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Kumbh Mela: así propagó un encuentro religioso supercontagiador la COVID-19 por toda India

Millones de peregrinos hindúes llegaron en abril desde todos los puntos de India para darse un baño ritual en el Ganges, y regresaron a sus casas con la COVID-19. Estas son sus historias.

El 12 de abril, mientras India registraba 169.000 nuevos casos de COVID-19 y superaba a Brasil como el segundo país más golpeado, tres millones de personas se reunían en las costas del Ganges. Estaban allí, en la antigua ciudad de Haridwar en el estado de Uttarakhand, para darse un baño ritual en el río sagrado. Sus cuerpos, apiñados en un festín de devoción y fervor religioso, no parecían seguir los protocolos contra la COVID-19.

Era uno de los días más sagrados del Kumbh Mela, un festival que se ha convertido en uno de los puntos álgidos del calendario religioso hindú y es conocido por atraer a millones de peregrinos, videntes, sacerdotes y turistas.

En las semanas previas, cuando una segunda ola mortal de coronavirus comenzaba a inundar India, los gobiernos estatal y nacional, ambos en manos del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), rechazaron las peticiones insistentes de cancelar el festival. El 21 de marzo, un anuncio a toda página en los periódicos en el que aparecía el primer ministro, Narendra Modi, invitaba a los fieles al festival, asegurando que sería “limpio” y “seguro”.

Pero, cuando las celebraciones entró en su apogeo pleno en marzo, la capacidad de diagnóstico fue criticada por ser inadecuada. Aunque su uso era obligatorio, las mascarillas estuvieron en gran medida ausentes. El primer ministro del estado de Uttarakhand, del BJP, Tirath Singh Rawat, quien había dicho a los creyentes que “la fe en Dios superará el temor al virus”, se encontraba entre los millones de participantes fotografiados en los rituales sin ningún tipo de protección facial. La policía que supervisaba el evento dijo que, si se imponía el distanciamiento social, “podría producirse una situación similar a la de una estampida”.

Para el 15 de abril, más de 2.000 asistentes al festival ya habían dado positivo en COVID-19. Dos días después, Modi dio marcha atrás y pidió que el Kumbh Mela fuera “simbólico”, pero ya era demasiado tarde. Cuando el festival concluyó el 28 de abril, más de nueve millones de personas habían asistido.

Nunca se conocerá el verdadero impacto del Kumbh Mela, en parte, por un supuesto empeño para dejar de recopilar datos. Miles de peregrinos regresaron a sus hogares sin haber sido sometidos a pruebas o puestos en cuarentena, y sin ningún seguimiento por parte del gobierno.

Algunos estados comenzaron a intentar rastrear y aislar tarde a quienes regresaban. En Madhya Pradesh, 789 peregrinos fueron rastreados en ocho distritos y 118 dieron positivo.

Pero, mientras la atención mediática se concentraba en los casos positivos de COVID-19 entre los participantes del Kumbh Mela, los funcionarios recibieron órdenes de dejar de contarlos. Cuatro funcionarios en distintos distritos de Madhya Pradesh, al igual que otros en Rayastán, han confirmado The Guardian que sus superiores ordenaron suspender el recuento por razones políticas.

“Nos pidieron que nos concentráramos en la situación general de la COVID, y que no nos enfocáramos en vigilar y rastrear a los peregrinos del Kumbh Mela”, dice un alto cargo del distrito de Rayastán, que pide permanecer anónimo por temor a represalias.

Los testimonios recogidos por The Guardian en los estados de Madhya Pradesh, Uttar Pradesh, Bihar, Kashmir y Karnataka, indican que el virus se propagó con la infinidad de creyentes y se abrió paso en las comunidades rurales pobres, donde el acceso a la atención sanitaria y a los test es limitado o inexistente, lo que suele tener consecuencias devastadoras. “Los peregrinos de todos los estados portaban variantes del virus y provocaban epidemias”, dice T. Jacob John, antiguo director de virología del Consejo de Investigación Médica de India.

Tras el desastre, Ashish Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Brown (EEUU), dice que, posiblemente, el Kumbh Mela fue “el mayor evento supercontagiador en la historia de la pandemia”.

El Gobierno ha defendido su decisión de celebrar el festival. El vicepresidente del BJP, Baijayant Panda, ha dicho que detrás de la etiqueta de evento supercontagiador hay “ignorancia” y “elementos hindufóbicos”.

