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La compleja restitución de la misma celosía en la Mezquita-Catedral de Córdoba

Así fue el desmontaje de la estructura que ahora han anulado los tribunales de justicia.

La decisión del Tribunal Supremo de rechazar el recurso de la Junta de Andalucía sobre el permiso, ya anulado, sobre la segunda puerta de la Mezquita-Catedral deja en el aire qué efectos tendrá el proceso judicial. De momento, todo es un limbo. El permiso de la Consejería de Cultura, que se llevó a cabo tras una complejísima tramitación, ha quedado a expensas de que se produzca un incidencia de ejecución de sentencia. Esto es, que un tribunal diga cómo han de aplicarse las sentencias de primera instancia y del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que entendieron que el permiso dado al Cabildo es nulo.

La pregunta, de carácter técnico, es si es posible restituir la misma celosía, la pieza original, al lugar que ocupaba. La respuesta puede hallarse en el informe que realizaron los arquitectos y arqueólogos conservadores del monumento, que quedó ampliamente documentado. Se trata de documentos públicos que pueden consultarse en la web del Cabildo y que contienen en el detallado reportaje fotográfico de la retirada de la celosía.

Separación con gubia de las piezas
Separación con gubia de las piezas – ABC

Es conocido que la gran pieza de madera y vidrio se encuentra almacenada incluyendo los trozos del cristal interior que hubo que romper para el desmontaje. La celosía se colocó en los años setenta por Rafael de La-Hoz y Víctor Caballero con el objetivo de mejorar la entrada de luz en el interior del templo. Para ello, se diseñó una pieza fija, establecida sobre una sujección de obra, que tenía dos caras. Era una suerte de puzzle que fue fijado con cola, clavos, tornillos y un sistema de machihembrado.

El informe de la retirada explica que, en primer lugar, se intentó un desmontaje pieza a pieza de las partes que componían la celosía. Eso no fue posible porque la cola era buena y la madera usada, bastante blanda. La conclusión es que saltaban las astillas y la celosía se desportillaba. En ese momento, se optó por cambiar el procedimiento de trabajo.

La zona superior, desportillada
La zona superior, desportillada – ABC

La solución que adoptó el equipo técnico fue la de preservar la mayor parte de la celosía posible para evitar su destrucción total. Y es ahí donde se decide cortar el portón en grandes secciones, rompiendo los cristales interiores donde su presencia impidiese el uso de las sierras. La pieza de la polémica quedó dividida en diez módulos que han sido almacenados identificándolos con una letra con el objetivo de asignar la zona que ocupaban. Las molduras más pequeñas que se desprendieron también han sido clasificadas con una letra y un número en función de su posición en la cara exterior o interior de la celosía. También se han custodiado los trozos de vidrio que hubo que destruir.

Una de las claves que hay que tener en cuenta es que el procedimiento nunca se pensó para una restitución de la celosía. El proyecto dejaba claro que, por el material realizado, era inviable volver a usarla aunque se ordenó la custodia de sus trozos para un futuro que se antojaba contencioso en los tribunales.

Módulo almacenado de la celosía
Módulo almacenado de la celosía – ABC

Lo que autorizó la Junta de Andalucía, y los tribunales han anulado, era la creación de una pieza de nueva factura con el mismo diseño, el mismo material y el mismo acabado de color pero que permitiese su apertura para el paso de las procesiones. De hecho, los expertos de la empresa Arqueobética, de las más experimentadas en gestión del patrimonio histórico, llegaron a proponer una tercera vía. Una retirada controlada de la celosía de una pieza para volverla a colocar pasada cada Semana Santa. La medida nunca salió adelante porque los informes oficiales siempre aseguraron que la celosía no era una pieza de valor artístico por sí misma. Se le asignó un valor instrumental producto de un diseño que había que preservar.

Vidrio interior, roto
Vidrio interior, roto – ABC

Lo que ocurra ahora depende en buena medida del recurrente, el hijo del arquitecto que realizó el diseño de las celosías (y que, cosas del destino, sustituyeron a los cierres de los años cincuenta). Es posible, vía ejecución de sentencia, que se pida una restitución de la celosía original aunque el debate, entonces, estaría en manos de los peritos en materia de rehabilitación del patrimonio. En contra de lo que se ha publicado, ninguna de las sentencias emitidas hasta el momento ordena que se haga nada en concreto. Se limitan a anular el acuerdo de Bienes Culturales dando vía libre a la intervención. De hecho, la posibilidad de que se vuelva a colocar la misma celosía en el lugar es, en estos momentos, una quimera. Todo lo que se coloque en ese lugar, si es que no se declara de imposible cumplimiento, debe quedar en manos de la pericia de quien rehabilite la pieza y de las modificaciones que le permitan introducir.

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