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La Iglesia ortodoxa de Ucrania logra emanciparse del Patriarcado de Moscú

El Patriarcado ecuménico de Constantinpla da luz verde a la creación de una iglesia independiente en el país eslavo

Kiev celebra el fin de las “ilusiones imperialistas” rusas mientras las autoridades religiosas amenazan con un “cisma”

Ucrania se apuntó el pasado jueves un importante tanto en el pulso que le enfrenta a Rusia al lograr que el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, la más alta institución religiosa de la confesión cristiano-ortodoxa, aceptara el establecimiento de una iglesia nacional ucraniana independiente de Moscú. El Gobierno de Kiev, enfrentado al Kremlin desde la anexión de Crimea y el inicio de la rebelión prorrusa en el este del país en el 2014, ha llevado a cabo una intensa campaña para lograr dicho reconocimiento, que ha sido respondido por la Iglesia Ortodoxa Rusa con una severa amenaza de cisma religioso en el seno del cristianismo oriental.

Después de un sínodo de tres días presidido por Bartolomeo, el patriarca de Constantinopla, fue autorizada la “autocefalia de la iglesia de Ucrania”, según reza el comunicado oficial. La medida tiene especial significado debido a la estructura de la Iglesia ortodoxa en el mundo, muy diferente a la católica. Los alrededor de 300 millones de feligreses ortodoxos se organizan en torno a iglesias nacionales que gozan de una gran autonomía, siendo la autoridad religiosa con sede en la antigua capital del Imperio bizantino -hoy Estambul- una suerte de figura honorífica carente de jurisdicción en los asuntos internos de los patriarcados nacionales, aunque, eso sí, con el poder de reconocerlos.

Aunque en Kiev, desde hacía ya meses, se daba por descontado el veredicto a su favor, las autoridades políticas dieron rienda suelta a una indisimulada euforia. “Las decisiones del Patriarcado Ecuménico y del sínodo han acabado por hacer desvanecer las ilusiones imperiales y las fantasías chauvisnistas de Moscú”, ha declarado el presidente ucraniano, Petró Poroshenko.

Correa de transmisión

Desde el inicio de la guerra en el país eslavo, las autoridades nacionalistas emergidas de la revolución de Maidán han venido acusando a la Iglesia Ortodoxa Rusa de ejercer de correa de transmisión de la influencia del Kremlin en el país, sobre todo entre la población rusófona, justificando sus representantes religiosos, según la opinión de Kiev, la contienda en el este del país y blanqueando las acciones de Rusia, que Ucrania considera políticamente desestabilizadoras.

Moscú, por su parte, no ha tardado en reaccionar y por boca de un portavoz ha prevenido que las autoridades religiosas en Estambul habían cruzado una “línea roja“, al tiempo que comparó la situación actual con el denominado Gran Cisma vivido en el seno de la Iglesia cristiana en el 1054, cuando el Papa de Roma y el patriarca de Constantinopla se excomulgaron mutuamente, generando por un lado la Iglesia católica y por otro la Iglesia ortodoxa.

Primer aviso

De hecho, previendo ya una decisión contraria a sus intereses, el patriarcado de Moscú decidió hace un mes dejar de participar en los actos presididos por Bartolomeo y dejar de mencionar su nombre en sus actos religiosos. Las amenazas del patriarcado ruso a las autoridades religiosas en Constantinopla adquieren gran relevancia sobre todo si se tiene en cuenta que de todas las iglesias nacionales ortodoxas es la rusa la más numerosa e importante, con unos 150 millones de feligreses, cerca de 35.000 sacerdotes y casi 5.000 diáconos.

En la actualidad, la Iglesia ortodoxa goza de mucha influencia en el Estado ruso, que en los últimos años ha demostrado una gran voluntad de satisfacer sus intereses. Según Mikhail Strokan, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, recibe un “amplio apoyo” desde “todos los niveles del Gobierno”, desde “dinero para la construcción de iglesias” a una cobertura muy favorable por parte de los políticos y los medios de comunicación estatales.

Constantinopla retira la excomunión al patriarca ucraniano

La decisión de las máximas autoridades religiosas ortodoxas en Constantinopla no supone la creación de una iglesia nacional ucraniana desde cero, sino el reconocimiento oficial del patriarcado de Kiev, secesionado de la iglesia ortodoxa rusa tras la independencia del país en 1991 y que cuenta con 21 diócesis y 1.977 parroquias. Además, la medida implica el fin de la excomunión que pesaba sobre su máxima autoridad, el patriarca Filaret I. Según una encuesta realizada en el 2018, un 42,7% de los ortodoxos ucranianos se declaran fieles al patriarcado de Kiev y no a Moscú. La incógnita ahora reside en saber qué sucederá con las iglesias, monasterios e instituciones religiosas en territorio ucraniano que permanecen leales al patriarcado de Moscú.

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