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La Iglesia también pide la dimisión de Peter Robinson

Aumentan las presiones sobre el jefe del Gobierno del Ulster

El primer ministro del Ulster, Peter Robinson, se niega a presentar la dimisión por el escándalo sexual y financiero provocado por su mujer. Ningún dirigente de su partido ha reclamado la retirada, pero desde este domingo tiene un adversario más poderoso: la influencia religiosa en el Partido Unionista Democrático (PUD).

El reverendo David McIlvee pidió este domingo que Robinson se retire temporalmente hasta que resuelva sus problemas familiares. McIlvee es un sacerdote de la Iglesia Libre Presbiteriana, pero sobre todo es una persona muy cercana a Ian Paisley, fundador tanto del PUD como de la propia iglesia protestante a la que pertenece McIlvee.

“Creo que su posición es cada vez más insostenible –dijo McIlvee–. Tiene un grave problema familiar que debe solucionar, y no soy de los que piensan que la vida personal no afecta a la vida pública”.McIlvee ha precisado que se trata de su opinión personal pero pocos creen que la ha manifestado sin la autorización de Paisley.

Las bases unionistas, para las que la religión es un elemento clave de su identidad, quedaron absolutamente perplejas al saber que la mujer de Robinson había tenido una aventura con un joven 40 años menor que ella.

Cuando se supo que Iris Robinson había servido de intermediaria para que su amante recibiera un préstamo de 55.000 euros, y que ella se había quedado con el 10% para pagar sus deudas, debieron de pensar que estaban ante un agravio comparativo.

Ian Paisley tuvo que dimitir en 2008 y abandonar sus cargos políticos tanto por su avanzada edad –ahora tiene 83 años– como por los tratos de favor que recibió su hijo de promotores inmobiliarios.

La historia se repite y parece poco probable que los militantes unionistas toleren a Robinson los mismos errores por los que tuvieron que prescindir del carismático fundador del partido.

En Londres, los dirigentes laboristas y conservadores se mantienen alejados de la polémica excepto para mostrar su preocupación por las repercusiones del escándalo en las instituciones norirlandesas, gobernadas en coalición por el PUD y el Sinn Fein.

Quien sí ha hablado ha sido el ex primer ministro del Ulster, David Trimble, ahora miembro del grupo de los tories en la Cámara de los Lores.

Trimble está seguro de que Robinson se verá obligado a dimitir en los próximos días: “Ser el líder del partido y aceptar que su esposa sea expulsada sin poder convencer al partido de que le den una salida digna es una muestra de que ha perdido toda su autoridad”, dijo a la BBC.

La moralista que cayó en el pecado del adulterio

Contra los gays
Iris Robinson era algo más que la esposa del primer ministro. Como parlamentaria del PUD y concejala en Belfast, era conocida por sus declaraciones ultraconservadoras en favor de la familia y contra los homosexuales. "No se me ocurre nada más asqueroso que el abuso de los niños. Sólo es comparable a la homosexualidad", dijo.

Como un hijo para ella
El padre de su amante, Kirk McCambley, era un viejo conocido de la familia. Al morir en 2008, Iris decidió tutelar a Kirk, al que acompañaba en largos paseos para aconsejarle sobre la vida. "Kirk es como el otro hijo que hubiera querido tener y me encantaría hacer el papel de su madre", escribió a un amigo. La relación maternal cobró un giro inesperado y acabó en la cama. Kirk tenía entonces 19 años y la señora Robinson, 59.

El préstamo
Iris le propuso a Kirk que montara un café en un zona reformada de Belfast. Dos empresarios inmobiliarios le prestaron 55.000 euros al joven, pero en realidad el dinero se lo entregaron a la mujer de Robinson, que a su vez se quedó con un 10% para sus gastos.

La deuda del amante
Iris y Kirk cortaron la relación, pero persistía el pequeño problema del dinero. Robinson presionó a su ex amante para que se lo devolviera a ella, no a los empresarios. Fue en ese momento cuando se enteró Peter Robinson -aunque aún no del adulterio-, que obligó a su esposa a que el dinero regresara a sus dueños.

La carta
Un miembro de la familia Robinson, quizá uno de los hijos, descubrió una carta en la que la relación sexual quedaba patente. Iris tuvo que confesar y, según el primer ministro, intentó suicidarse con unas pastillas. Peter Robinson mantuvo la historia en secreto hasta la semana pasada.

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