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Jáuregui plantea a Rouco que la Iglesia respete la soberanía popular

Ministro y cardenal fijaron el nuevo marco de colaboración en una cita secreta

"La Iglesia tiene derecho a participar en el debate público, junto a otras visiones, pero debe respetar las leyes y la legitimidad democrática porque la aprobación de las leyes corresponde a la soberanía popular". Sobre esta base de "autonomía y respeto" pretende el nuevo ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, fundamentar el nuevo marco de interlocución con la Iglesia española. Y así se lo trasladó al presidente de la Conferencia Episcopal y cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, en un encuentro secreto celebrado el pasado 22 de noviembre en Madrid.

El planteamiento que Jáuregui hizo a Rouco resulta oportuno cuando en las próximas semanas se iniciará el debate sobre la ley de cuidados paliativos que el Gobierno quiere aprobar en marzo así como en su pretensión de "avanzar en la laicidad", aunque haya decidido ralentizar la ley de libertad religiosa por las dificultades que tenía para alcanzar un consenso político.

Jáuregui trata de inspirar su relación con la Iglesia en el diálogo sobre religión y laicidad que en enero de 2004 mantuvieron el filósofo Junger Habermas y Joseph Ratzinger, un año antes de ser designado Papa. Cree que "la Iglesia debe hacer oír su voz y no esconderla en las sacristías" porque "la política necesita de la aportación ética y de los valores". Pero, a su juicio, tampoco "a la sociedad le valen los principios teológicos como si fueran inmutables sino que los tiene que traducir en propuestas razonables".

El ministro de la Presidencia trasladó al presidente de la Conferencia Episcopal española el reconocimiento del Gobierno por el "importante papel" que la Iglesia juega en la acción social, con organizaciones como Cáritas o Manos Unidas. Pero, a su vez, reprochó que la Iglesia española apenas haga oir su voz en un universo de principios convergentes con las políticas de progreso, como la inmigración, la paz o la integración de los excluidos, cuando sí lo hace con los temas relacionados con la sexualidad o la familia, como el matrimonio homosexual o la legislación sobre el aborto.

El encuentro de Jáuregui con Rouco sirvió para hacer balance de las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia, con sus acuerdos y desacuerdos, pero que en los últimos tiempos no atraviesan por una fase de conflictividad, como hace tres años cuando estaba reciente el debate sobre el matrimonio homosexual, la asignatura para la Ciudadanía y en puertas de iniciar la discusión sobre la legislación del aborto.

En el encuentro entre Jáuregui y Rouco predominaron los puntos de acuerdo como la financiación, las relaciones con Cuba, en la respectiva actuación en la liberación de presos de conciencia, y la reciente visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona. Rouco trasladó a Jáuregui la importancia que concede al viaje que el Papa realizará a España en agosto, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en cuya preparación trabaja una comisión mixta del Gobierno central y las Administraciones autonómica y local y de la Iglesia.

Sobre estas mismas cuestiones conversó Jáuregui también con el número tres del Vaticano, Fernando Filoni, responsable del Gobierno interior de la Iglesia, y Dominique Mamberti, secretario de Estado para las Relaciones con los Estados, con los que se entrevistó el pasado 20 de noviembre, con motivo de su visita a Roma para asistir al Consistorio de Cardenales en el que el español José Manuel Estepa fue designado cardenal por el papa Benedicto XVI.

A Filoni le trasladó, como a Rouco dos días después, la idea de que "el Gobierno es de los hombres, no de Dios" y que "la Iglesia debe respetar las leyes y la legitimidad democrática". Las palabras de Jáuregui recogía así cierto eco de la polémica que generaron determinadas manifestaciones del Papa durante su reciente estancia en España.

Con Mamberti, Jáuregui habló sobre todo de los presos de conciencia de Cuba. Y le trasladó la posición española del inicio de un proceso exploratorio por la Unión Europea con vistas a la futura suscripción de un acuerdo bilateral con Cuba, manteniendo hasta entonces la posición común.

Una peculiaridad del viaje de Jáuregui a Roma fue el encuentro que mantuvo con el General de la Compañía de Jesús, el palentino Adolfo Nicolás, con el que conversó sobre los retos políticos de la globalización así como los sociales y apostólicos. La preocupación de Jáuregui por los movimientos sociales de la Iglesia marca un rasgo diferencial con la etapa de su predecesora, María Teresa Fernández de la Vega, más centrada en mantener distendidas sus relaciones con la cúpula eclesial.

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