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Henri Peña Ruiz: «La religión es un interés particular, no general»

El filósofo francés de origen español Henri Peña-Ruiz pronunciará hoy la conferencia inaugural del curso Laicismo y Educación, que organizan el Centro de Formación del Profesorado (CEP) de Granada y la asociación Granada Laica (Camino de Santa Juliana, s/n, 17.00 h., entrada libre). Doctor en Filosofía, trabaja en el Instituto de Estudios Políticos de París, es autor de numerosas obras sobre el laicismo, el Estado y la enseñanza y formó parte del comité de sabios que asesoró al presidente francés, Jacques Chirac, en el conflicto del velo islámico en la escuela pública.

-¿Qué es el laicismo?

-Es el principio de unión de todo el pueblo basado en tres fundamentos del Estado de Derecho. Primero, la libertad de conciencia, que incluye el derecho a ser ateo o agnóstico y también la elección de una religión. Segundo, la igualdad de tratamiento de las opciones espirituales: creyentes, ateos y agnósticos han de recibir el mismo trato por parte del poder público. No se pueden admitir privilegios públicos a favor de las religiones ni del ateísmo, y eso implica la neutralidad del Estado. Y el tercer principio es la idea de que el poder político común a todos los hombres ha de dedicarse únicamente a lo que es de interés común. La religión es un interés particular; la salud y la educación son intereses generales. Este principio de universalidad permite unir a los hombres más allá de sus diferencias. Así que el laicismo es un principio de fraternidad.

Espiritualidad diversa

Usted define el ateísmo y el agnosticismo como «opciones espirituales». ¿No significa eso aceptar las reglas de los religiosos? ¿Por qué no admitir que hay personas sin una faceta espiritual?

-La espiritualidad es diversa, no se puede reducir a la religión. Por eso me parece importantísimo decir que el humanismo ateo es una opción espiritual. Yo no hago una concesión a los religiosos. Reconozco que las personas pueden pasar sin opción espiritual. Pero me parece importante dar una definición que no sea discriminatoria ni negativa: a los ateos no se les debe definir como ‘increyentes’.

-La escuela sigue siendo uno de los principales campos de batalla entre las tendencias laicistas y las confesionales. ¿Por qué?

-La conciencia del niño, hasta que no tiene autonomía de juicio, es muy frágil y es muy importante que se respete la neutralidad laicista de la escuela. No significa que la escuela no tiene valores sino que tiene valores universales, comunes a los creyentes, los ateos y los agnósticos, como la libertad, la democracia, la soberanía… La escuela laica no está contra la religión, pero tampoco a favor de la religión.

-Usted presenta el laicismo como un marco de convivencia en el que es posible el respeto a todas las opciones. En cambio, la Iglesia católica, al menos la española, lo interpreta como un ataque brutal a sus derechos. ¿Qué opina de esto?

-La Iglesia católica, cuando se le quitan sus privilegios, grita que atentan contra su libertad. Quitarle la posibilidad de impartir religión en la escuela pública no es quitarle un derecho, sino un privilegio. ¿Es que existe un curso de humanismo ateo en las escuelas? La escuela pública no ha de meterse en cosas que son particulares: respeta a la religión dejando a las familias el papel de impartir religión si lo quieren.

-Usted formó parte de la Comisión Stasi, que asesoró a Chirac en la batalla del velo en la escuela pública. ¿Quedó así resuelto el conflicto de los símbolos religiosos en Francia?

-Yo creo que sí, honestamente. La ley impide los símbolos ostensibles: la ‘kippa’ judía, la cruz carismática católica (una gran cruz de madera), el velo musulmán. La laicidad no está en contra de ninguna religión, sino de la pretensión de una religión de intervenir en el campo público y de imponer una ley.

-Francia y España son países de raíz católica. Sin embargo, parece que el laicismo en Francia es tomado en serio, a diferencia de lo que ocurre aquí. ¿Conoce la situación en España?

-La situación de España es evolutiva. No se imagine que la conquista del laicismo en Francia fue fácil. Hubo las leyes de laicización de la escuela desde 1881 hasta 1886, después la ley de separación de la iglesia y el Estado de 1905 Pero hubo batallas tremendas y aún quedan cosas que conquistar. España se dirige hacia la laicidad, está en camino, y ya ha hecho conquistas importantes. La Constitución del 78 establece que ninguna religión tendrá carácter estatal, aunque en otro artículo se le reconoce a la Iglesia católica derechos especiales, lo que entra en contradicción con la igualdad.

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