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IU denuncia que el PP instaura de nuevo el neoconfesionalismo nacionalcatólico en la educación pública

Izquierda Unida exige, junto con la comunidad educativa, que cualquier religión, así como sus actos y símbolos, queden fuera del ámbito escolar y se deroguen los acuerdos preconstitucionales con el Vaticano, que son el amparo normativo para que la jerarquía episcopal

Izquierda Unida exige, junto con la comunidad educativa, que cualquier religión, así como sus actos y símbolos, queden fuera del ámbito escolar y se deroguen los acuerdos preconstitucionales con el Vaticano (“Concordato con la Santa Sede”), que son el amparo normativo para que la jerarquía episcopal y el PP conviertan la catequesis católica en un contenido evaluable en el sistema educativo público.

El Gobierno acaba de publicar en el BOE los currículos de religión católica para Primaria, Secundaria y Bachillerato casi de tapadillo y sin apenas publicidad, tratando de que pasen lo más desapercibidos posible.

Es necesario denunciar no sólo la presencia de una confesión religiosa entre los contenidos curriculares que se enseña a las futuras generaciones, como si fueran contenidos científicos, sino que hay que denunciar igualmente el adoctrinamiento que se comprueba en los nuevos textos básicos de la asignatura para Primaria, Secundaria y Bachillerato para la adaptación de la materia a la LOMCE. Entre los “estándares de aprendizaje evaluables” aparece que el alumnado de primero de primaria (6 años) tiene que “memorizar y reproducir fórmulas sencillas de petición y agradecimiento”, o en 2º de primaria que es capaz de “expresar, oral y gestualmente, de forma sencilla, la gratitud a Dios por su amistad”.

Estos contenidos no los ha desarrollado el Ministerio de Educación, sino la jerarquía católica, en virtud de los acuerdos preconstitucionales firmados, en las postrimerías de la dictadura franquista, con el Vaticano en 1979. Por eso no es de extrañar que se incluyan rezos en Primaria. Incluso que se eliminen referencias a otras creencias en Secundaria, dado que, en buena lógica comercial, no van a dar publicidad a la competencia. O que contenidos como “Dios, padre de la humanidad, quiere nuestra felicidad”, o asociar “las características de la familia de la Iglesia con las de su familia” se impartan sin ningún complejo.

El cinismo de la Jerarquía católica se hace evidente cuando el preámbulo de la normativa destaca que “lejos de una finalidad catequética o de adoctrinamiento, la enseñanza de la religión católica ilustra a los estudiantes sobre la identidad del cristianismo y la vida cristiana”. Sin embargo, podemos comprobar que este curriculum incide cada vez más en el creacionismo, valorando que el alumnado de Bachillerato “reconozca con asombro y se esfuerce por comprender el origen divino del cosmos”, así como distinguir que “no proviene del caos o el azar”, en contra de los modelos científicos evolutivos explicados en el resto de los contenidos curriculares. Incluso uno de los sindicatos del propio profesorado de religión (USIT) denuncia que este curriculum “acentúa la confesionalidad de forma exacerbada, se usa como catequesis para evangelizar al alumno de una forma ilegítima”.

Con la flexibilidad que otorga la LOMCE en este aspecto, las comunidades autónomas decidirán si imparten una o dos sesiones de 45 minutos, que no se dedicarán a otras materias. De esta forma impartir religión restaría 70 horas de materias troncales u optativas. Además los resultados de esta materia contarán para la nota media o para obtener una beca, tras más de dos décadas en las que no fue así.

Por ello Izquierda Unida apoya la demanda de la comunidad educativa, de Escuela Laica o de la confederación de madres y padres de alumnado (CEAPA), que recomiendan no matricularse en religión porque “los dogmas no deberían tener cabida en las aulas de un país aconfesional” como establece la Constitución.

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