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Irresponsabilidad papal

Pero sobre todo, dada la influencia moral que ejerce el Papa como la figura más alta de la Iglesia Católica que profesan millones de africanos, sus declaraciones son además criminales, tomando en cuenta que la enfermedad es incurable y que sólo el uso de preservativos puede evitar el contagio.
 
Respeto profundamente las creencias religiosas de los demás; cada quien que crea en lo que quiera y haga lo que quiera; el único límite a la libertad individual es el derecho de los demás.

Nunca me ha interesado convencer a nadie de no creer o no tener fe en Dios, la verdad es que no me interesa; sin embargo, me he visto acosada mil veces por creyentes que se han dado a la tarea de “salvarme”, tratando de convencerme de tener la fe que ellos tienen. La verdad es que eso es insoportable.


A veces trato de imaginarme lo terrible qué sería para un creyente que profesa tal o cual religión, que los ateos o agnósticos saliéramos a la calle a “salvarles” de su error; seguramente considerarían tal actitud irrespetuosa, opinarían que se trata de una intromisión odiosa.

En este mundo coexisten cientos de religiones y unas desmeritan a las otras; cada quien cree que su religión es la “verdad”, que su Dios es el verdadero.

Como en la sociedad hay todo tipo de parámetros morales individuales, en mi opinión, la laicidad es la única garantía propia de que tengamos una sociedad abierta y libre en la que todos puedan manifestarse y opinar.

Pero no, los líderes religiosos entienden que la sociedad debe regirse bajo sus parámetros morales, aún en detrimento de minorías que tienen otras creencias o no tienen ninguna. La intolerancia a la diversidad y al libre pensamiento por parte de las religiones es lo que personalmente me aleja de ellas.

Hace unos años llegó al poder en el Vaticano, el Papa que se hace llamar Benedicto XVI. La iglesia católica había reconocido la libertad religiosa, el diálogo intra-religioso y había modernizado la liturgia católica; ahora, con Benedicto XVI a la cabeza, la iglesia católica vuelve al conservacionismo que se creía superado, retomando la misa en latín, por ejemplo; o reintegrando obispos excomulgados por Juan Pablo II, al negar el genocidio nazi.

El mensaje que Benedicto XVI envía al mundo es peligroso, su alcance aún no puede medirse. El Papa – quiérase o no – tiene una gran influencia moral en el mundo, la responsabilidad de líder de la iglesia católica debe ser hacer uso de esa influencia con precaución.

Pero al parece Benedicto XVI tiene otro plan en mente. ¿Qué quiso decirle al mundo cuando reintegró negacionistas que habían sido excomulgados por Juan Pablo II? ¿Cuál fue su mensaje al aceptar que el cardenal Sobrinho en brasil excomulgara a una pobre madre brasileña que hizo abortar a su pequeña hija de 9 años embarazada de gemelos como producto de una violación por parte del monstruo que le tocó de padrastro? ¿Qué mensaje se envía al mundo, cuando ese mismo hombre-monstruo no es excomulgado, aún cuando también abusó de su otra hijastra de 14 años y con problemas mentales?

Pero donde el Papa metió la pata hasta el fondo fue al arribar a África, en las puertas de Yaoundé, la capital de Camerún, al declarar que el uso de los preservativos no sólo no tenía utilidad en la lucha contra el SIDA, sino que lo agravaba.

¿En qué se basó Benedicto XVI para afirmar que los preservativos sirven para agravar el SIDA? Sus declaraciones, además de irresponsables, irrespetan el trabajo de más de 25 años de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que han invertido dinero y esfuerzo en la lucha contra el SIDA en África.

Pero sobre todo, dada la influencia moral que ejerce el Papa como la figura más alta de la Iglesia Católica que profesan millones de africanos, sus declaraciones son además criminales, tomando en cuenta que la enfermedad es incurable y que sólo el uso de preservativos puede evitar el contagio.

Muchos han calificado las reacciones de algunos países europeos como exageradas, cuando en realidad lo que ha estado de más han sido esas funestas declaraciones.

Esta no es más que una razón más para impedir que la religión se inmiscuya en el derecho y que bajo su influencia se elaboren las leyes; muy bien lo dijo el Cristo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21)

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