Descargo de responsabilidad
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Las declaraciones de la jerarquía eclesiástica pidiendo elecciones ante los casos de supuesta corrupción han generado reacciones por parte del Gobierno y de las izquierdas, acusando a la misma de inmiscuirse en política.
Pues bien, yo no me sumo a las críticas desde mi posición progresista de siempre. Y no lo hago porque entiendo perfectamente que una jerarquía conservadora, de derechas, con honrosas excepciones, todo hay que decirlo, esté en su perfecto derecho de arremeter contra un Gobierno progresista e intente que la derecha recupere el poder porque es más afín a sus planteamientos políticos, morales, sociales y hasta económicos. Dicha jerarquía no quería mucho al papa fallecido, precisamente, porque era distinto. Esa jerarquía viene demostrando desde tiempo inmemorial su vinculación con los poderes de siempre, algo sobre lo que no insistiré porque es de sobra conocido, además de recordar que siempre ha intervenido en política, siempre. Es muy coherente la jerarquía de la Iglesia española. No le interesan mucho las cosas sociales, la inmigración, la pobreza, tampoco mucho lo que significa y hace Cáritas, abomina de todo lo que sea igualdad en relación con gays y lesbianas y, especialmente, en relación con las mujeres. ¿Por qué nos rasgamos las vestiduras por que la Iglesia haga lo mismo que la mayoría de los medios de comunicación de este país, y de tantos influencers en las redes en distintos tonos y frecuencias? Forma parte de ese heterogéneo, en honor de la verdad, mundo de la derecha y de la extrema derecha (antes “caverna”) que no quiere Gobiernos de izquierda, que no quiso a Zapatero ni quiere a Sánchez, y que considera que la verdadera España es de derechas, y nacional-católica en versión siglo XXI.
Así pues, felicito desde aquí a la jerarquía por no esconderse y dar la cara por la derecha. Y, además, lo hace sin gritar, que se agradece. Por eso, estoy enfrente de la misma, y sin gritar tampoco, faltaría más.
El problema lo tienen los católicos y las católicas progresistas, en honor a la verdad. Por eso, todo mi apoyo moral en su trabajo por demostrar que la Iglesia es diversa, y que una parte de la misma está interesada de verdad por los que sufren, como demostró el papa Francisco. Pero los que no pertenecemos a la Iglesia debemos sentirnos bien por la franqueza de sus jerarcas. Es la derecha, pero con sotana, la de siempre. Las cartas sobre la mesa.