Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

Gratuitos, obligatorios y laicos

La enseñanza primaria no anda bien, pero sus defectos son menores que los defectos clamorosos de la enseñanza secundaria. Aunque algunos números referidos a resultados sean intercambiables, el ciclo preescolar y el ciclo escolar están asistidos por maestras y maestros titulados, que ingresan y ascienden por concurso; el ausentismo de los docentes escolares no es comparable con el desbarajuste de faltazos que agobia a secundaria.

Todo indica que la escuela es más fácil de poner en forma.

Los padres se ocupan más de sus hijos cuando son niños que cuando crecen y se hacen muchachos. Las maestras son más vocacionales (maternales) que los profesores.

Parecería que con una dirección enérgica y acertada al frente del Consejo de Primaria, gozando de un sabio entendimiento con secundaria y contando con la creación de cincuenta escuelas de tiempo completo por año, el problema escolar puede lograr una mejoría mantenida. Hay menos fanatismo en el personal docente que en los liceos, donde ese mal destruye el talento de tantas personas valiosas.

Por supuesto, parto de un cambio sustancial en enseñanza primaria: que el "Instituto de Evaluación Educativa" se constituya y entre en funciones durante este año y que consecuentemente, el Presupuesto General prevea estímulos apreciables para quien dirija cada unidad docente exitosa y para quien enseñe con resultado exitoso. Esta fue la intención tácita, el sentido de fortalecer cada unidad, tal cual se hizo.

El bajón de la escuela vareliana, facilita mejorar la marca actual. Y un renacimiento en las escuelas bien puede impulsar la recuperación en los liceos.

Si a los maestros les va bien ¿por qué a los profesores no?

¡Ay! El fanatismo tarda en ceder; hay que doblarlo.

A los gremialistas no le gusta la distinción según los méritos de cada uno.

Con ese espíritu contrario a medir resultados, se dejó correr el tiempo sin constituir el "Instituto Nacional de Evaluación Educativa", creado y prolijamente articulado por la ley 18.437 del 12 de diciembre del 2008 (artículo 113 y siguientes).

Este es el primer paso a dar. Las autoridades de la enseñanza actuaron durante años a la defensiva, acoquinadas; aceptaron como mejor la tabla rasa: que todos los profesores y todos los maestros fueran iguales, a despecho de saber que unos enseñan mejor que otros. Lo bueno era la antigüedad o el presentismo, elementos ajenos al acto docente.

En cuatro años la realidad demostró hasta dónde el incumplimiento de la ley en cuanto evaluación agravó el deterioro de la enseñanza pública. La desaprensión de las autoridades permitió amasar un cambalache: "lo mismo un burro, que un gran profesor".

Todavía en el año 2007, un año antes de la ley de Educación, Uruguay venía bien…, aparentemente.

En relación a los otros cinco países de América Latina que participaron en el estudio de PISA (Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México) nuestro país figuró a la cabeza: primero en matemáticas y segundo en ciencia y lengua.

Sin embargo, estaba por debajo de los 500 puntos del promedio mundial.

El director de la ANEP, Luis Yarzábal, destacó por sobre las apariencias:

-"Lo importante no es el lugar que ocupamos en América Latina sino la capacidad que adquieran nuestros estudiantes. Al comparar estos datos con el PISA 2003 se evidencia un retroceso en la competencia en lectura, una caída de 20 puntos. La mitad de los estudiantes no son capaces de interpretar desde el punto de vista científico la sociedad en la cual viven".

Daniel M. Ferrere escribió:

-"Estamos a la cola. Muy a la cola. Ocupamos el 44º lugar en rendimiento en matemáticas y el 43º en ciencias.

¿Qué hace el establishment educativo uruguayo? Nada.

Ignora el problema. Aquí no pasa nada. Nadie va a salir a reflexionar sobre estas cifras, si no es para vanagloriarse:

– `¡Estamos a la vanguardia de América Latina!`

Nadie va a reconocer el problema, implica admitir el fracaso".

Comento: Pasaron cuatro años y en ese lapso, el descalabro hizo estruendo, y hubo (hay) reacción.

La evaluación más exacta del mundo (PISA) probó que el Uruguay está colocado entre los cuatro últimos países examinados en cuanto a repetidores, y a eso se llega sin contar que el 16% de los quinceañeros no fueron evaluados porque su situación es peor: dejaron de estudiar.

Debido a conflictos sindicales "en 2005, los liceos oficiales perdieron 400 mil horas de clase, y en 2008 fueron 600 mil" (El País, 8/9/2010). ¡Y a nadie le pareció mal!

¿Qué hacer con los liceos cuando los sindicatos después de haber admitido la reforma soberana acordada en el pacto interpartidario, se levantan contra ese acuerdo?

Dejemos de lado la soberbia y la duplicidad de este modo de proceder. La primera cuestión en la enseñanza secundaria refiere a su laicidad.

La enseñanza pública no puede adoctrinar; no puede inculcar la creencia en una determinada religión, como tampoco puede desarrollar una campaña política, porque está expresamente prohibida "toda actividad dirigida a fines de proselitismo de cualquier especie" (Constitución, artículo 58).

El artículo 72 de la Carta Magna agrega:

"La enumeración de deberes… hecha por la Constitución, no excluye… los deberes que… se derivan de la forma republicana de gobierno".

En la enseñanza secundaria, los principios de laicidad política no se respetan y las autoridades conocedoras de hechos graves, divulgados por la prensa, los toleran. ¿Hasta cuándo?

Apunto dos casos largamente publicitados que pasaron como si nada.

El consejero integrante del Codicen, el profesor Daniel Guasco dio a conocer su voluntad de formar estudiantes para vivir en un sistema solidario y no para que "sirvan" bajo un régimen capitalista. La frase se lee como un pensamiento vacuo, pero a poco que se recuerde la historia del sindicato que Guasco representa, esa frase vacía cobra un sentido palmariamente inadmisible.

Los integrantes de la Fenapes, reunidos en una Asamblea Técnico Docente, decidieron rechazar el Plan Ceibal, por tratarse de un plan imperialista (textual).

El fanatismo llega siempre a caricaturas de la realidad que provocarían risa, si las consecuencias de esa ceguera no produjeran catástrofes de gran magnitud. Y ese es el caso cuando se hunde en la ignorancia a la mitad de nuestros muchachos que salen de los liceos sin entender lo que leen, ni pueden resolver un problema de regla de tres.

Nuestros liceales reciben una formación extraña al mundo en el cual van a vivir; son preparados para desempeñarse entre las nubes, en el cielo, bajo un sistema solidario y utópico, en el cual los oficios y las profesiones que conocemos no tienen lugar. Los profesores no pueden describir ese país inexistente al cual los destinan, ni pueden citar el nombre de ese lugar que está más allá de la geografía.

¿Adónde podrán emigrar los pobrecitos mutilados a los 15 años, que se quedan para siempre sin saber ni poder pensar? Así estamos, con la mitad de los jóvenes inutilizados. Su futuro anuncia: nada para dar y necesitados de pedir todo, para no morirse de hambre.

Nuestros muchachos, según el sindicato, no pueden usar una computadora porque se trata, según sus profesores, de un instrumento que hace cipayos del imperio a quienes navegan en Internet.

Lo más extraordinario de esta situación sádica, refiere a las autoridades que conocen y toleran semejantes abusos, como si la libertad de cátedra diera patente para estrellar chiquilines y de paso abatir el sistema democrático, destruyendo a sus futuros ciudadanos antes de que empiecen a votar.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share