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La iglesia católica boliviana ha sido cómplice del asesinato de indígenas

Cada vez está más claro el rol jugado por la Conferencia Episcopal de Bolivia en la preparación y realización del golpe de Estado, que tuvo lugar en noviembre de 2019: las imágenes valen más que mil palabras, y se ha difundido una fotografía en la cual algunos miembros de esta Institución religiosa posan junto al embajador de la Unión Europea, minutos antes de la asunción al mando – en forma ilegal – de la “presidenta” usurpadora, Jeanine Áñez.

En otra de las fotos aparece el principal instigador del golpe de Estado, Jorge “Tuto” Quiroga, acompañado de prominentes líderes de la oligarquía boliviana, en que amenazan a Adriana Salvatierra, a fin de lograr que ella renuncie al cargo de Presidenta de la República que, por la Constitución de ese país, le correspondía reemplazar al Presidente, Evo Morales, y al Vicepresidente, Álvaro García Linera, quienes habían sido forzados a renunciar a su cargo por policías amotinados y por el ejército que, en forma inédita, conminaron al Presidente a dimitir. Morales tenía que elegir entre la vida y la muerte personal, hecho sumado a una inminente y desatada guerra civil, cuyo precio lo pagarían el pueblo indígena y los más pobres del país.

Las oligarquías latinoamericanas saben utilizar, muy hábilmente por cierto, el nombre de Dios y los evangelios para realizar golpes de Estado, nombrar y expulsar a Presidentes de la República, y si por un mandato alguno de ellos es fiel al pueblo que lo eligió, recurren a las Fuerzas Armadas y a la jerarquía eclesiástica, y juntos, con el apoyo del imperio de Estados Unidos, los obligan a exiliarse, o bien, dar su vida por fidelidad al pueblo como auténtico servidor público, (como lo hizo el Presidente Salvador Allende).

En la Conferencia Episcopal boliviana hay tantos pederastas como en el caso de la chilena, y lo más grave de la pedofilia es el abuso de poder contra las personas vulnerables. Por otra parte, el que la iglesia boliviana haya prestado la Universidad Católica para convertirla en el cuartel de toma de decisiones de los golpistas de noviembre de 2019 no nos puede extrañar, pues su jerarquía forma parte de la oligarquía plutocrática reaccionaria del país altiplánico, (no es muy diferente a la sudafricana del apartheid).

Antes de la asunción al poder del primer Presidente descendiente de los pueblos originarios de América Latina, Evo Morales, los indígenas y las mujeres de “pollera” solo formaban parte del folklore de un país miserable, y a estas mujeres les estaba vedado entrar a la Plaza Murillo, y el Palacio Quemado era exclusivo para los blancos bolivianos quienes, una que otra vez, mostraban un “vendido” ministro Aimara, tal cual lo hacía la BBC de Londres con un lector de noticias.

En la historia de América Latina los conquistadores, acompañados siempre por curas intrigantes y vendidos, leían a los indígenas una carta del rey de España, (Carlos V y, luego, Felipe II), por la cual se les conminaba a aceptar el yugo del rey del imperio español y, además, adoptar las enseñanzas de la biblia, redactada en idioma que ellos no comprendían, imponiendo un Dios superior a la “Pacha Mama”.

Jeanine Áñez, designada por la iglesia boliviana, los colonialistas de la Comunidad Europea, Estados Unidos, la OEA, los seguidores del fascista Fernando Camacho, en Santa Cruz, además, policías y militares traidores, tenían muy claro el poder de la simbología, razón por la cual se hizo imponer la banda presidencial de manos de un militar, mostrar la biblia, como signo de que los cristianos, desafiando a los “comunistas”, volvían a apropiarse del Palacio Quemado, y Jesús de Nazaret volvería a reinar en la tierra inventada por Simón Bolívar.

Áñez ha sido el monigote o payaso de la clase dominante, a quien había que colocar en el poder para que los verdaderos dueños, los blancos de Bolivia, pudieran efectuar negocios con los colonialistas y norteamericanos, principalmente con “el oro blanco”, el litio, y sus derivados más valiosos aún, tal como las tierras raras. El gobierno de Evo Morales, hasta el golpe de Estado, había logrado la manufactura boliviana de vehículos eléctricos, mediante baterías de litio, que iba a ser explotado y procesado por Compañías mixtas con países capitalistas, en las cuales el Estado boliviano tendría el 80% de las ganancias.

La jerarquía eclesiástica, no sólo ahora, sino desde hace muchos años, ha creído más en el becerro de oro, (de los tiempos de Moisés), que en Jesús de Nazaret y sus enseñanzas evangélicas, una tierna historia que sirve para que los pobres, los indígenas y las mujeres de “pollera”, no se rebelen ante el abuso de la oligarquía, vivir sumisos y esperar con alegría la muerte para entrar en el reino de los cielos.

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