El Día de los Derechos del Niño ha difundido a escala nacional el escándalo, inhumano y antirreligioso, de un juez que ha obligado a un niño de ocho años, -contra la expresa declaración de las NNUU y de cualquier católico de buena fe-, a pesar de su negativa y la de su madre, a prepararse para la primera comunión, como quería su padre. Y el gremio de la judicatura, ante ese despropósito,sigue mirando para otro lado.
¿Y qué dicen los dirigentes eclesiásticos? Recordemos que el cardenal Cañizares –el del majestuoso manto con colita de seis (6) metros- pretende dar la primera comunión a los cinco años, antes que el niño tenga uso de razón y pueda, como éste, oponerse. Esos jerarcas, malos pastores, están encantados de recuperar algunos de los poderes políticos con que les compró la dictadura para imponerse ambos por la violencia, y no ha dicho ni “mú”. Quizá no sea casual tampoco el que ese niño provenga de Granada, cuyo arzobispo está muy involucrado en el caso del abuso a otros niños, ese por pederastia, que afecta a doce (12) ovejas negras, algunas de ellas sacerdotes, de su rebaño, que actuaban impunemente como una secta libidinosa; escándalo que ha tenido que ser destapado por el mismo Papa. Y como el cardenal Rouco, otro que tal, que tapó mientras pudo, otro caso de pederastia clerical en Madrid. Con razón los obispos, desde hace tiempo, son el grupo dirigente en el que menos confían los españoles. Tontos, tontos, no somos.
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