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La catequesis de los kikos: homofobia y tolerancia con el maltrato y el adulterio

«Los homosexuales se curan en el Camino», pregonan

“Nosotros hemos comprobado que tras el tratamiento adecuado, los homosexuales corrigen su tendencia hacia la heterosexualidad. Yo conozco a homosexuales que se han casado, tienen familia y están enamoradísimos de sus mujeres”. Son las palabras de un párroco del Camino Neocatecumenal, un grupo formado hace 40 años por Kiko Argüello que representa al ala más dura del catolicismo. Los kikos, como se conoce a esta comunidad por su fundador, ya son más de un millón y medio en todo el mundo -300.000 de ellos en España-, están organizados en comunidades parroquiales oscuras –monetaria y socialmente- y son beligerantes contra temas como el aborto, Educación para la Ciudadanía o la misma homosexualidad. Sus recetas, además, son tan variopintas como sorprendentes: desde perdonar el adulterio hasta tolerar la violencia de género. Cualquier cosa para preservar el matrimonio.

Los kikos crecieron a la sombra del Papa Juan Pablo II, cuyo favor se ganó Argüello, según publicó El País en julio del año pasado, llevando fieles allá donde iba, y proporcionándole informes sobre la fidelidad de sus obispos. De hecho, fue este pontífice quien en 1990 emitió una carta de reconocimiento para el grupo. En Madrid el aliado del Camino ha sido, asimismo, Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal.

Echando raíces
La iglesia paralela del Camino cuenta, según el fundador, con un millón y medio de fieles, repartidos en 16.000 comunidades –el eje de funcionamiento del grupo- enclavadas en 6.000 parroquias de 106 países con 3.000 sacerdotes, 1.500 seminaristas y 70 seminarios. Tal como informaba el rotativo de Prisa, “lo que no cuenta Argüello es que ya han entrado en las universidades y los colegios; en la Conferencia Episcopal, el Ejército y los medios de comunicación. Dirigen las agencias de noticias religiosas Zenith y H2O. Abarrotan las manifestaciones neoconservadoras contra los Gobiernos socialistas en Roma o Madrid. Son la infantería de la Iglesia más intolerante. Un ejército de resistencia a los cambios”.

Catequesis homófoba
Prueba de ello es la catequesis del padre fundador, basada principalmente en el sexo. O mejor dicho, en el conservadurismo en este aspecto. El Mundo recoge algunos de estos postulados, con motivo del libro de Virginia Drake “Kiko Argüello”, escrito tras un año en las comunidades neocatecumenales. En temas como la homosexualidad, por ejemplo, un párroco del Camino que dice “curarla” asegura que “el Señor” actúa a través de sus comunidades. Los gays captados por este grupo “han llegado a entender que esa tendencia equivocada es la cruz que les ha mandado el Señor, que la van a tener siempre pero que tienen que luchar y convertirse”.

Tolerancia con el adulterio…
Igual de sorprendentes son sus planteamientos sobre el matrimonio. Y es que, Argüello se ufana de lo mucho que duran y de la cantidad de hijos que tienen los matrimonios de su grupo. Quizás por ello, los kikos instan a perdonar los adulterios. “La comunidad nos ayudó a tirar para adelante. A raíz de ahí, encontré el perdón en la Iglesia. Nadie me rechazó, ni en la comunidad, ni la Iglesia , que me acogió como una madre. En la comunidad encontré el perdón de mi mujer”, da cuenta un seguidor.

…y con el maltrato
Más graves resultan los planteamientos del Camino en torno a la violencia de género: su receta contra ésta es tolerancia y rezo. Así, El Mundo recoge el caso de una mujer maltratada por su marido a los seis meses de casarse y estando embarazada. “Nuestros catequistas nos explicaron cómo intentar que Juan Luis dejase de agredirla. Rezamos por los dos”, señala la líder de la comunidad. El problema surgió hace seis o siete años, y ahora José Luis, prosigue, habla las cosas antes de llegar a las manos. ¿El resultado? “El año pasado sólo en tres ocasiones perdió la calma y le levantó la mano”, agrega.

Hijos, ante todo
Finalmente, el rotativo recoge un último caso, el de Boni y Salomé, un matrimonio con 12 hijos concebidos, además de con riesgo de aborto en cada embarazo, a pesar de las evidentes dificultades económicas de la pareja. “Según iban naciendo, se nos iban acumulando problemas; a cambio, ves que detrás de cada hijo está Jesucristo y sientes una alegría enorme. Gozamos igual la llegada del primero que la del sexto”. En este sentido, los kikos ayudarían a las familias numerosas con menos recursos, subsidiándoles con el diezmo que recaudan –exigen un 10% de los ingresos a los fieles con más de tres años en el grupo-. Estos ingresos son, sin embargo, opacos: sólo los conoce y maneja el líder comunal.

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