Sin embargo, en la semana posterior al festival, Uttarakhand, el estado anfitrión, registró un incremento del 1.800% en los casos de COVID-19, muchos de los cuales se han relacionado de algún modo con el festival.

Las historias de quienes regresaron del festival muestran una instantánea de las repercusiones del Kumbh Mela.

Cachemira: el político

Thakur Puran Singh, de 79 años, líder del BJP y exministro de Rajouri en Cachemira, se resistió hasta el final a creer que se había contagiado de COVID-19 en el Kumbh Mela.

Al amanecer del 9 de abril, Singh y su familia extensa, incluyendo a sus dos hijos, sus esposas y tres nietos, se subieron a dos todoterrenos escoltados y condujeron casi 600 kilómetros hasta Haridwar. Llegaron al Kumbh Mela por la tarde. Durante los cinco días siguientes, la familia se bañó muchas veces en el Ganges.

El 16 de abril, el día después de su regreso, Singh comenzó a tener síntomas. Al principio los ignoró, pero su estado empeoró el 21 de abril. Su hijo, Dinesh Singh Thakur, lo llevó a un hospital local, donde los médicos sospecharon que era COVID por el daño a sus pulmones. Thakur quiso una segunda opinión y emprendió un viaje para llevar a su padre a otro hospital que él creía que era mejor. “No podía creer a los médicos y su teoría de la COVID. Ni siquiera me coloqué una mascarilla mientras llevaba a mi padre”, dice Thakur.

Pero Singh murió en el camino. Ocho días después, su hermano mayor, Balwant Singh, a quien la familia había visitado al regresar del Kumbh Mela, falleció también – una vez más, con síntomas que sugerían complicaciones producidas por la COVID.

“Incluso después de la muerte de Singh, la familia ocultó que había viajado al Kumbh”, dice el doctor Shameema, jefa médica del distrito. El doctor Iqbal Malik, otro profesional sanitario, confirma que cuatro miembros de la familia habían dado positivo.

Un responsable de pruebas y rastreo explica que más de dos decenas de personas se contagiaron después de estar en contacto con miembros de la familia de Singh, que asistieron a cuatro bodas después de Kumbh Mela. “Estos son los casos que hemos podido rastrear, pero es muy probable que el número sea mucho mayor”, dice, nuevamente bajo la condición de permanecer en el anonimato.

El cuerpo de Singh fue incinerado según los protocolos contra la COVID-19, pero su familia todavía no se cree que fue el virus el que lo mató. “¿Por qué murió solo mi padre cuando éramos 11 allí?”, dice Thakur. “El virus no es lo que mata. La muerte está predestinada. No me arrepiento”.

Madhya Pradesh: el agricultor

La familia de Gropal Singh y sus vecinos estaban emocionados al comprobar que volvía del Kumbh Mela. El pueblo de Madhi Chaubisa, en el distrito Vidisha de Madhya Pradesh, fue a darle la bienvenida y recibir las bendiciones ashirwad, en las que los jóvenes tradicionalmente tocaban sus pies. Pero el agricultor de 56 años estaba aterrado.

Singh se había unido a un centenar de personas de las aldeas cercanas para montarse en dos autobuses e iniciar la peregrinación sagrada al Kumbh Mela. Estando allí, vio cómo había gente que se ponía enferma, y en el camino de vuelta muchos de los pasajeros se quejaban de fiebre alta y diarrea. Pero nunca les pararon para hacerles pruebas, dice Singh, ni para tomarles la temperatura.

“Había ido dos veces antes al Kumbh Mela, pero nunca había visto algo así –tanta gente enferma–”, dice. Singh insistió en hacerse un test de COVID-19 al regresar, a pesar de que un médico local disipó sus dudas. Cuatro días más tarde, el resultado era el que temía: positivo. Entretanto había tenido contacto con mucha gente del pueblo.

Otros tres de su aldea que también habían regresado del Kumbh Mela no tardaron en dar positivo, y luego otros en pueblos de los alrededores. “Tras el regreso de muchos del Kumbh Mela, los casos subieron a más de 30 en pocos días”, dice Ragu Raj Dangi, de 32 años, el líder de la aldea. “Y muchos que tuvieron síntomas y estuvieron en contacto con pacientes de COVID no se hicieron test”.

Pocos días después, la vecina de Singh, Mamta Bhai, de 40 y con dos hujos, tuvo fiebre. Fue atendida durante varios días por el médico local, pero cuando sus niveles de oxígeno en sangre bajaron a niveles críticos, la llevaron a una UCI. Falleció.

