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La «Generalesa», bajo sospecha

Explotación. Pasa por ser la mujer más poderosa en una Iglesia católica donde mandan los hombres. Juan Pablo II la tiene en altísima estima y, empezando por Giulio Andreotti, no hay en Italia político democristiano que no se declare admirador suyo.Pero ahora está bajo sospecha. Lo cuenta Irene Hdez. Velasco en El Mundo.

Hace siete meses cenaba en Estocolmo con los reyes de Suecia y, en marzo pasado, Fidel Castro la recibía en La Habana con todos los honores.

Con semejantes apoyos no es de extrañar que a la madre Tekla Famiglietti, de 66 años y superiora general desde hace ya 24 de la orden de Santa Brígida, se la conozca popularmente como la Generalesa. Sin embargo, en los últimos días, la reputación hasta ahora inmaculada de esta mujer corpulenta y ambiciosa, alta y resuelta, que dirige una orden con 600 religiosas en 44 comunidades alrededor del mundo, se ha visto seriamente empañada.

Un magistrado de Rieti, ciudad del centro de Italia, ha abierto una causa judicial contra la madre Tekla por un presunto delito de malos tratos contra seis novicias. Las monjas, todas ellas procedentes de La India, acusan a La Generalesa de tratarlas casi, casi como esclavas, obligándolas a realizar los trabajos más duros y despreciables del convento de Farfa, a pocos kilómetros de Rieti. Las novicias sostienen además que, como medida de coacción y para asegurarse de que no escapaban de su yugo, la madre Tekla confiscó sus permisos de residencia en Italia y sus cartillas sanitarias de la Seguridad Social.

Incapaces de soportarlo por más tiempo, las seis monjas decidieron huir. Las novicias acudieron en busca de ayuda a la localidad de Torreclara, a 15 kilómetros de Parma, donde el abate del monasterio de San Juan Evangelista, el padre Cipriano Carini, se apiadó y les dio acogida.

«Primero vinieron dos, hace de ello un par de años. Luego vinieron otras dos. Luego una más y, finalmente, la última», recuerda el padre Carini, que no se arrepiente de haberles prestado auxilio.«La comunidad que durante 20 años he guiado se encontraba dividida y era necesario que yo interviniera. Además, en el monasterio yo siempre he acogido a todos aquellos que solicitaban hospitalidad», asegura.

Pero, tras la huida de las seis brigidinas, la madre Tekla no se quedó de brazos cruzados. La superiora de la orden se dirigió a las autoridades italianas, pidiéndoles que expulsaran del país a las novicias fugitivas. Puesto que las monjas habían obtenido el permiso de residencia en Italia para ingresar en el convento de Farfa, argumentó, debían ser consideradas inmigrantes clandestinas.La policía revocó el permiso de residencia de cuatro de ellas: Rosammà Kizhakkedath, de 37 años, Mary Easy Neeliveetil, de 36; Jessy Vizhupilliparambil, de 31; y Theresia Kacharajil, de 44.

Fue también por aquel entonces cuando, sorpresivamente, el padre Carini fue apartado del monasterio de San Juan Evangelista.

Todo indicaba que, una vez más, la poderosa Generalesa iba a salirse con la suya. Sin embargo, la situación dio hace unos días un vuelco inesperado, cuando un juez de Rieti decidió acusar formalmente a sor Tekla Famiglietti de malos tratos contra las seis novicias indias.

El magistrado tomaba esa decisión tras la investigación llevada a cabo durante un año por un procurador judicial y un comisario de policía, quienes interrogaron a todas las partes envueltas en el conflicto. Según la prensa italiana, fuentes cercanas a la investigación aseguran que las seis novicias, que se ocupaban de los huéspedes de la casa de acogida del convento y de otras tareas domésticas, vivían en «condiciones cercanas a la esclavitud».

«¡Mentira!», claman las 13 monjas, todas ellas procedentes de La India o de México, que aún quedan en Farfa. «Aquí no existe ninguna forma de esclavitud. Lanzar esa acusación contra la superiora es una vergüenza. A la madre Tekla todas le deseamos el bien, al igual que ella nos lo desea a nosotras», afirma una novicia india que lleva ya cuatro años en el convento y que admite que en algunos centros de la orden es costumbre que una responsable se ocupe de «guardar» los pasaportes y las cartillas sanitarias de las novicias.

El padre Carini, sin embargo, considera que lo sucedido pone en evidencia el grave azote de racismo que padece la Iglesia católica. «El mundo civil se está adecuando a la progresiva integración de los extranjeros y lo está regulando, mejor o peor según cada país. Pero la Iglesia no está realmente preparada para integrar a los extranjeros, a los que necesita desesperadamente, dada las pocas vocaciones».

El Vaticano mantiene un prudentísimo silencio en torno a la polémica.Aunque, según ha trascendido, la Santa Sede envió hace un mes a un visitador apostólico a analizar los motivos por los que el padre Cipriano Carini fue trasladado del monasterio de San Juan Evangelista.

Pero, en una clara muestra de apoyo hacia la religiosa, sor Tekla era recibida hace un par de lunes «con afecto» por Juan Pablo II, quien aprovechaba el encuentro para alabar su «provechoso trabajo al servicio de la familia brigidina». Porque, en medio de las acusaciones de malos tratos, la Famiglietti ha sido reelegida madre superiora de la orden religiosa por otros seis años, a sumar a los ya 24 que lleva. El derecho canónico no permite un mandato tan prolongado, pero la madre Tekla cuenta con una dispensa papal. Por algo es La Generalesa.

MONJA POLÉMICA

Tekla Famiglietti (66 años) es la superiora general de la orden de Santa Brígida desde hace 24 años. / Aunque el derecho canónico lo impide, tiene dispensa papal para serlo durante seis años más / A su cargo hay 600 monjas en 44 comunidades.

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