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La Iglesia salvadoreña pide “desempolvar” la canonización del asesinado arzobispo Romero

Los predecesores de Francisco santificaron a fundamentalistas como Escrivá de Balaguer o Maciel y “olvidaron” a mártires como Ignacio Ellacuría y otros progresistas

La Iglesia católica de El Salvador ha vuelto a pedir la canonización del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado hace 33 años por un escuadrón de la muerte formado por civiles y militares de ultraderecha salvadoreños. El proceso para la santificación de este luchador por los derechos humanos se inició en 1994 y desde entonces el expediente se ‘pasea’ por la Santa Sede sin que haya aún una respuesta. Los papeles estuvieron en manos de Benedicto XVI en su etapa al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero la Iglesia se ha resistido a dar el mismo trato a sus mártires tildados de revolucionarios y progresistas que a personajes como Jose María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, a quien canonizó en 2002.

San Romero de América
El actual arzobispo de la capital salvadoreña, José Luis Escobar, que celebró el Domingo de Ramos en una ceremonia celebrada junto a la tumba de Romero en la cripta de la Catedral Metropolitana, en San Salvador, pidió a sus compatriotas rezar por “la pronta canonización” de Romero, a quien ya muchos llaman “San Romero de América”.

El arzobispo llamó a los salvadoreños a enviar al arzobispado “todos los testimonios de favores, gracias y milagros que monseñor Romero haya hecho” porque esto “ayudará al proceso de canonización” y pidió que éste acabe pronto, informa ABC.

El inquisidor Ratzinger
Pero el expediente de Óscar Arnulfo Romero sigue durmiendo en la Santa Sede desde que el 22 de mayo de 1994 la Arquidiócesis de San Salvador pidió que se iniciara el proceso de canonización. En 1995 los papeles fueron enviados a la Congregación para la Causa de los Santos, que cinco años más tardes lo transfirió a la Congregación para la Doctrina de la Fe, en aquellas fechas dirigida por el cardenal Joseph Ratzinger.

La misión del futuro Papa consistió en analizar los escritos y homilías de monseñor Romero, considerado por voces reaccionarias un revolucionario. El estudio concluyó, según el Vaticano, que “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”, pero el proceso siguió su camino -¿el del olvido? – y quien fuera el arzobispo de San Salvador sigue sin ser siquiera santificado.

Ellacuría y otros sacerdotes asesinados
La Iglesia no ha querido reivindicar a sus mártires progresistas. Ha sido el caso del jesuita español Ignacio Ellacuría y los otros sacerdotes españoles asesinados por el Ejército salvadoreño, en noviembre de 1989, en el campus de la UCA, Ignacio Martín Baro, Segundo Montes, Amando López y Juan Ramón Moreno, junto al sacerdote salvadoreño Joaquín López.

El 13 de enero de 2009, el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional, se declaró competente para investigar a 20 militares a los que imputó los delitos de asesinato terrorista por este caso.

Juan Pablo II y Benedicto XVI prefirieron a Escrivá y Maciel
Habrá que esperar para ver cuál será la actitud del nuevo Papa ante expedientes como el de Romero. Sus predecesores prefirieron olvidar a sus mártires progresistas y premiar a figuras como Jose maría Escrivá de Balaguer o el fundador de los Legionarios de Cristo Marcial Maciel, acusado de múltiples abusos sexuales por miembros de su propia congregación y que durante el pontificado de Juan pablo II integró importantes grupos de trabajo del Vaticano.

Silenciaron los abusos de Maciel
Juan Pablo II silenció las acusaciones de pederastia contra su amigo Maciel, como también hizo Ratzinger, en 1999 ante la denuncia de un obispo mexicano sobre los abusos del fundador de los Legionarios de Cristo. La respuesta de quien en aquel momento era el director de la Congregación para la Doctrina de la Fe y luego Benedicto XVI fue la siguiente: “Lamentablemente, no podemos abrir el caso del padre Maciel porque es una persona muy querida del santo padre, ha ayudado mucho a la Iglesia y lo considero un asunto muy delicado”, según el libro “La confesión. Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo”, de Jesús Rodríguez.

Salvadoreños visitan la tumba del arzobispo Óscar Arnulfo Romero durante el aniversario número 33 de su asesinato. EFE

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