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La Audiencia absuelve al arzobispo de injurias y coacciones a un cura

La Audiencia Provincial de Granada absolvió ayer al arzobispo, Francisco Javier Martínez, de un delito de coacciones y una falta de injurias por los que fue condenado en diciembre de 2007. GORKA RODRÍGUEZ. El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, al fin ve el final de su particular vía crucis judicial. Ayer, la Audiencia Provincial decidió tomar en cuenta el recurso del fiscal y de la defensa particular y le absolvió de un delito de coacciones y otro de injurias contra el sacerdote Francisco Javier Medina. Esta decisión echa por tierra la sentencia firmada en diciembre pasado por el juez Miguel Ángel Torres, responsable del grueso del expediente de ‘Malaya´ y uno de los rostros más populares del entorno judicial español.
La resolución, firmada por Eduardo Rodríguez Cano (el juez que en 1990 absolvió a Jesucristo de los delitos de blasfemia, rebelión y sedición y que dijo que toda sentencia “es un acto de amor”), es absolutamente firme y no caben más recursos, de manera que el arzobispo se puede considerar liberado de sus responsabilidades penales. Todo, después de más tres años entrando y saliendo de las salas de justicia y ocupando espacio en los informativos de media España.
Por otro lado, aunque Martínez haya sido absuelto ahora, no todo son satisfacciones. La Audiencia, por ejemplo, no aprecia “razones” para modificar el relato de hechos probados de la sentencia recurrida, por la que se le condenó al pago de una multa de 3.750 euros. Esa resolución atribuía el origen de todas las acciones de Martínez contra el cura a la vinculación de éste con CajaSur y decía que esto fue lo que le llevó a, entre otras cosas, ordenar al querellante que paralizara un libro sobre la Catedral de Granada de la que era coordinador y que estaba financiado por esa entidad, con la que Martínez ha estado vinculado en el pasado durante su etapa en Córdoba.
Pese a todo, los magistrados creen que, al margen de que fuesen esas relaciones del querellante con CajaSur la razón “más poderosa” del cese en sus cargos, esta cuestión “no resulta relevante” penalmente, ya que aquellos cargos eran de confianza y podían ser “removidos” por el arzobispo. Asimismo, el tribunal asegura que tampoco puede compartirse la afirmación de que Martínez carecía “por completo” de derechos sobre la obra en cuestión, sino que podía legalmente decidir sobre su publicación y ordenar al cura la paralización de la misma.
“La decisión de detener la publicación de la obra estaba al alcance del acusado, y la orden impartida a su subordinado jerárquico, coordinador de aquella, no puede integrar el requisito de ausencia de legitimación”, dice la Sección Segunda.
Prescripción. Respecto a las injurias, se dice que en cualquier caso ya habrían prescrito. Aun así, la sentencia considera que las expresiones contenidas en unos de los decretos de Martínez, que motivaron la suspensión del sacerdote, lesionaron su honor y buen nombre en su comunidad.
“No es una afirmación de menor entidad”, afirma la Audiencia Provincial, en referencia a algunas de las palabras que el arzobispo dedicó en su día al cura. Además, cree que esas acusaciones “no tienen ningún sustento sólido y están apoyadas en meras hipótesis o especulaciones”. Francisco Javier Martínez fue el primer arzobispo español que tuvo que sentarse delante de un juez.

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