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La Iglesia ve más drama en el aborto que en la crisis

Rouco menosprecia la tasa de paro ante la interrupción del embarazo o la regulación de la eutanasia

El aborto y la eutanasia son la manifestación de una crisis "mucho más honda" que el paro o la recesión económica, según manifestó ayer el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, durante su homilía en la Misa de la Familia que se celebró en la madrileña plaza de Colón.

Miles de familias, en su mayor parte pertenecientes al Camino Neocatecumenal conocidos popularmente como los kikos, acudieron a la cita, muchas menos que las previstas por la organización se hablaba de medio millón y, por supuesto, a años luz del millón de asistentes que algún miembro del Arzobispado de Madrid quiso dar como cifra oficial. Estimaciones oficiosas, teniendo en cuenta que no se llenaron las avenidas contiguas y que sólo la plaza de Colón y los aledaños de Recoletos y Castellana tenían una fuerte confluencia de público, cifran la asistencia en torno a 80.000 fieles. El coste de la iniciativa superará el medio millón de euros, sin contar la generosa aportación logística del Ayuntamiento de Madrid.

La organización multiplica la cifra de asistentes hasta el millón

Menos críticas políticas

A diferencia de años anteriores, no fue un acto de crítica frontal al Gobierno socialista, pero sí un continuo goteo de causas que han de llevar a las familias católicas a "afrontar su responsabilidad histórica" con su "presencia pública" en una de las "horas más dramáticas" para la historia de Europa. En su intervención, Rouco Varela trazó un panorama desolador, un "periodo de verdadera ceguera" en el que "se cuestiona y se niega la verdad del hombre y de la familia" y cuyas consecuencias negativas "no se harán esperar" en la sociedad.

"Se ciegan las fuentes de la vida con la práctica permisiva del aborto. Se banaliza con la eutanasia hasta extremos, hasta hace poco impensables, la responsabilidad de vivir y de respetar la vida del prójimo. ¡El derecho irrevocable a la vida queda profundamente herido!", sostuvo el arzobispo de Madrid, quien insistió en que "una sociedad libre y justa no se puede dar sin el matrimonio y la familia".

Los obispos piden a las familias "coraje" frente a aquello que las "destruye"

"¿Es que se puede abordar seria y responsablemente el futuro del hombre, ¡un futuro digno!, si se prescinde de la verdad del matrimonio y de la familia? ¿Es posible ignorarla y pasar de ella, si se quiere construir una sociedad libre, justa y solidaria en la que el hombre pueda encontrar las condiciones necesarias para su desarrollo personal de acuerdo con su naturaleza trascendente de imagen e hijo de Dios?", se preguntó Rouco. La respuesta la dio él mismo: "No".

"¡No hay que tener miedo al afrontar la responsabilidad histórica de vivir el matrimonio y la familia cristianamente con la fortaleza de la fe y con la confianza puesta en la gracia y el amor de Jesucristo!", proclamó el arzobispo, que reclamó: "¡La Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar! Os necesita como siempre; pero, además hoy, con una nueva, grave e inaplazable urgencia".

Rouco fue uno de los tres grandes protagonistas del acto, quien lo convocó hace cuatro años y quien ha logrado hacer de Madrid la "capital" de las familias católicas de Europa. El segundo protagonista, Kiko Argüello, ayer lo fue menos. El iniciador del Camino Neocatecumenal (que el año pasado tuvo que abonar medio millón de euros para financiar el evento), vitoreado por los suyos , se limitó en esta ocasión a cantar, sin lanzar anatemas a los políticos, las mujeres o los gays.

El tercer protagonista actuó vía satélite. Benedicto XVI participó en la ceremonia con un mensaje desde Roma. A las doce en punto. Durante el ángelus, el Papa afirmó a los presentes en Colón que "las familias son auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión", y les pidió "celebrar con gozo el valor del matrimonio y la familia".

"La cultura de la muerte"

Antes del mensaje papal, diversos obispos europeos animaron a las familias a tener "coraje" frente a todo aquello que "las destruye". El más duro fue el arzobispo de Avignon, Jean Pierre Cattenoz, quien instó a los católicos a enfrentarse a la "cultura de la muerte", representada en "la introducción insidiosa de la teoría de género, el rechazo del don de la vida, el matrimonio homosexual, el derecho a abortar y la eutanasia rampante".

Por su parte, el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, cardenal Ennio Antonelli, manifestó que la familia es "esperanza" para el futuro del cristianismo, y animó a los asistentes a que, unidos en el amor, sean "fuertes" frente a "los desafíos y la dureza de la vida" y a que den "juventud" a la "vieja" Europa ofreciendo el testimonio de Jesús.

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