Singh asegura que le invade la culpa. “Nuestra testarudez y nuestras creencias supersticiosas nos han llevado a una catástrofe”, dice. “Me siento muy débil, y además me siento mal por las personas que pueden haberse contagiado por culpa de gente como yo”.

Uttar Pradesh: el santo

Como sumo sacerdote en uno de los mayores monasterios hindúes de India, no había posibilidad de que Pragyaanant Giri, de 74 años, no fuera al Kumbh Mela. Como muchos en su ashram [santuario] en la localidad de Vrindavan, en Uttar Pradesh, él creía que la COVID era una conspiración.

Pero después de haber pasado un mes en el festival, Giri –un expolicía convertido en sacerdote – comenzó a sufrir de dolor de garganta y fiebre. Sus compañeros de hábitos le recomendaron que se tomara un tiempo de descanso, así que regresó a su hogar en el ashram. Cuando su condición empeoró, lo llevaron al hospital. Su test de COVID dio positivo. Después de pasar dos semanas en una unidad de cuidados intensivos, Giri murió. Llevaron su cuerpo al ashram y lo enterraron, algo contra los protocolos de COVID.

La comunidad del ashram describe cómo se dispararon los casos tras el regreso de Giri. “Más de una decena de personas que estuvieron en contacto con él tuvieron síntomas de COVID-19, y algunas tuvieron que ser hospitalizadas”, dice uno de ellos. “Pero la mayoría nunca se hizo la prueba”.

Sin embargo, incluso después de la muerte de Giri, en el ashram prevalece la creencia de que la COVID no es real. Swami Harigiri, el líder del ashram, ha dicho que llamar al Kumbh Mela un “evento supercontagiador” es una conspiración en contra de los hindúes.

“Bebemos orina de vaca”, dice. “[El coronavirus] no nos afectará”. Que la muerte de Giri fuera atribuida a la COVID-19, dice, es “desinformación”.

Bihar: las mujeres devotas

Antes del Kumbh Mela, la pequeña aldea de Brindaban, en el estado oriental de Bihar, había salido relativamente indemne de la pandemia. El 6 de abril, un grupo de cinco mujeres salió hacia el festival en un viaje de 11 días. Poco después de su regreso, dos habían muerto.

Aunque el departamento local de salud dice que las víctimas habían dado negativo en las pruebas tras su muerte, sus familiares cuentan una historia diferente.

“Cayó enferma el día que regresó a casa, y al día siguiente murió”, dice Awadh Kishore Tiwari, sobrino de Bindu Devi, una de las dos mujeres fallecidas. Devi, que tenía 70 años, tenía tos y fiebre, dice Tiwari. Agrega que su propia madre, que no salía de su casa, dio positivo después de ver a Devi.

Su muerte disparó una ola de pánico. 40 vecinos se hicieron pruebas, la aldea entera fue desinfectada y declarada zona de contención. El jefe médico local, Avinash Kumar, dice que solo uno de los peregrinos había dado positivo, pero admite que su equipo había usado test rápidos de antígenos, que tienen un alto índice de falsos negativos.

A la muerte de Bindu Devi le siguió la de su compañera de peregrinaje Dulari Devi. Sus parientes dicen que la mujer de 58 años había comenzado a sufrir problemas respiratorios al regresar del Kumbh Mela. Su cuñado, Awadhesh Chauhan, dice que le había recomendado no asistiera al Kumbh Mela por la COVID, pero la devota mujer se había reído de él. “Me dijo que no le pasaría nada, que no me preocupara”.

Karnataka: la psiquiatra

Cuando una mujer de 67 años de Nandini Layout, un suburbio de Bengaluru, dio positivo en COVID días después de regresar del Kumbh Mela, su familia se puso muy nerviosa.

Vivía en su casa con su nuera, una psiquiatra que trabajaba en un hospital donde atendía a decenas de pacientes. Los test confirmaron que ella también tenía COVID. Los equipos de diagnóstico fueron de inmediato al hospital. “12 pacientes y tres miembros del personal dieron positivo”, dijo el doctor Manjala, que dirigía el equipo.

Otros 18 contactos estrechos de la mujer fueron finalmente diagnosticados con COVID, pero las autoridades dicen que el verdadero alcance del virus era probablemente mayor.

Todos los contagiados vinculados a la mujer se han recuperado, pero la familia dice sentirse injustamente estigmatizada. “No pueden culparnos por esto”, dice la psiquiatra, que pide no ser identificada. “Es el Gobierno el que tiene la responsabilidad de permitir una reunión religiosa de este tipo”.

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