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La doble moral de Rouco Varela

Puede decir lo que quiera el cardenal, por supuesto que sí, ¿pero cómo aceptar lecciones de moralidad de alguien que solo ve la paja en el ojo ajeno y que mira la sociedad tras la lente que le prestan los ricos y poderosos?

Informan los medios de comunicación que el cardenal español Rouco Varela ha criticado la política migratoria del gobierno de Rodríguez Zapatero porque “considera a los trabajadores inmigrantes desde una racionalidad meramente económica”.
 

Aparentemente, se trata de una muestra de la preocupación humana y social del cardenal pero me temo que es más bien el resultado de su falta de coherencia y de su
permanente búsqueda de argumentos políticos para atacar al gobierno socialista.

Si a Rouco le preocupa esa consideración, según él economicista y mercantilista de la migración, ¿cómo es que no criticó en su día la política del Partido Popular, que se manifestó prácticamente de esa misma forma e incluso de un modo mucho más evidente?

Si le preocupa el tratamiento de los inmigrantes como mercancías, ¿cómo es que no clamó cuando el gobierno de Aznar narcotizó a un grupo de ellos para devolverlos de modo inhumano a sus países, o a donde terminaran llegando, porque ni siquiera sobre eso había garantías?

Si le preocupa a Rouco Varela que la inmigración solo responda a intereses económicos de los ricos, ¿cómo es que no denuncia las políticas neoliberales, los planes de ajuste, las privatizaciones, la disminución del gasto social y el empobrecimiento que de la mano del Fondo Monetario Internacional, del banco Mundial y de gobiernos liberales como los de su amigo José María Aznar han causado la huída de tanta miseria?

Y si le preocupa que la inmigración solo sirva a intereses mercantiles aquí, ¿por qué no critica a los empresarios que usan a inmigrantes sin papeles y por qué no solicita el aumento de los salarios y el establecimiento de nuevas normas legales más protectoras que las que impuso, por ejemplo, el gobierno de Aznar?

No es la primera vez que Rouco se manifiesta de manera tan poco coherente.

Sale a la calle contra el gobierno socialista diciendo que defiende a la familia pero mantuvo un silencio cómplice cuando el gobierno de Aznar hacía una política de suelo que de hecho dificultaba que las familias llegaran a constituirse. O cuando se han hecho reformas laborales que han precarizado el empleo, o cuando bajo los gobiernos de sus amigos de la derecha se reducen los salarios reales y aumentan las desigualdades, lo que en realidad constituye el mayor obstáculo al que se enfrentan las familias.

Como también calló cuando el gobierno de Aznar reducía la proporción del PIB dedicada a ayudar a las familias o cuando los bancos ganan millones a costa de endeudarlas hasta el extremo.

Si tanto le preocupan las familias, ¿dónde está su preocupación y su protesta por los beneficios bancarios multimillonarios frente a las hipotecas que ahogan a las familias?

¿Por qué no protestó tampoco cuando Aznar aumentaba en realidad la presión fiscal sobre las familias de ingresos más bajos y compuestas por trabajadores, frente a las rentistas y de ingresos altos? ¿Acaso no es todo eso también un ataque real y no imaginario contra la familia?

Rouco habla de la integridad de las familias y de su lugar central en la sociedad pero calla cuando los colegios religiosos prácticamente no admiten -como las estadísticas reflejan sin lugar a la menor duda- a alumnos inmigrantes de clases bajas o a discapacitados, como si las familias de estas personas no fueran también familias.

Rouco nos tiene acostumbrados a sus constantes diatribas contra el gobierno diciendo que trata de defender la libertad, la vida y la dignidad pero ¿cómo es entonces que no hace que su institución pida perdón y se arrepienta de la colaboración con el franquismo que torturó y privó de la libertad e incluso de la vida a docenas de miles de personas, o por qué no lo hace él mismo?

También habla mucho Rouco de fe y de ecumenismo y critica a menudo al gobierno socialista de quien dice que es totalitario porque combate los valores religiosos ¿pero cómo es entonces que Rouco calla cuando alguno de sus colegas incluso impide a otros creyentes que recen en sus iglesias y cómo es que en lugar de respetar a los demás creyentes sólo les pide que se conviertan a la fe que él practica? ¿no es eso totalitarismo?

En fin, trata de erigirse Rouco en paladín de los valores sociales frente a los del gobierno pero a la hora de la verdad ampara, halaga y acoge en la casa de Dios como si fuera la suya a los ricos oligarcas y a los poderosos mientras que expulsa a las comunidades y a los católicos de la base, que son los que de verdad están comprometidos con los pobres y desfavorecidos.

Habla Rouco de amor y de respeto pero denigra el que se da con lealtad y fidelidad entre personas del mismo sexo; y dice entender solamente de los asuntos de Dios pero lo que hace en realidad es combatir políticamente al Presidente Zapatero gracias a sus privilegios como prelado sin asumir la responsabilidad y el compromiso que éste asume cuando se presenta a unas elecciones (ganándolas). Cuando está por ver cuántos votos sacaría el prelado si fuera coherente y utilizara los mecanismos democráticos que los demás utilizamos para hacer política y tratar de influir en los asuntos públicos.

Y habla de respeto a los demás pero no respeta los principios del estado laico que debería ser España según la Constitución de 1978, puesto que reivindica para su iglesia y disfruta de derechos civiles y prebendas económicas que le son indiscutiblemente impropios.

Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla). Su página web: http://www.juantorreslopez.com  

 

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