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La Iglesia vota a Democracia Nacional

A la Iglesia católica siempre le ha gustado arrimarse a la derecha, y viceversa. Ya sea el Partido Popular, Democracia Nacional o el franquismo, los obispos siempre se han arrimado a estas ideologías por ser las que mejor casan con las expectativas terrenales de la institución que les da de comer.

La religión como medio de poder es un valioso mecanismo para controlar masas. Si una institución es capaz de dirigir el comportamiento de sus seguidores, se sabrá poderosa, y no le faltarán motivos. El decidir sobre lo que es bueno o malo y actuar según unas reglas que dispone la Iglesia tal y como le conviene es una de las armas más poderosas de las que se han valido las civilizaciones, donde el control del miedo, las creencias y los afectos han estado y están sometidos a la voluntad de unos pocos: los que manejan los diferentes cotarros religiosos.

La relación con la derecha le viene de antiguo. Digamos que la izquierda surge como contraposición a la ideología y práctica políticas imperantes durante siglos. Para entender la razón de ser de la Iglesia católica hay que acudir a su introducción en la Roma imperial, el ascenso dentro de la misma y la caída del Imperio occidental. De dar de comer al hambriento, el catolicismo supo adoptar desde muy pronto la forma de gestión romana, y su dios y el césar fueron un todo difícil de dilucidar durante siglos.

Con el ascenso de las izquierdas y las revoluciones que ha caracterizado los últimos 200 años, la Iglesia ha promulgado el absolutismo y se ha arrimado a quien comulga con sus intereses, o los ha impuesto. La libertad y la religión son lo que el aceite al agua. La libertad de expresión, de pensamiento y de acción no conviene a la Iglesia, pues pensar en algo distinto de que su dios no existe, es negar su existencia y por tanto no sucumbir a su voluntad. Lo mismo que se puede pensar en términos religiosos, el libre podría ejercer su derecho de libertad políticamente y, en esto, los grandes elementos del poder económico (a los que el capitalismo los hace ser lo que son) y político también se oponen a que el individuo saque los pies del único plato que se le concede y del que se dice que es su destino.

Los poderes religioso y económico son los más interesados en que la gente no se le vaya de las manos, pues sus formas de vida peligran si uno no comulga ni con dios cualquiera ni con el empresario. ¿Pero qué interés tiene la política en todo esto? La derecha es la forma política de la nueva sociedad donde la llamada democracia se impuso (o fue impuesta de una forma determinada, de tal modo que no molestase demasiado). En este grupo político están implicados todos los elementos de poder anteriormente citados.

No es este el lugar de precisar cada frase, pero grosso modo he expuesto una descripción de una realidad que por sí misma nos da las claves para entender por qué la tele de los obispos en Huelva (Antena Huelva Popular TV) se ha convertido en Huelva en la voz de los nazis y por qué el Ayuntamiento de esta capital andaluza, gobernado con mayoría absoluta por el PP, financia no sólo la emisión de esta tele pirata, que no tiene concedida tampoco la licencia de TDT, y 1.300 euros de sueldo a su presentador estrella, dueño a su vez de la radio homónima, pirata también.

Al Ayuntamiento de Huelva no le basta con haberse montado para beneficio ideológico, partidista y electoral del PP una televisión municipal, sino que además desembolsa el dinero que dice que no tiene para las cuestiones fundamentales de la ciudad en derroches como estos, tan escandalosos como la subida de sueldo del alcalde, que gobernando una ciudad de 150.000 habitantes, cobra más que el presidente del Gobierno, que el de la Junta de Andalucía y que la misma presidenta de la Diputación de Huelva.

La cobertura informativa que concede la tele de los obispos a Democracia Nacional sólo se comprende si se atiende a la historia del siglo XX en España. La ideología fascista es primordial para que la Iglesia siga ostentando el poder, como en el franquismo, donde a los cristianos de pro no les importó ser cómplices o ejecutores de los fusilamientos, raptos de niños y demás fechorías con tal de que no triunfaran las libertades. En una época como esta en la que la libertad de expresión se ha visto alimentada por las nuevas formas de vida y los nuevos medios de comunicación, como los blogs en Internet, a más de uno se le puede ir el poder de las manos si se permite que los antes fieles puedan acudir a otros evangelios. El pensamiento absolutista es conveniente, pues, para los objetivos eclesiásticos, donde el dios de la Biblia es lo de menos, siempre que el señor obispo tenga la panza llena.

Es curioso, por otra parte, que los partidos de la derecha tengan nombres que contradicen la esencia de estos grupos, como es el caso del Partido Popular y de Democracia Nacional, ya que el primero no es el partido del pueblo, sino una alianza de franquistas, y el segundo un partidillo de ridículos y cobardes neonazis, cuya idea democrática es sólo etimológica, atendiendo a lo que ellos consideran el pueblo, donde sólo las personas pueden conformarlo, y de todos es conocido que no todos los homo sapiens son considerados como tales para estos ignorantes.

El periódico Odiel Información de Huelva, de línea editorial progresista (no obstante, hasta hace dos años propiedad del Grupo PRISA), se ha sentado dos veces en los tribunales por denunciar informativamente las actuaciones del partido nazi Democracia Nacional y en ambas ocasiones ha salido absuelto, a pesar de que el diario se ha declarado culpable de ser defensor de la libertad. Es, por eso, que llama a las cosas por su nombre.

Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista.

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