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Israel: Una alcaldesa en la ciudad de los temerosos de Dios

La profesora Aliza Bloch da la campanada en las elecciones municipales de Israel al ser elegida regidora de Beit Shemesh, con mayoría de población ultraortodoxa judía

Durante los diez años de mandato del alcalde Moshe Abutbul, la ciudad de Beit Shemesh (35 kilómetros al oeste de Jerusalén) se convirtió en un feudo de judíos ultraortodoxos. Afiliado al partido ultrarreligioso Shas, de tradición oriental y sefardí, proclamaba que no había concejalas en su lista porque las mujeres no quieren participar en la política para “criar y educar a sus hijos en casa, de acuerdo con su naturaleza”. El jasídico regidor se jactaba también estar al frente de un municipio “santo y puro” en el que no viven homosexuales.

Beit Shemesh no es la única localidad o distrito israelí con una pujante mayoría demográfica de jaredíes (temerosos de Dios), que relegan a las mujeres en la vida pública y ocultan la imagen femenina en sus publicaciones. Representan ya un 12% de la población del país y van camino de superar el 40% del censo dentro de 50 años. Los retoños de estas familias numerosas ocupan tres de cada cuatro plazas en las escuelas de la ciudad. Pero bajo la alcaldía de Abutbul la localidad se significó sobre todo por los casos de acoso religioso a sus vecinas.

En 2011, una niña de ocho años recibió una lluvia de insultos y escupitajos de judíos radicales cuando iba camino del colegio bordeando un barrio jasídico. Este mismo año, varias mujeres fueron apedreadas por un grupo de ultraortodoxos que consideraron su vestimenta escasamente pudorosa. El Tribunal Supremo había ordenado a finales de 2017 la retirada de los carteles colocados por el Ayuntamiento que recordaban las reglas de policía moral sobre vestimenta femenina: falda o vestido largos y ropa que cubra todo el cuerpo, excepto manos, cuello y cara.

“Esta ciudad ha decidido derribar sus muros y retirar sus mejitzás [barreras]“. Aliza Bloch aludía a las particiones que separan a hombres y mujeres en las sinagogas tradicionales. Era el discurso en el que celebraba su ajustada victoria, con una ventaja del 1,3% de los votos, sobre su rival y favorito, el regidor del partido Shas. Su triunfo tras más de 36 horas de disputado recuento marcó un vuelco sin precedentes en las elecciones municipales celebradas en Israel la semana pasada. La hasta ahora edil de la oposición, de 51 años, se dispone a ocupar la alcaldía de Beit Shemesh, donde la incesante llegada de nuevos vecinos ultraortodoxos —en particular judíos procedentes de Estados Unidos— les ha convertido en la comunidad mayoritaria.

“Casi todos los ultrarreligiosos de la diáspora que emigran a Israel quieren vivir en Jerusalén”, precisa el profesor Meir Margalit, experto en asuntos municipales, “pero en la parte occidental de la Ciudad Santa [de población judía]‚ ya no queda sitio para edificar, y por esa razón se han instalado en poblaciones cercanas”. Con un padrón de 115.00 habitantes y situada a mitad de camino entre Jerusalén y Tel Aviv, Beit Shemesh conserva aún el carácter de urbe mixta, con una importante presencia de laicos y religiosos no ultraortodoxos.

Bloch, exdirectora de un centro de enseñanza secundaria, pertenece a esta segunda comunidad. Sus primeras palabras tras resultar elegida concluyeron con el rezo del Shehejeianu, una milenaria oración hebrea para las ocasiones especiales y en las que se agradece un resultado inesperado. “Vamos a ser un modelo para toda la nación, un puente por encima de nuestras diferencias para concentrarnos en lo que de verdad importa”, anunció la nueva alcaldesa.

Su inopinada victoria no hubiese sido posible sin el apoyo de al menos un 10% de los votantes ultraortodoxos, ni sin la elevada abstención entre los jaredíes, interpretada como un voto de castigo al anterior equipo municipal, sobre el que pesaban acusaciones de corrupción y nepotismo y de mala gestión financiera. Jeremy Sharon, analista de asuntos religiosos de The Jerusalem Post, destaca que el imprevisto fenómeno electoral de Beit Shemesh se produjo “a pesar de las instrucciones de voto dadas por los rabinos en favor de Abutbul” a la comunidad ultraortodoxa, que suele votar en masa sus consignas. El alcalde saliente había recibido el respaldo de todas las ramas del judaísmo tradicional.

Los paulatinos cambios experimentados en la sociedad ultraortodoxa —que empieza aceptar el uso de Internet y de teléfonos inteligentes frente a la prohibición de muchos rabinos— han aflorado en el voto municipal de Beit Shemesh. Los jaredíes afincados en barrios de reciente construcción suelen estar más integrados en el mercado laboral, al contrario que los jasídicos más tradicionalistas, que consagran su vida a la oración. Esos distritos de nueva planta, sin embargo, carecen aún de equipamientos básicos como guarderías, colegios y transporte público. Y hasta de sinagogas.

Las mutaciones sociales que han llevado al voto de castigo al anterior regidor se reflejan también en una de las series de televisión de más éxito en Israel, Shababnikim(seminaristas rebotados), que narra las correrías de los estudiantes de una yeshiva (escuela rabínica) que abandonan las enseñanzas de la Torá para descubrir desconcertados las tentaciones de la sociedad laica. Las mujeres pierden la invisibilidad del gueto religioso del que escapan los jóvenes protagonistas de sus episodios.

Las mujeres, precisamente, han dado pasos adelante en las recientes elecciones municipales. La doctora en urbanismo Einat Kalisch Rotem, de 48 años, dio también la sorpresa en Haifa (280.000 habitantes), tercera urbe del país, al conquistar la alcaldía con más de la mitad de los sufragios. Miriam Feirberg, la veterana alcaldesa de Netanya (30 kilómetros al norte de Tel Aviv) logró encadenar un quinto mandato consecutivo en esa ciudad costera de 174.000 habitantes. A falta de los resultados de una segunda vuelta de desempate, prevista el próximo día 13 entre los candidatos más votados que no hayan superado el listón del 40% de los sufragios, 11 mujeres han sido elegidas al frente de las alcaldías Israel, el doble que en los anteriores comicios. Pero en el 95% de los casos, los Ayuntamientos de Israel siguen estando en manos de hombres.

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