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La conspiración antidemocrática de la Iglesia

Las noticias que ponen de relieve cómo Rouco Varela tiene más intereses terrenales que celestiales son preocupantes. El poder que la Iglesia sigue ostentando son una de las causas del descrédito que la institución religiosa sufre entre los ciudadanos.

La iglesia en España tiene dos caras: la de ciertos curas de a pie que ayudan en sus barrios y la de los mafiosos obispos y su cúpula episcopal.

La Iglesia está más preocupada de los asuntos políticos que de si su clientela va o no a misa. La lucha en pro de valores y políticas de derecha no sorprenden a nadie, pero repugnan viniendo de donde vienen, teniendo en cuenta el pasado oscuro eclesiástico, de complicidad con los asesinatos masivos y selectivos del franquismo y otras atrocidades en las que la Iglesia tuvo y tiene una enorme responsabilidad.

Rouco Varela y los colectivos ultracatólicos vienen liderando en los últimos años todas las movilizaciones contra el aborto, contra el matrimonio homosexual, contra la laicidad del Estado y contra el derecho a una muerte digna. Y lo hacen con una soberbia digna de pecado capital. Los posibles vínculos revelados por El País con la sociedad secreta El Yunque (organización de extrema derecha que goza de gran influencia en México) preocupan a los que estamos viendo cómo aquellos que nunca defendieron la democracia están manoseando y pervirtiendo conceptos como éste o como el de la libertad, la paz, el amor y otros tantos, que en boca de la cúpula eclesiástica se pervierten nada más convertirse en sonidos.

Colectivos como Hazte Oír y Profesionales por la Ética, según publica ElPlural.com, han iniciado una campaña de acoso y derribo contra Prisa y contra todo lo que no convenga a los intereses sociales, económicos, políticos y de poder de estos colectivos y de otros tantos que conforman la derecha.

Que la Iglesia es de derechas no nos coge de sorpresa. Pero sí preocupa su intromisión en los asuntos públicos y en las políticas. Sí tanto le interesan los asuntos terrenales, la Iglesia podría conformar un partido político donde sus obispos, de obtener los votos suficientes para ello, podrían formar parte del Parlamento, si los ciudadanos así lo quieren. Pero este estado de influencia constante en la vida política, sin participar de ella y reventando literalmente las decisiones soberanas del Parlamento, que habla en nombre de todos los españoles, es repugnante y preocupantes.

¿Quiénes son estos obispos y qué legitimidad tienen para mentir bellacamente como lo hacen? Están jugando al mismo juego de siempre, pero ahora más ferozmente, aprovechando que la política y la democracia (por culpa de los propios políticos) están en sus horas más bajas. Esta Iglesia es la misma que aquella que bendijo el nacionalcatolicismo del fascismo español y es la propia derecha española la que, con forma de partido político, ha dañado seriamente las instituciones públicas.

La izquierda también tiene una alta responsabilidad: el PSOE ha hecho demasiadas concesiones a la Iglesia y al PP, dando de lado a otros partidos, entre los que se encuentra IU, amalgama ésta que más que unir a la izquierda la ha fulminado, desterrando a los comunistas de Santiago Carrillo y dando el poder a la derecha en muchas instituciones pudiendo haber hecho lo contrario, por el odio hacia el PSOE y hacia comunistas de verdad de quien siempre se ha creído un califa, Julio Anguita.

Cuidado con la derecha y con la Iglesia, que, aunque parezca una paranoia peliculera, está conspirando contra el Estado, la democracia, la izquierda y, también, contra la paz y el amor.

Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista

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