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¿Habré sido una niña muy piadosa?

Siguiendo la estela de la argumentación de la revista Época tengo que reconocer que yo debí de ser una niña muy piadosa y que un largo camino de impiedades varias me ha conducido hasta mi actual forma de vivir la fe y la religión.

Recibí las aguas bautismales pocos días después de que mi madre me trajese a este mundo, como era la costumbre en la época, y sin que nadie me preguntase si estaba de acuerdo en abrazar la fe católica, pregunta que hubiera resultado absurda teniendo en cuenta que no había superado el mes de vida.

Cuando tuve la edad suficiente me incorporé al mundo escolar en un colegio religioso; colegio evidentemente con educación diferenciada, los hombres desde su más tierna infancia eran el enemigo a batir; mi etapa escolar se prolongó en aquel lugar hasta los dieciséis años.

Si en aquellas aulas había tabúes, y doy fe de que había unos cuantos, el más grande de todos era el sexo; se seguía intentando educarnos para el matrimonio y aunque la mujer ya estaba incorporada a la universidad y al mercado laboral, se nos inculcaba que nuestra condición de esposas y madres era la prioridad.

Como todas o casi todas las niñas y los niños de la época hice la primera comunión, más o menos a la edad de nuestro presidente porque compartimos generación; incluso unos años más tarde hice la confirmación de mi fe; todo ello sin que nadie pusiese en duda ni por un instante que yo no estuviese de acuerdo.

Durante años tuve que rezar, asistir a misa, comulgar, incluso confesar, todo ello de forma obligatoria y sin que se tuviese en cuenta mi opinión; durante años intentaron hacerme creer en un Dios justiciero y vengador que me lanzaría a las llamas del infierno si no seguía su doctrina.

A pesar de que el franquismo agonizaba imperaba la formación moral y religiosa de un nacionalcatolicismo fuerte hasta sus últimos coletazos.

En aquel insigne colegio en él que pasé mi infancia y mi adolescencia aprendí muchas cosas que luego tuve que desaprender:
• que no se puede admitir que se discrimine a las personas por su condición social
• que las diferencias sólo pueden tener validez si nos reafirman en la igualdad
• que somos iguales porque somos diferentes
• que ser mujer no implica menos derechos
• que ser gallega es un orgullo
• que la homosexualidad es una opción tan válida como la heterosexualidad
• que el sexo es placentero
• que los hombres y las mujeres tenemos que tener igualdad de oportunidades
• que no es lícito doblegarse ante los poderosos,
• que nadie está en posesión de la verdad absoluta
• que el reino de las tinieblas muchos lo sufren en esta vida
• que pecado y delito no tienen el mismo significado
• que la libertad de credo es un derecho constitucional

Pilar Rego es educadora social y bloggera

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