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l jesuita Esteban Velázquez considera que la Iglesia tiene que abandonar las estructuras antidemocráticas que la caracterizan

Desde su punto de vista, es urgente que la Iglesia lleve a cabo un nuevo Concilio que promueva una profunda reflexión como cristianos para acabar con el actual fascismo eclesial

“En la Iglesia sobran quienes en estos momentos actúan como imagen pública de la institución. Seré el Pepito Grillo de esa iglesia hasta que mi conciencia lo permita”. El teólogo jesuita Esteban Velázquez reconoció en Radio San Borondón que la estructura eclesiástica no tiene nada que ver con la Iglesia que soñó Jesús de Nazaret, razón que le motiva para llevar a cabo una lucha desde dentro de la institución por cambiar ese modelo con el que personalmente no se siente identificado.

Velázquez afirma que si su fe y su dinamismo personal le llevan a amar hasta sus “enemigos”, no puede sino ser consecuente con ello dentro de la propia Iglesia, razón que le hace siempre mantener una postura humana de respeto ante personas que mantienen una postura contraria a sus ideales dentro de la estructura de la Iglesia como puede ser el cardenal Rouco Varela.

Siguiendo las enseñanza de Ghandi, quien frente a los injustos imperialistas ingleses, que eran sus enemigos, nunca dejó de tratarlos como seres humanos y siempre les dio la oportunidad de mantener un diálogo honesto, actitud humana que ha tratado de seguirla siempre como se comprobó con su relación con el presidente de El Salvador, como la tuvo con los agentes que le detuvieron y encarcelaron en Granada y no menos la va a tener con quienes desde dentro de la Iglesia considera que no están viviendo un tipo de institución como la ideada por Jesús.

“Siempre he tratado con humanidad a mis enemigos, no menos iba a hacer con quienes son mis compañeros aunque no comparta con ellos ni ideales ni forma de actuar” dijo para explicar que tanto en las instituciones religiosas, sociales como políticas, el problema no está tanto en la permanencia en dichas instituciones, sino permanecer o no en la historia, porque en todas ellas se encuentra una patología relacionadas con luchas de poder y corrupciones comunes a todas.

Para el teólogo, se trata de aceptar o no esa historia, de manera que cuando se acepta se hace con la ambigüedad y patologías características, no en vano aunque es cierto que la Iglesia tiene que avanzar con los tiempos que corren y mejorar en muchas cuestiones, no debemos olvidar que fue una institución mucho peor, de auténticos señores feudales, con corrupciones más crasas que las actuales, dicho lo cual sostiene que esos cambios que deben producirse solo vendrán desde la lucha interna para intentar ofrecer algo distinto, absolutamente solidario, despojado de bienes como alternativa a esa Iglesia corrupta.

Esteban Velázquez explica que el hecho de que personajes como Rouco Varela ocupen puestos importantes en la dirigencia de la Iglesia tiene que ver con la monarquización que ha caracterizado a la institución a lo largo de la historia, de manera que se han configurado con el paso del tiempo unas estructuras patriarcales de poder que facilitan la tarea a este tipo de personas, tras lo que añade que si en el futuro hay un Concilio el tema central tiene que ser el poder, de manera que se replanteen totalmente en serio las estructuras de poder que hacen fácil que un santo o un monstruo tengan el mismo poder.

Desde su punto de vista, hoy en día que somos tan sensibles a la participación ciudadana, la Iglesia no puede permanecer aislada de ello y tiene que dotarse con estructuras en donde el pueblo sea partícipe de ella de verdad. En base a esto, es cierto que debemos de plantearnos cómo es posible que lleguen personas que no creen en la democracia a dirigir las estructuras esclesiásticas y explica que ello sucede porque cuentan con el terreno abonado de unas estructuras que se han ido fosilizando en una forma de poder y de gobierno muy monarquizada, jerárquica y sin visos no solo de democracia sino de fraternidad.

El jesuita entiende por tanto que quienes como él no creen en una Iglesia fascista tienen que realizar una lucha interna no tanto contra ciertas personas que ocupan el poder sino contra esas estructuras antidemocráticas ancladas en la Iglesia, por eso entiende que lo ideal es que se lleve a cabo un nuevo Concilio o algo parecido en el que las comunidades cristinas lleven a cabo un profundo análisis de la realidad de las estructuras de modo que se avance en el intento de acabar con ese fascismo eclesial que tanto daño hace a la Iglesia.

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