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Juárez no ha muerto

En el México de hoy son principios irrenunciables la supremacía de la sociedad civil; la separación de la Iglesia y el Estado y la educación pública laica y gratuita.

La tarea superior de los mexicanos es la de mantener la independencia del país y la soberanía de la nación sobre todo su territorio.

El ejemplo de Juárez, su lucha y sus principios se mantienen vigentes en el México de hoy. Juárez no sólo es historia. Es una lección patriótica para todos los mexicanos. No ha muerto. En el México de hoy son principios irrenunciables la supremacía de la sociedad civil; la separación de la Iglesia y el Estado y la educación pública laica y gratuita. La tarea superior de los mexicanos es la de mantener la independencia del país y la soberanía de la nación sobre todo su territorio.
    Recordamos al Juárez de hoy, en lucha por la unidad de la República y la integridad de su territorio frente a las maniobras, amenazas y presiones del exterior. Hablamos del Juárez que se mantiene vivo como espíritu progresista y transformador; el que levanta la fe del pueblo en sus propias posibilidades de superación y progreso.
    El Juárez que conmemoramos en estos días nada tiene que ver con un pasado que ya no existe o con ideales superados, ni es el que le sirve de adorno a quienes defienden un presente injusto y contrario a los intereses nacionales. Juárez no debía de morir. Juárez está vivo.
    El juarismo vivo y militante es fuente de inspiración para la amplia corriente del pueblo mexicano que combate en defensa de la educación popular, laica, democrática, nacionalista y de gran calidad; que lucha por la tierra y la eficiente organización social de la producción. Por la distribución más igualitaria de la riqueza; por el derecho al trabajo y por crear en México un Estado social más justo y más humano.
    En el México de hoy el espíritu de Juárez acompaña a quienes se rebelan ante la insalubridad, el hambre y la ignorancia que agobia a grandes sectores de la población. Alienta a los inconformes ante las desigualdades sociales y regionales y apoya a todos los que trabajan por perfeccionar la organización política de los mexicanos. Es escudo del pueblo en su afán de ser libre y soberano para decidir por sí mismo el destino de su nación.
    El juarismo de hoy es acusación contra los claudicantes que se afilian a los grupos en conflicto con nuestra historia y que son contrarios a los intereses nacionales y populares. El espíritu de Juárez se anida en quienes contribuyen con su trabajo y su acción a fortalecer la soberanía nacional, a mejorar nuestra democracia y a elevar la calidad de vida de los grandes sectores populares.
    El México moderno se empezó a configurar al iniciarse la lucha por la independencia nacional, pero se afirmó con Juárez como una imperiosa necesidad de secularizar las instituciones, la ciencia, la filosofía y los servicios civiles. El juarismo se vincula al proceso histórico para unificar a la nación. Nuestro país es el México de Juárez.
    Son inseparables Juárez y su México. El juarismo esta vivo en los principios fundamentales de la Constitución mexicana. Se conserva vivo en las luchas de los mexicanos de esta época que se esfuerzan por ser competitivos y eficaces; que trabajan por modernizar a la nación; que luchan por hacer que nuestro país sea más soberano, más libre y democrático. Juárez no ha muerto. Sigue vivo como ejemplo perdurable. El México de Juárez no morirá.
    Juárez todavía vive. Está vivo, militante y combatiente en las luchas para perfeccionar las leyes y prácticas electorales. Juárez no ha muerto. Esta más vivo que nunca antes. Vivirá muchos centenarios más, renovándose, actualizándose en las nuevas generaciones de mexicanos que recogen las Banderas para hacer que México sea más grande en su democracia, en su libertad, en su justicia y en su propia dignidad.
    Juárez y su México nunca serán vencidos.

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