia.

Katz también es discípulo del rabino Yitzhak Levanon, quien recientemente dijo que era mejor para los soldados varones hacer frente a un pelotón de fusilamiento que escuchar a cantantes femeninas. Este verano, también determinó que ninguna mujer debe ser nombrada para cualquier tarea. Ocurrió en el contexto de un comité de selección en un pequeño asentamiento. Inmediatamente después, Katz patrocinó la Ley Grunis, que estaba destinada a impedir que la jueza Miriam Naor se convierta en presidenta de la Corte Suprema. Hoy en día la coalición tiene previsto llevar a que esa ley se apruebe.

Sólo hace una semana, la actual presidenta de la Corte Suprema, Dorit Beinisch, pidió parar la ola de legislación relativa al sistema de justicia. Pero, de nuevo, ella es sólo una mujer. Después de eso vino una advertencia de EE.UU. La secretaria de Estado Hillary Clinton, habló de la falta de respeto a la jueza. El ministro del Interior, Eli Yishai, rápidamente aclaró que todo lo que se está haciendo es de acuerdo con la ley.

Naor advirtió del riesgo en que se incurre con la colocación de etiquetas políticas a los jueces. Pero esas fueron advertencias de una mujer. Así es que aquí no se trata de cualquier juez, sino del presidente de la Corte Suprema a punto de ser nombrado por una ley ad hoc, mientras que el juez en cuestión deja en claro que él sí tiene intereses creados y trabajará para evitar que la corte se derrumbe por leyes inconstitucionales. Los que están detrás del proyecto de la ley Grunis han dejado claro que una vez que se jubile, la práctica de nombrar al presidente del tribunal sobre la base de la antigüedad se acabe y el peligro de tener juezas se eliminará.

Detrás de cada declaración de estilo halájico, se encuentra un hombre. Esta semana fue el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, que les dijo a los rusos lo que él considera que es la democracia y las elecciones democráticas. La Corte Suprema es el último muro de hierro de la democracia israelí, y lo están aplastando. Si la pared se mueve, todas las fronteras podrán violarse. Una vez que la Corte Suprema de Justicia deje de intervenir, es de esperar que se descalifique a todos los partidos árabes para las próximas elecciones, y eso es sólo el principio.

El deseo de Grunis de que lo nombren presidente del Tribunal Supremo es comprensible. Pero no de esta manera. No a este precio. No como un emisario para deshacerse de la "miserable pandilla". No como alguien con quien los señores de la halajá fácilmente se darán la mano y cantarán, porque él es un hombre. Con esto, está prohibido cooperar.

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/jewish-religious-law-threatening-israeli-women-1.400910

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