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La autocensura se impone al derecho a la blasfemia en Francia

El 50% de los franceses estarían en contra del derecho a injuriar una religión cuando se cumplen cinco años del atentado contra la revista satírica ‘Charlie Hebdo’

Reporteros Sin Fronteras advierte del riesgo de que “los estados, las plataformas y los medios de comunicación cedan ante la autocensura”

“Todo eso para esto”, con esta frase ‘Charlie Hebdo’ publica de nuevo en su portada la caricatura de Mahoma que convirtió al semanario satírico en el blanco de un atentado yihadista. Cinco años después del suceso, en la víspera del juicio de los cómplices de los terroristas que diezmaron en un abrir y cerrar de ojos su redacción, ‘Charlie Hebdo’ continúa su batalla por la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia. Una lucha que se enfrenta ahora a la autocensura y al espectro de lo políticamente correcto.

Desde enero del 2015, las caricaturas de Mahoma habían desaparecido del semanario. “Con frecuencia nos han pedido producir más caricaturas de Mahoma. Siempre nos negamos, no por que esté prohibido, la ley nos lo permite, sino porque necesitábamos una buena razón para hacerlo, una razón con sentido y que aporte algo al debate”, explica la redacción en las páginas de esta edición especial. Y el debate no solo gira en torno al inminente proceso judicial del atentado que acabó con la vida de varios de sus colaboradores, sino también al retroceso de la libertad de expresión y del derecho a la blasfemia en Francia.

Francia dividida frente al derecho a la blasfemia

“Personalmente, ¿apoya el derecho a criticar, incluso de manera ultrajante, una creencia religiosa, un símbolo o un dogma?”. Con esta pregunta el semanario satírico ‘Charlie Hebdo’ puso en evidencia la división de la sociedad francesa en torno a la blasfemia. Según un sondeo realizado por el semanario satírico el pasado mes de febrero, el 50% de los franceses estaría en contra del derecho a injuriar lo sagrado. Se trata, ni más ni menos, de un derecho protegido por la ley de julio de 1881 en beneficio de la libertad de prensa.

El ‘affaire’ Mila, en primera plana mediática el pasado mes de enero, prueba el recelo y la autocensura que planean sobre la irreverencia. Mila, una joven de 16 años, grabó un vídeo en Instagram explicando un anterior incidente con otro usuario de la aplicación móvil. “Odio la religión. El Corán es una religión de odio, el Islam es una mierda (…) ¡Digo lo que pienso!”, lanza la adolescente en la controvertida grabación que se propagó por las redes sociales. Los insultos y amenazas de muerte contra Mila se multiplicaron, hasta tal punto que tuvo que abandonar temporalmente su instituto.

La censura y sus nuevas formas

La polémica alcanzó un nuevo nivel cuando el fiscal de la región amenazó con la apertura de una investigación contra la joven por “incitación al odio racial”. La entonces ministra de Justicia, Nicole Belloubet, llegó a calificar los comentarios de la adolescente como una “obvia violación de la libertad de conciencia”. Incluso Ségolène Royal, exministra socialista de Medio Ambiente, se embarcó en la polémica al calificar a Mila como una persona “poco respetuosa (…) quizá todavía en crisis de la adolescencia”.

La censura de los comentarios de Mila y la proliferación de los insultos y amenazas contra la joven despertaron así un viejo demonio en Francia: la implantación de la autocensura en torno a la religión en detrimento de la libertad de expresión. Antes, lo políticamente correcto pesaba sobre “la lucha contra el racismo, la misoginia o la homofobia, que en sí misma era una batalla bastante lógica y obvia (…) Ahora nos impone ortografías de género, nos aconseja no usar palabras supuestamente molestas, nos dice que no comamos esto o fumemos aquello”, critica Riss, actual director de ‘Charlie Hebdo’, en su editorial titulada “Las nuevas caras de la censura” publicada el pasado 7 de enero, cinco años después del atentado contra su redacción.

“Nunca se ha cedido tanto en libertad de expresión”

El derecho a la blasfemia, a la irreverencia, a la pura caricatura, fue y sigue siendo el caballo de batalla del semanario satírico, a menudo criticado, censurado, siempre polémico. Su lucha sigue intacta y parece más necesaria que nunca. “La libertad de expresión es la madre de todas las libertades y, sin embargo, nunca se ha retrocedido tanto en esta libertad (…) La prohibición de la blasfemia se encuentra en plena metástasis en todas las áreas del pensamiento”, alertó Richard Malka, abogado de ‘Charlie Hebdo’ el pasado mes de enero durante una conferencia organizada por Reporteros Sin Fronteras para concienciar del aumento de la intolerancia religiosa.

En Francia, existe un grave riesgo de que “los estados, las plataformas y los medios de comunicación cedan, de que la autocensura gane, y que el derecho [a la blasfemia] subsista formalmente, pero que ya no se ejerza”, advierte Christophe Deloire, secretario general de la organización. Ante esta amenaza, ‘Charlie Hebdo’ “nunca se dará por vencido”, una promesa de Riss, redactor, caricaturista, superviviente e incansable soldado en la batalla por la libertad de expresión.

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