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Grupos salafistas violentos desafían la autoridad del Gobierno de Túnez

La advertencia del ministro de Interior tunecino, Ali Larayedh, que ha amenazado con usar en las calles "fuego real" contra los violentos, no ha servido de mucho. Cientos de islamistas radicales han sembrado en las últimas horas el caos y la violencia en varios barrios de Túnez, tan solo 24 horas después de asaltar una exposición de arte y destrozar varias obras que, según la única norma que respetan, la sharía (ley islámica), atacaban la buena conducta islámica. Según fuentes de Interior citadas por la agencia Reuters, más de 80 personas han sido detenidas en las últimas horas y siete agentes han resultado heridos en choques con los radicales. El pulso no cesa y para atizar el fuego, Ansar el Sharía, el grupo salafista tunecino más radical, ha convocado marchas para el viernes, día de la oración, en protesta por los "ataques al islam".

El penúltimo órdago lanzado por los salafistas violentos, integristas del islam tradicional guiado por el Corán y la palabra de Mahoma, empezó el domingo por la mañana, según relata el periódico online Nawaat, cuando dos de estos barbudos y una mujer con niqab (prenda que solo deja al descubierto los ojos) se personaron en el Palacio Abdellia, donde se celebra la feria Primaveras de las Artes, acompañados de un funcionario de la justicia. Los tres exigieron a los organizadores la retirada de algunos de los cuadros de la muestra que, según su criterio, pecaban de blasfemia.

Ante la negativa de los galeristas y durante la jornada, decenas de salafistas fueron llegando al palacio entre gritos de amenaza a los artistas, al tiempo que lo hacían agentes de las fuerzas de seguridad. Tras varias arremetidas, la policía logró dispersarles sobre la media noche. Una hora después, lograron acceder a la exposición y la emprendieron con varios cuadros.

De puertas afuera, los radicales extendieron su embestida a La Marsa, barrio costero de la capital donde se ubica el Palacio Abdellia y en el que atacaron una comisaría; así como a Sidi Bou Said y Cartago, a las afueras de la capital tunecina y sedes también del certamen de arte. Pero no solo. Grupos salafistas armados con artefactos caseros se enfrentaron ayer a las fuerzas de seguridad en los distritos tunecinos de Sidi Husein y Ettadamen, donde cortaron las calles con neumáticos incendiados.

Es el enésimo desafío de los salafistas, que aceleran su ofensiva contra el orden transitorio nacido de la revolución que depuso a Zine el Abidine Ben Ali el 14 de enero de 2011. A mediados del mes de mayo, en Sidi Bouzid, ciudad símbolo de la revuelta, los barbudos, pocos amigos, entre otras cosas, del alcohol y la música, la emprendieron contra los bares, licorerías y viviendas de sus propietarios. Una semana después, el tira y afloja subió un escalón en Jendouba, en el norte de Túnez, donde decenas de salafistas atacaron con piedras y cócteles Molotov una comisaría policial. Un altercado similar en Ghardimaou se saldó poco después con 15 detenidos.

En paralelo a la violencia islamista, fuera de las calles, Hizb Ettahir, partido que podría representar los intereses políticos de los salafistas, ha vuelto a solicitar su legalización, ya rechazada en 2011. En una charla en marzo con periodistas, el consejero de la Presidencia Samir Ben Amor adelantó que la petición sería rechazada. No encaja, por el momento, en un escenario que al menos ha sorteado la introducción de la sharía en el preámbulo de la Carta Magna sellado la pasada semana por la Asamblea Constituyente (dominada por los islamistas del partido Ennahda) tras tres meses de discusiones.

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