La declaración de ayer de Inocente Orlando Montano, ex coronel y viceministro de Seguridad Publica, en el juicio que se sigue contra él en la Audiencia Nacional por los asesinatos de seis jesuitas y de Julia Elba y su hija Celina estuvo llena de contradicciones.
La segunda fue afirmar que no tenía nada contra los jesuitas e incluso mostrar su aprecio por Ellacuría (al que erróneamente le llamó licenciado cuando era doctor), mientras que a lo largo de la declaración los acusó falsamente de haber impulsado el golpe de estado de 1979, de mantener encuentros con los que llamó “terroristas” del FMLN y de apoyar a estos, así como de instruir a los niños en el uso de armas y de fotos de jesuitas con los guerrilleros, citando expresamente a Jon Sobrino. Me parece una infamia acusar a los jesuitas de defender la violencia, cuando si algo los caracterizó fue la defensa de la no violencia activa en la lucha por la justicia y la salida negociada del conflicto en que estaba inmerso El Salvador para lograr el cese de las armas y la reconciliación.
Si esa hubiera sido su actitud, los jesuitas le hubieran perdonado, como han expresado en reiteradas ocasiones, la última a través de la declaración del 8 de junio, el día que comenzó el juicio en la Audiencia Nacional. Pero persistió en su actitud negacionista contra toda evidencia, en la obstrucción de la justicia y en la ocultación de la verdad. Ciertamente, la historia no le absolverá.
Juan José Tamayo