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La Iglesia Católica, a punto de rechazar el “Intelligent Design”

La revista Nature acaba de hacer referencia al en apariencia próximo rechazo del "Intelligent Design" (ID) de parte de la iglesia católica. Al parecer es lo que, según Nature, cabe deducir de las declaciones de Peter Schuster, biólogo molecular participante este verano en un seminario privado con el papa Benedicto XVI en Castel Gandolfo. Se afirmará algún modo de entendimiento teísta de la evolución, en el sentido de que ésta responde a un diseño divino que se mantiene por la acción continua de Dios. Quedaría, pues, rechazada la posición radical del ID.

 

En una crónica de Declan Butler en la prestigiosa revista internacional Nature, nº 443, p. 10-11 (publicado el 7 de septiembre de 2006), aparecida también on line el 6 de septiembre de 2006, titulada When Science and Theology meet, se recogen las declaraciones de Peter Schuster tras su participación durante el verano en un seminario privado con Benedicto XVI para tratar la discusión en torno al Intelligent Design (ID).

Esta discusión ha tenido amplio eco en la cultura americana de los últimos años y en la que incluso intervino, según la opinión general inoportunamente, el Cardenal Schönborn de Viena con un artículo en el New York Times.

El así llamado intelligent design (ID) hace referencia a un problema que, al igual que la intervención del Cardenal Schönborn, han sido ya tratados en otros artículos de Tendencias21 en esta misma sección (el link con estos artículos puede verse al final). El problema se planteó cuando en los Estados Unidos grupos fundamentalistas alertaron de que la enseñanza de la biología científica se hacía camuflando en ella una cierta filosofía “darwiniana” de naturaleza materialista que explicaba la evolución como un puro proceso al azar.

Estos grupos reclamaron entonces el derecho a que se enseñara también en bachillerato (high school) una visión científica alternativa conocida como el creacionismo o el ID. Para éste, la complejidad inmensa del proceso evolutivo exige que sea explicado en términos de un diseño racional complementado incluso por intervenciones puntuales de Dios para controlar el correcto curso de la evolución.

Esta pretensión fundamentalista suscitó un enorme debate en América en torno al creacionismo y, de forma más moderada, sobre el ID. En él se han involucrado la ciencia, la filosofía, las creencias religiosas, la teología. Las voces más sensatas que han participado en la discusión han hecho ver que la ciencia como tal debe considerarse neutral y no implica una filosofía o metafísica determinada. Esta debe ser argumentada en un terreno que ya no es ciencia sino filosofía o incluso teología. El problema es confundir lo filosófico con lo científico.

Las pretensiones del ID planteaban además otro problema más de fondo. El intento en autores como Behe o Demski por mostrar la necesidad de una constante intervención divina en el control del proceso evolutivo en cada uno de sus momentos cruciales, contrastaba con la imagen de un Dios que diseña y crea un mundo para que evolucione por sí mismo con plena autonomía y sea capaz de resolver por sus propios resortes internos todos los problemas de ese mismo proceso.

La expectativa ordinaria de la ciencia ha sido siempre encontrar la explicación de los fenómenos naturales a partir de causas internas de la naturaleza; es decir, como proceso autónomo natural. Esta pretensión se vería interferida si la ciencia como tal (no como filosofía) debiera recurrir continuamente a la intervención divina para explicar los procesos naturales. Esto sería recaer en el llamado Deus ex maquina o en el Dios-tapa-agujeros que los mismos pensadores cristianos han tratado de evitar desde hace ya mucho tiempo.

La ola del intelligent design llega al Vaticano
Según Declan Butler en su crónica de Nature, los grupos americanos en apoyo del ID tenían la esperanza de que, tras el fallecimiento de Juan Pablo II, el lobby vaticano a favor del ID lograra del nuevo papa Benedicto XVI una intervención en su favor. Con ello, la ola a favor del ID en el fundamentalismo americano habría hallado un serio refuerzo con la intervención de la iglesia católica, extendiéndola así a todo el mundo.

Según Butler, Juan Pablo II había hecho mucho para reconciliar la ciencia con la religión, apoyando la autonomía (y complementariedad) de fe y ciencia, cada una con autonomía en su campo. Esto es lo que había declarado en 1980 y más tarde había incluso afirmado que la evolución “darwinista” debía ser considerada como “algo más que una hipótesis”. Además, había rehabilitado oficialmente a Galileo en 1992, aceptando el error de la iglesia.

Sin embargo, la posición de su sucesor Benedicto XVI en temas científicos era más desconocida. En su primera misa como Papa, recuerda Butler, había afirmado que “somos algo más que un producto de la evolución casual y sin significación”. El Cardenal Schönborn había apoyado la intervención divina en el proceso evolutivo y corría el rumor en el Vaticano de que, así como antes se había apoyado la evolución darwinista, podía quizá comenzar a apoyarse ahora la corriente del ID.

