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La lengua de las mariposas y el crucifijo en la papelera

El exterminio del laicismo en la escuela pública sigue siendo uno de los grandes éxitos de los golpistas del 36

En la última lección que dio como maestro, a Arximiro Rico le quitaron los ojos, le cortaron la lengua y lo reventaron a palos y tiros. Era septiembre de 1936. José María Maravall ha escrito que las ejecuciones de cientos de maestros republicanos tenían como objetivo acabar con el progreso educativo y cultural, que las crueldades personales como la vejación y tortura mortal de Rico estaban guiadas por razones políticas y que buena parte de la responsabilidad correspondió a curas católicos, que elaboraban las listas negras y acompañaban en los fusilamientos. Objetivo: desterrar el laicismo a lomos del terror. Con la bellísima metáfora de La lengua de las mariposas, va para diez años, Cuerda, Azcona y Rivas resucitaron en Fernán Gómez a uno de aquellos maestros asesinados por conducirse como educadores en la libertad, incluida la religiosa.

Un algo más tarde de la ejecución de Arximiro, en la campaña de las elecciones generales de octubre de 1982, una maestra del grupo escolar de La Malahá (naturalmente, Granada) encuentra un crucifijo en una papelera. En pocas horas se organiza una misa de desagravio a la que asiste el gobernador civil quien, seriamente afectado, enfatiza su firme voluntad de llegar hasta el final: “Se trata de un hecho intolerable”. El hecho intolerable tardó muy poco en aclararse: durante el fin de semana hubo mítines de socialistas y comunistas en el grupo escolar; la maestra encuentra el lunes el cristo en la papelera y un fuerte olor a tabaco. Socialistas, comunistas, tabaco, ergo misa de reparación.

El desagravio con gobernador, cincuenta parroquianos y muchos de los niños del centro escolar se trueca en esperpento cuando las limpiadoras de las escuelas declaran que no es la primera vez que encuentran el crucifijo (fabricado con un plástico de baja calidad) en el suelo de esa clase de párvulos, que la papelera se solía colocar justo debajo por lo que no hubiera sido nada sobrenatural que se hubiera caído dentro. La historia demuestra dos verdades fundamentales. Una: como sostiene con reiteración afilada un excelente periodista y amigo, estas cosas sólo suceden en Granada. Dos y sobre todo: que la política de exterminio del laicismo de los maestros de la enseñanza pública seguía siendo, apenas unos días antes de la primera gran victoria de Felipe González, un rotundo éxito.

Veintimuchos años después de la primera victoria socialista, el padre que logró la retirada de los crucifijos de las aulas de un colegio público de Valladolid, recurriendo a los juzgados para que se cumpliera la Constitución, explica con amargura cómo algunos profesores y alumnos insultan a su hija, arropados por la ira de Rouco y los ecos de la derecha cómplice y de la tibia izquierda. Se trata de los mismos insultos que acompañaron a Fernán Gómez/Arximiro Rico en el camión que le llevaba a su último viaje. Muchos de los que salieron con el alma encogida de aquella película son los mismos que, llegado el tiempo del azahar, salen a procesionar cristos y vírgenes con rictus de recogimiento… De alcalde/concejal socialista.

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