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La Iglesia cierra el proceso al cura que pagó dos abortos sin excomulgarle

El Arzobispado de Barcelona informó ayer de que no excomulgará al cura Manel Pousa, también conocido como el pare Manel. El sacerdote, reconocido por su trabajo social en barrios deprimidos de la capital catalana y por sus posturas poco ortodoxas sobre asuntos como el matrimonio homosexual o el celibato, había revelado en un libro que pagó el aborto de dos menores por temor a que murieran desangradas si abortaban solas.

Pousa no sale incólume del incidente. En una nota, el arzobispo Lluís Martínez Sistach, le riñe y le hace un llamamiento para que "el trabajo que hace al servicio de los más pobres lo realice siempre de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia, con su doctrina social y respetando toda vida humana desde su concepción hasta la muerte natural".

El proceso de investigación para excomulgar a Pousa se inició el 15 de marzo, un caso inédito en España. El sacerdote se salvó por "no haber tenido complicidad principal en los abortos ya totalmente decididos y llevados a cabo por dos chicas en situación económica muy precaria". El Derecho Canónico establece que cuando alguien ayuda en un aborto, queda automáticamente excomulgado, lo que se conoce como latae sententiae. Josep Casanovas, profesor de Derecho de la Universidad de Barcelona, explicó que el proceso contra el Pousa buscaba comprobar que sin su ayuda no se habría podido realizar el aborto. No fue el caso.

Mal menor

Según Francesc Buxeda, autor del libro y portavoz del sacerdote, Sistach llamó ayer a Pousa y le comunicó la decisión tras "una conversación cordial". Buxeda, a nombre personal, aseguró que "muchos Manels en el mundo no podrán enfrentarse a la nuevas realidades sociales por temor a un castigo".

Pousa se declara "antiabortista". En el libro Pare Manel. Més a prop de la terra que del cel, el sacerdote cuenta que presenció la muerte de una joven que murió desangrada tras abortar sola en su casa. Por ello -cuenta- cuando las jóvenes le anunciaron que "abortarían de todas formas" decidió ayudarles económicamente y "cometer un mal menor para evitar otro mayor".

El sacerdote también criticó la atención que les ofrecía el Gobierno. "Pedir una entrevista a los servicios sociales era demasiado lento, nos pasaríamos de los términos [para abortar]".

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