El seminario de Castel Gandolfo, verano 2006
El rumor de hizo más agudo cuando el mismo Cardenal Schönborn anunció que el tema del seminario anual del papa en Castel Gandolfo iba a versar este año sobre el ID. Se trata de un seminario, mantenido como Papa, que ya el Cardenal Ratzinger acostumbraba a tener en verano, dándole ocasión para relacionarse con teólogos, principalmente alemanes.

Comenta Butler que Bruce Chapman, director del Discovery Institute de Seatle, principal centro de apoyo al ID en América, dio la bienvenida a la elección de tema para este nuevo seminario, anticipando que sería un importante apoyo a quienes creen en el ID en el mundo, al mismo tiempo en que expresaba su seguridad en que la cuestión sería tratada con seriedad y a un elevado nivel.

Cuatro invitados estuvieron presentes en Castel Gandolfo. Asistió el mismo Cardenal Schönborn. También el conocido filósofo conservador alemán Robert Spaemann y el jesuita Paul Erbrich, también filósofo y científico, conocido por cuestionar la naturaleza probabilística de la evolución. Por último, asistió también Peter Schuster, un biólogo molecular presidente de la Academia Austríaca de la Ciencia.

Lo que sabemos de esta reunión en Castel Gandolfo son las declaraciones de Peter Schuster a Butler, tal como son referidas en el nº 433 de la revista Nature. Se trata de opiniones de Schuster que reflejan el ambiente vivido en Castel Gandolfo y, en consecuencia, su previsión de cuanto puede salir de allí.

Anuncia que, rompiendo el precedente de anteriores seminarios, en esta ocasión los protocolos serán publicados, precedidos por un prefacio escrito por el papa. Para Schuster, dadas las tensiones y orientaciones diversas dentro de la iglesia, no se pueden prever con seguridad los resultados finales de la reflexión. Habrá que esperar todavía.

La valoración de Peter Schuster
Schuster se atreve, sin embargo, según la crónica de Butler en Nature, a anticipar lo que previsiblemente será la posición de la iglesia. Se afirmará algún modo de entendimiento teísta de la evolución, en el sentido de que ésta responde a un diseño divino que se mantiene por la acción continua de Dios. No obstante, esto debe entenderse como un diseño global del universo que no debe verse como una actuación continua de Dios, como si fuera un relojero universal que debe intervenir en momentos puntuales del proceso. Quedaría, pues, rechazada la posición radical del ID.

Pensamos que esta posición es la que, por otra parte, se ha defendido más comúnmente desde la filosofía y teología católica: la idea de un mundo diseñado por Dios, pero creado como un sistema autónomo que evoluciona en virtud de sus mismos principios ontológicos. Es la línea de aceptación de un darwinismo evolutivo moderado ya mantenida, como decíamos, por Juan Pablo II.

El ID entendido como una intervención de Dios durante la evolución no será, pues, un resultado de la reunión, se atreve a declarar Schuster a Nature. “Tengo la impresión de que hubo un consenso general en que la biología evolutiva es una ciencia incuestionable y no solamente una hipótesis”, dice Schuster aludiendo sin duda a las expresiones de Juan Pablo II.

Ciencia y teología, cada una en su campo sin contradicción
Según Schuster, fue opinión participada que la teología no debe inteferir con la ciencia. Cada una tiene su propia autonomía. Nosotros diríamos que tiene una cierta lógica propia de sentido para establecer sus afirmaciones. Lo que la filosofía cristiana o la teología dicen no tiene por qué ser accesible por la ciencia; la teología, por su parte, tampoco puede acceder a los resultados de la ciencia.

Pero ambos conocimientos se complementan y no son contradictorios. La ciencia por ello debe investigar completamente el proceso evolutivo hasta llegar a entender cómo la naturaleza ha ido evolucionando autónomamente por su propia ontología.

Sin embargo, en la reunión también fue comentado algo que está en la base del surgimiento del problema del ID en América: que la ciencia no siempre se mantiene en su campo, sino que indebidamente en algunos casos trasciende al plano filosófico y trata de hacer pasar por ciencia una filosofía que presenta un mundo que no necesita en absoluto a Dios y que además no presenta argumentos que hablan de su existencia.

Esto no es ciencia, sino filosofía, y por cierto discutible. Es la filosofía, y no la ciencia, la que debe abordar el problema de nuestra comprensión metafísica del universo, dentro de un marco de consideraciones mucho más complejas.

 

Artículo elaborado por José Antonio Roldán, de la Cátedra CTR, de acuerdo con las declaraciones de Peter Schuster a Declan Butler, en el nº 443 de la revista Nature, en septiembre de 2006.

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